México se queda sin la temporada grande en la plaza de toros

México se queda sin la temporada grande en la plaza de toros


Una corrida de toros en la Plaza México, el 3 de noviembre de 2019.Andrew Lichtenstein (Getty Images)

La plaza de toros de México no celebrará su temporada grande, ni ningún otro festejo, puesto que sigue en vigor la suspensión definitiva de actividades taurinas que dictó un juez el pasado junio. El coso, el más grande del mundo, ha emitido un comunicado en el que informa de que “seguirá combatiendo las resoluciones que han restringido la celebración de los festejos taurinos y no descansará hasta lograr un resultado favorable para la tauromaquia”. Los derechos de apartado que cada temporada contratan los aficionados para reservar sus puestos en la plaza tampoco se renovarán, por tanto, siguen en vigor los emitidos para el periodo 2019/2020. Los seguidores de las corridas están viajando a otros lugares del país donde no hay prohibición judicial.

El cese definitivo de actividades en el coso mexicano se produjo el 10 de junio tras un amparo promovido por la asociación Justicia Justa, que argumentó que el trato “degradante” que sufre el animal en las corridas choca frontalmente con el derecho a un medio ambiente sano, una agarradera legal que permitió al juez federal Jonathan Bass prohibir los festejos, algo, dijo, que “lejos de constituir una afectación a la sociedad, generaría un beneficio no solo a las partes del presente juicio sino a todas las personas que vivan en la Ciudad de México y su entorno adyacente con independencia de la postura ideológica que profesen acerca de las actividades taurinas”.

La asociación antitauromaquia pidió esta medida cautelar basándose en el artículo 4 de la Constitución mexicana, donde se garantiza el derecho al medio ambiente sano, algo incompatible, según Justicia Justa, con “una actividad recreativa en la que se lastima, se tortura y finalmente se mata a un animal”, como redactó el juez al dictar la suspensión de los espectáculos.

El argumento del medio ambiente fue rebatido de inmediato por el gerente de la plaza de toros, Mario Zulaica, quien declaró que el toro bravo “se extinguiría si no tiene otro uso con el consiguiente daño para el ecosistema”. Añadió que los festejos taurinos “están reconocidos en la Constitución mexicana”. En consonancia con otros países, algunos lugares de México han protegido la fiesta ante los embates de los animalistas declarándola patrimonio cultural. Es el caso del Congreso de Nayarit, que lo hizo en 2019. Pero también este extremo está en debate judicial a la espera de que se pronuncie sobre ello la Suprema Corte de Justicia. La tendencia de la Corte está alineada con los argumentos del juez, puesto que se decanta hacia las posturas que consideran a los toros de lidia como seres sintientes y, por tanto, con derecho a su protección.

México es uno de los países donde perdura una notable afición a las corridas, en franco descenso en otros lugares que también la tuvieron. Los contrarios a los espectáculos taurinos están ganando la partida en varios frentes, no solo el judicial. En diciembre de 2021, el ámbito político también se posicionó al respecto en la Ciudad de México, con una resolución en la comisión de Bienestar Animal que aprobó suspender las corridas. Aunque no era la primera vez que se intentaba eliminar estos festejos, esta vez contaron con los votos suficientes, a pesar de que algunos partidos, como Morena, se ausentaron de la votación. El PAN sumó sus votos al PRI y algunos más para sacar adelante esta medida. Pero el asunto quedó en el aire porque ante las quejas de diversos colectivos por el perjuicio económico que esta cancelación podría suponer para miles de familias. La Asociación Tauromaquia Mexicana cifra en 6.900 millones de pesos (328 millones de euros) el movimiento económico que genera esta actividad, que proporciona más de 80.000 empleos directos y 146.000 indirectos, así como 800 millones (38 millones de euros) en impuestos.

La resolución judicial del juez Bass supuso, sin embargo, un alivio para los contrarios a la fiesta, quien vieron en la medida un acicate para que en otros territorios del país se fueran tomando decisiones similares. Sin embargo, en ocho Estados, ocho, Aguascalientes, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Zacatecas, Michoacán, Nuevo León y Guanajuato, las corridas cuentan con la salvaguarda de la declaración de patrimonio cultural. Tlaxcala ha celebrado recientemente una tarde de toros.

El mayor enemigo de los toros no está, sin embargo, en el terreno político o judicial. En México, como en otros lugares del mundo, como España, Colombia o Ecuador, es la afición la que disminuye día con día. Recientemente, en Francia, la Asamblea Nacional se preparaba para debatir la prohibición de las corridas, que se celebran en el sur del país, a instancias de un diputado. Finalmente, la iniciativa no se llevó a debate. Pero esto es solo un alivio provisional. Las nuevas generaciones no encuentran en este espectáculo la aceptación que tuvo décadas atrás. Prefieren el fútbol, el cine o los videojuegos, por poner tres ejemplos evidentes donde la afición es masiva.

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