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México se rezaga en la vacunación contra la covid en América Latina


El primer país latinoamericano en recibir la vacuna contra la covid-19 es un año más tarde uno de los más rezagados en vacunación en la región. Apenas algo más de la mitad de la población mexicana cuenta con su pauta completa de una o dos dosis, un 56,4% al 28 de diciembre si se divide el total por la estimación de 128,9 millones de habitantes del Banco Mundial. Entre el optimismo de las autoridades y los cuestionamientos de los especialistas, las dudas se multiplican ante la expansión de ómicron, que se encamina a convertirse en la variante dominante del virus en América Latina en las próximas semanas y ya ha dejado su huella en Europa y Estados Unidos.

Los datos arrojan que solo seis de cada 10 habitantes de México han iniciado el proceso de vacunación. Esta cifra contrasta fuertemente con la de países comparables de la región: en Brasil o Colombia roza el 75%, por ejemplo. En otros, ciertamente más pequeños en términos poblacionales como Argentina o con mayor nivel de ingreso como Chile, ese porcentaje está por encima del 80%. La vacunación se ha consolidado como un reflejo de la desigualdad que impera en América: al final de la lista continental están países como Honduras, Guatemala y Bolivia que han protegido a menos de la mitad de su población contra el coronavirus o el extremo de Haití, con un porcentaje que apenas ronda el 1%.

El pico de contagios por ómicron, una versión del virus mucho más contagiosa que las anteriores, ha puesto en alerta a varios países latinoamericanos que ya han aplicado dosis de refuerzo a sus habitantes. Chile marca el ritmo en la región con más del 53% de su población con tres y hasta cuatro dosis aplicadas, seguido por Uruguay que tiene un 43% de su población protegida con vacunas de refuerzo.

Los países de referencia en vacunación en la región tardaron más en comenzar sus campañas que México, que puso su primera dosis en la Nochebuena de 2020, pero poco a poco lo fueron superando. Así se aprecia al comparar evoluciones de dosis administradas per cápita. Los chilenos lo hicieron temprano gracias a su disponibilidad de la farmacéutica china Sinovac; les seguirían los uruguayos, con viales del mismo origen; después vendría Cuba, único país en la región que dispone de vacunas propias.

Para Jaime Sepúlveda Amor, director ejecutivo del Instituto de Ciencias de la Salud Global de la Universidad de California en San Francisco, el liderazgo de ambos países sudamericanos se debe a un golpe de timón respecto de su apuesta inicial por las vacunas chinas, que eran más fáciles de conseguir a principios de año, en medio de la escasez global, pero que han mostrado una baja efectividad frente a la nueva variante. “En Chile y en Uruguay han ido adecuando sus políticas sanitarias con base en la información científica, incluso en Brasil”, comenta Sepúlveda Amor.

“México se ha ido quedando atrás, mientras muchos países en Centroamérica, Sudamérica y el Caribe llevan mejores coberturas de vacunación”, agrega el especialista. El país norteamericano inició la aplicación de dosis de refuerzo hace dos semanas, pero restringido a adultos mayores de 60 años y a personal médico, a partir del pasado lunes. Aún no está claro cuál será la estrategia para el resto de la población en los próximos meses. Alejandro Sánchez, investigador del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, señala que las autoridades mexicanas no han tomado una decisión tajante ante una nueva disyuntiva: empezar a distribuir las dosis de refuerzo o ponerse al corriente con los rezagos que arrastra en las zonas más remotas de su territorio, donde viven millones de personas que no han recibido ninguna protección contra el virus. “La variante ómicron nos agarró con los dedos en la puerta”, asegura.

“El ritmo de vacunación ha sido lento y no se ha acelerado”, afirma Sánchez. Cuán retrasado está México respecto de otros países latinoamericanos en aplicación de dosis de refuerzo es una incógnita. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha publicado estadísticas del avance que se tiene. Andreu Comas, epidemiólogo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, reclama que el acceso a las bases de datos oficiales está blindado y que cuando solicitó entrar le pidieron firmar un acuerdo de confidencialidad. Como resultado no solo no se conocen cuántas dosis de refuerzo se han puesto, tampoco cuánto tiempo pasó entre la aplicación de las dosis ni información detallada sobre cuáles son las zonas de los Estados más atrasados. “La vacunación en México es sumamente opaca”, critica Comas. La adquisición de vacunas y los contratos también están blindados por acuerdos de confidencialidad y reservados como información de seguridad nacional.

