México cerró 2018 con un récord histórico de violencia: 35.964 homicidios, un promedio de 98 al día. La tasa de muertes violentas se situó en 29 por cada 100.000 habitantes y el número de casos aumentó un 13% respecto a 2017. Los datos preliminares publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) confirman una tendencia al alza que continúa en el primer semestre de 2019 con un aumento del 4% en homicidios dolosos, el inicio de año más violento desde que empezaron los registros hace más de dos décadas.
El incremento no es parejo en todo el territorio. El repunte en 2018 fue particularmente significativo en los Estados de Guanajuato y Jalisco, en el centro de México. En el primero, el más violento del país y centro de la lucha contra el robo de combustible conocido como huachicoleo, los homicidios aumentaron un 34% hasta llegar a los 3.493, mientras en el segundo lo hicieron un 45% hasta alcanzar los 2.919, según datos del Inegi.
La reducción de la violencia ha sido una de las banderas del presidente de Andrés Manuel López Obrador (Morena), que tomó posesión el 1 de diciembre de 2018. Con ese objetivo, el nuevo Gobierno ha reformado la Constitución y creado la Guardia Nacional, un nuevo cuerpo híbrido que combina elementos policiales y militares y que ha sido criticado por organizaciones de la sociedad civil por considerar que profundiza la militarización del país.
Sin embargo, la estrategia todavía no ha dado frutos. A siete meses del inicio de su mandato, López Obrador reconoció el martes en rueda de prensa que no se ha logrado reducir el número de asesinatos, aunque apuntó a la reciente disminución de otro tipo de delitos como el robo de vehículos o el secuestro. La tasa de incidencia delictiva, el cómputo total de delitos, se redujo en junio un 5% respecto el mismo mes del año pasado pero esta mejora no se ha extendido a los homicidios. “Hay diez Estados que nos alteran el promedio”, se justificó el mandatario. “Hay veces que de las 32 entidades, en la mitad no hay homicidios”.
En lo que va de año las autoridades han contabilizado 17.608 homicidios dolosos, 470 de ellos feminicidios. Tan solo en junio se registraron 3.080 asesinatos, un promedio de 102 al día, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El Estado de Nuevo León, el nudo industrial del norte del país afectado por una lucha de poder entre dos grupos criminales, registró el mayor aumento en el semestre, con un 72% de homicidios más que en el mismo periodo del año pasado. En números absolutos, los Estados de Guanajuato, Baja California y de México, la entidad que rodea a la capital, se mantienen en cabeza.
Tampoco se queda al margen Ciudad de México, antes considerada una isla en medio del deterioro generalizado. Los casos de Leonardo Avendaño y Norberto Ronquillo, dos estudiantes asesinados en la misma semana de junio, hicieron saltar las alarmas y motivaron a la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, a reforzar la presencia de la policía en las calles. “Es un deterioro que viene del año pasado pero que ahora se ha manifestado con mucha claridad”, explica el director de la ONG Semáforo Delictivo, Santiago Roel. El último caso en copar las portadas ha sido el asesinato este miércoles de dos israelíes en un centro comercial de la capital, sin que todavía hayan sido esclarecidos los motivos. La balacera entre las fuerzas de seguridad y un grupo de tres personas también dejó a un uniformado herido.
Para Roel, todavía es pronto para evaluar la efectividad de la estrategia del nuevo Gobierno, pero duda de que vaya a cambiar el panorama. “La Guardia Nacional ahora se está utilizando principalmente para combatir la migración”, dice sobre el nuevo uso que el Ejecutivo le está dando para frenar el flujo migratorio en la frontera sur. Además, el arranque del nuevo cuerpo a principios de mes se topó con las protestas de un grupo importante de policías, descontento con las condiciones de su incorporación y con su subordinación a los mandos militares. Como alternativa al camino militar, organizaciones de la sociedad civil como Semáforo Delictivo apuestan por regular el mercado de las drogas, un vía que está paralizada desde el cambio de Gobierno.
El reto al que se enfrenta el Ejecutivo es, en parte, heredado. El incremento de la violencia se remonta al sexenio del expresidente Felipe Calderón (PAN), cuando el Gobierno lanzó una guerra contra el narcotráfico que se saldó con un reguero de asesinatos -por encima de 25.000 en 2012, al final de su mandado-. A esos años de escalada de la violencia le siguió un breve periodo de reducción al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto (PRI). Sin embargo, la tasa de homicidios volvió a repuntar a partir de 2015 y desde entonces no ha remitido. “Si seguimos a este ritmo, en 2019 vamos a situarnos en una tasa de homicidios parecida a la del año pasado o un poco superior”, prevé Roel.
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