Los presidentes de México y Argentina sentaron este martes las bases de un propósito común que busca afianzar un nuevo eje progresista, o antineoliberal, en América Latina. La visita oficial que Alberto Fernández comenzó el lunes al país norteamericano tiene un significado que va más allá de la coyuntura, determinada ahora por el combate contra la pandemia de coronavirus y la gestión de las vacunas, y pretende fortalecer una alianza geopolítica en la región. Los dos mandatarios comparecieron en una conferencia de prensa conjunta en la que mostraron una profunda sintonía marcada por un objetivo: acabar de romper con el pasado reciente y la herencia de los últimos gobiernos.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ganó las elecciones hace dos años y medio con un proyecto que prometía centrarse en los asuntos nacionales. La mejor política exterior es la política interna. Esa ha sido siempre una de las máximas del veterano político. Desde que llegó al poder ha evitado pronunciarse abiertamente o interferir en las cuestiones que más preocupan en América Latina. En las últimas semanas, sin embargo, la estrategia de su Gobierno ha cambiado, al menos aparentemente, y va encaminada a adquirir un nuevo liderazgo dentro de la región. Una iniciativa que Argentina se muestra decidida a apoyar sin muchos reparos. “Que México y Argentina estén unidos es un deber que tenemos. Que encaren un futuro común y que esto ayude a la América Latina es una obligación que tenemos, del país más norteño al más austral debemos ser capaces de trazar un eje que una a todo el continente”, afirmó Fernández.
México se ha erigido de alguna manera en representante de los países perjudicados por el reparto internacional de las vacunas contra la covid-19. Lo recordó el canciller, Marcelo Ebrard, durante la comparecencia diaria del mandatario conocida como “la mañanera”. “La semana pasada lo planteamos en el Consejo de Seguridad a la ONU por indicaciones del presidente López Obrador. Es lo inaceptable que resulta el acaparamiento de las vacunas. Diez países están concentrando ya casi el 80% de las vacunas del mundo, lo peor se está acelerando”, lamentó el ministro de Exteriores. Su país, con una población de alrededor de 130 millones de habitantes, apenas ha administrado 1,7 millones de dosis.
El Ejecutivo de Fernández apoyó esa protesta que reclama una distribución más equitativa. Pero ese solo es un paso concreto de una agenda compartida, que tiene además un gran alcance simbólico. El mandatario rememoró la protección brindada por México a los exiliados de la dictadura y la acogida que el Gobierno de López Obrador dio a Evo Morales en noviembre 2019, cuando el político argentino ya había ganado las elecciones pero aún no era presidente en funciones. La afinidad de los proyectos políticos es quizá la principal premisa para afianzar esa alianza.
Fernández ha sido, además, el primer presidente en participar en una “mañanera”. Se trata de una muestra más de ese alineamiento, que es político e incluso personal. En palabras de Martín Borrego Llorente, director de la Subsecretaría para América Latina de la Cancillería mexicana, se debe a que hay “una química natural” entre ambos mandatarios. “Hay una sintonía de posiciones entre ellos y eso generó un diálogo fluido”, dijo. Las coincidencias ideológicas entre los mandatarios se tradujeron en elogios este martes. “Por fin México tiene un presidente con valores morales como merecen los mexicanos”, ha dicho el argentino. “Alberto es nuestro amigo”, ha respondido su par mexicano.
El objetivo de López Obrador y de Fernández consiste, en última instancia, en promover un regreso a los equilibrios recientes, cuando el mapa geopolítico de América Latina estaba teñido de rojo, aunque ese color tuviera una amplia gama de matices. De la Argentina de Cristina Fernández a la Bolivia de Evo Morales, al Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, la izquierda gobernaba en casi toda Sudamérica. En Chile hace una década acababa de terminar su primer mandato Michelle Bachelet, quien volvió después, entre 2014 y 2018. Rafael Correa estaba en pleno ascenso en Ecuador. En Venezuela Hugo Chávez seguía en el poder y, pese a las críticas a su gestión, aún no se había acelerado la deriva social, institucional y económica de Nicolás Maduro.
El fin del eje bolivariano
Tras el desmoronamiento del llamado eje bolivariano, en los últimos meses se ha producido el regreso al poder de la izquierda heredera de Morales en Bolivia y en abril se celebran elecciones en Ecuador y en Perú. En el primer país, un candidato apadrinado por el expresidente Correa ganó con amplio margen la primera vuelta, el pasado 7 de febrero. Al mismo tiempo, se han multiplicado las actividades de organizaciones que promueven políticas progresistas como el Grupo de Puebla, fundado en la ciudad mexicana en 2019. En este contexto, México y Argentina, de norte a sur, encabezan las aspiraciones de cambio en la región.
Eso era lo más importante, el mensaje primordial más allá de las sombras que planearon sobre la visita. El presidente argentino comenzó este viaje, el primero a México de un gobernante en funciones en una década y con objetivos en esencia comerciales, salpicado por el escándalo de las vacunas administradas en forma irregular a 70 personas influyentes, conocido como vacunatorio VIP. El caso, que ha abierto una profunda crisis política en el país sudamericano y costó el cargo al ministro de Salud, sobrevuela la visita cuando el foco está puesto precisamente en la gestión de las vacunas contra la covid-19. Fernández, sin embargo, pidió tratar el tema sin politizarlo y se dirigió a la justicia con un reclamo: “Terminemos con la payasada”.
El político desdeñó la decena de denuncias presentadas para esclarecer las responsabilidades del caso, destapado el pasado viernes. “No hay ningún tipo penal en la Argentina que diga que será castigado el que vacuna al que se adelantó en la fila. No se pueden construir delitos graciosamente”, enfatizó el presidente, quien sostiene haber hecho lo necesario para pasar página. El escándalo de las vacunas desembocó en la dimisión de uno los ministros más fuertes de la Administración. El titular de Salud, Ginés González García, fue forzado a renunciar tras conocerse que se había inmunizado en la sede del ministerio a unos pocos privilegiados con buenos contactos en el poder. En la lista de los vacunados, que el Ejecutivo argentino dio a conocer este lunes, aparecen nombres como el expresidente Eduardo Duhalde y sus hijos, o el excandidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli.
Una de las denuncias llevó a la justicia a imputar este lunes a González García por abuso de autoridad y a registrar la sede del Ministerio de Salud en busca de pruebas. “Reaccioné y perdí un ministro”, recordó Fernández. “Si hay más responsables se van a tener que ir, pero no voy a hacerme cargo del escarnio público que están promoviendo sin medida en Argentina”, continuó.
López Obrador evitó pronunciarse al respecto. “Respetamos mucho al Gobierno de Argentina y nosotros no vamos a opinar sobre este asunto en estos momentos”, dijo. El presidente mexicano aprovechó en cambio las preguntas formuladas por los periodistas para resaltar los cambios, la ruptura con el pasado, los últimos Gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto -una de las prioridades de su mandato- y cargar contra la prensa, buscando también en ello una afinidad con Fernández.
“A veces la prensa no actúa con objetividad. Y en estos casos, como lo decía Alberto [Fernández], yo pensaba que nada más era en México, la prensa conservadora, los que apoyaban a los Gobiernos neoliberales, que saquearon, yo creo que en el caso de México no hay duda, en el caso de Argentina no puedo decir más de lo que me consta, que endeudaron a Argentina”, afirmó a propósito de la relación de ese país con el Fondo Monetario Internacional. “Eso sí me consta. Los organismos financieros internacionales, que supuestamente actúan con imparcialidad y que no participan en política, y eso es mentira”.
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