El sistema mexicano ha demostrado que puede poner más de nueve millones de dosis en una sola semana, y sostener valores de 3,5 a seis millones de forma repetida. Una pregunta que queda colgando es por qué no se ha mantenido con mayor frecuencia este ritmo. Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, celebró que el país cerrará el año con cerca de 200 millones de dosis. La Secretaría de Salud, sin embargo, da cuenta de que solo se han aplicado poco menos de 150 millones. “Esas dosis se podrían estar utilizando para aplicar refuerzos”, comenta Comas. “Vamos cuatro o cinco meses atrás desde que se tuvo evidencia de que una tercera dosis sería necesaria”, agrega.

El Gobierno, sin embargo, sostiene que México tiene dosis suficientes para encarar los próximos meses. “No se entiende la estrategia de vacunación”, cuestiona Sánchez, “no vas a vacunar a menores de 16 años, no tienes vacunas suficientes para todos los refuerzos que se necesitan y aparte dices que no vas a comprar más, es una estrategia con bastantes fallas”.

Las discrepancias entre los datos que presenta el Gobierno de López Obrador y los conteos internacionales son notables. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, dijo el martes que un 88% de la población adulta ya está vacunada, 81,9 millones de personas. En la letra pequeña de la gráfica se especifica que el porcentaje considera a personas con al menos una dosis, tengan o no un esquema completo de vacunación. Se omite también que no se considera al total de habitantes como denominador y que alrededor de un 35% de la población, los niños y adolescentes entre los 5 y los 15 años, está completamente fuera porque las autoridades no contemplan vacunarlos, otro punto que ha provocado críticas entre los epidemiólogos.

Incluso bajo esos parámetros, Chiapas, Oaxaca y especialmente Guerrero presentan incidencias de la vacunación notablemente menores a otras entidades, medidas por el porcentaje de adultos con primera dosis: menos de tres cuartas partes, muy lejos del virtual 100% de la capital, Querétaro o San Luis Potosí. Esta brecha parece indicativa de capacidad de penetración territorial del sistema de salud, que a su vez correlaciona con el grado de pobreza multidimensional. Un patrón que se ha visto en otros países y que de hecho se ha reproducido a nivel mundial: las regiones más pobres han llegado más tarde a la inmunización.

“[Con ómicron] podríamos ver una gran cantidad de casos, pero una proporción mucho menor de hospitalizaciones de lo que hemos tenido en las olas previas, principalmente por el efecto de la vacunación”, argumentó López-Gatell. “Vamos bien y esperemos que para el año próximo, cada vez mejor”, lo avaló el presidente.

“No es lo mismo tener una dosis de vacuna que estar 100% vacunado”, afirma Sepúlveda Amor, que acusa a las autoridades de falsear los datos para proyectar una imagen más positiva de la respuesta gubernamental y de mayor seguridad de la que se tienen. “Se están torturando las estadísticas para forzar lo que ellos quieren decir, pero eso es una mentira y una mentira de grandes responsabilidades”, agrega. El epidemiólogo subraya que ómicron es tan contagiosa que la protección de dos dosis “no será suficiente” y que “es como si tuviéramos el equivalente a una dosis menos de vacuna”.

Sánchez pone en la mira la ausencia de pruebas y de cercos sanitarios para dar seguimiento a casos importados de la nueva variante. Pese a su cercanía con Estados Unidos y ser uno de los 10 países más visitados durante la pandemia, México informa en sus conteos oficiales de poco más de 40 casos confirmados de ómicron, aunque en la plataforma GISAID ya se identifican más de 250 secuencias de ómicron en el país. En contraste, Paraguay y Brasil dan cuenta de casi una veintena de turistas que regresaron de Cancún con la nueva versión del virus, a pesar de que no se ha detectado ningún caso en ese destino por parte de las autoridades.

Los especialistas coinciden en que será en enero cuando ómicron se convierta en la variante predominante en Latinoamérica. México llega sin nuevas medidas específicas, tras las celebraciones decembrinas y con pocas certezas sobre la vacunación en las próximas semanas y el impacto real de la variante en su territorio. “Estamos a ciegas”, resume Comas.

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