A Soledad Torrado se le quiebra la voz cuando piensa en los últimos días de vida de su cuñada Julia Rangel, de 47 años y vecina de Aceuchal (Badajoz). En menos de una semana, cuenta Torrado, pasó de tener un simple malestar a superar los 39 grados de fiebre, sufrir asfixia, echar espuma por la boca y delirar. Tras dar positivo el día 13 de octubre por coronavirus junto con su marido José Manuel y su hijo Ismael, se confinó en su casa a la espera de una pronta recuperación, pero su situación, precisan varios familiares, no paró de empeorar. Pese a las reiteradas llamadas al centro de salud, dicen sus allegados, no recibieron una visita de un médico hasta el 18 de octubre, cuando ya era demasiado tarde. “Ese día, primero por teléfono, la doctora le dijo que esos síntomas eran de los nervios, que se tomase otro trankimazin [medicamento que la ya fallecida tomaba desde hacía años por prescripción médica]. Volvieron a llamar porque no mejoraba y cuando fue por fin a su casa les dijo: ‘Ahora sí que está mal”, cuenta Torrado, que ejerce de portavoz de la familia. Media hora más tarde de ese episodio, y tras llevarla en ambulancia al Hospital Tierra de Barros (Almendralejo, Badajoz), Rangel murió.
Como queja, Ana Belén Rosa, nuera de Rangel, envió este lunes una carta al consejero de Salud de Extremadura, José María Vergeles, donde relataba lo sucedido y le solicitaba que se abriera un expediente disciplinario y sancionador a los responsables “que omitieron las llamadas reiteradas”. La Junta de Extremadura solicitó ayer al Servicio Extremeño de Salud (SES) que abra una investigación para esclarecer los hechos. En un comunicado, la Junta reiteró “su puesta a disposición de la familia de la fallecida”. No obstante, los familiares precisaron que ni el consejero de Salud ni el centro médico han contactado con ellos. Ayer, los casos por covid-19 en Extremadura eran 15.648.
La familia, que está estudiando poner una denuncia contra el SES, afirma que ha intentado contactar con el centro médico para conocer el nombre de la doctora que supuestamente cometió la negligencia, pero los responsables, asegura Torrado, desconocen quién estaba de guardia el día que falleció. “Me dijeron que lo mejor que podía hacer era rellenar una hoja de reclamaciones. ¿Lo ves normal? Como si fuera un bar y la comida estuviera mala”, comenta la familiar. Preguntada por estos detalles, la Junta de Extremadura respondió que, hasta no terminar la investigación, prefieren guardar silencio. Este diario ha intentado, sin éxito, localizar a la doctora que atendió a la afectada para que diera su versión de los hechos.
La familia asevera que desde el primer momento que Rangel se encerró en casa, el centro de salud “le daba largas” diciendo que sus dolencias eran comunes y que, al ser joven y no tener patologías previas, no era una persona de riesgo. “En una ocasión la médico le dijo a mi hermano que, cuando dieran todos negativos, lo que tenía que hacer era llevar a mi cuñada a un psiquiatra”, cuenta Torrado.
La afectada llegó sola al hospital, su marido y su hijo Ismael se tuvieron que quedar en casa al ser positivos. Cuando sus otros dos hijos, José Manuel y Francisco Javier, alcanzaron el hospital Rangel ya había muerto. “Llegué allí y me encontré a uno de ellos y se me tiró al cuello. Los médicos le acababan de comunicar cómo había muerto mi cuñada, pero estaba paralizado. Me dijo: ‘Tata, solo sé que mi madre está muerta’”, cuenta Torrado, que no deja de pensar que si un doctor hubiera visitado a su familiar un solo día antes, aún seguiría viva. “Es muy duro. Pensar en mi sobrino Ismael de 22 años limpiándole, como estuvo haciendo, la espuma de la boca a su madre y que la doctora le dijera a mi hermano por teléfono que eso era de los nervios”, dice.
Las personas cercanas a Rangel no dudan de la valentía y dedicación del resto de médicos. “En el Hospital de Tierra de Barros lo dieron todo por salvarla, pero era tarde. Nos preguntaron si queríamos hacerle la autopsia para conocer de que había muerto, pero dijimos que no. Todos lo sabemos. Mi cuñada no ha muerto de covid, ha muerto por abandono”.
Una sola ambulancia para más de 5.500 vecinos
El Ayuntamiento de Aceuchal ha puesto una queja ante las autoridades sanitarias extremeñas por la “situación deficitaria de la atención primaria en la localidad”. En una misiva dirigida al consejero de Salud, José María Vergeles, el Consistorio ha mostrado el malestar general que ha provocado la muerte de Julia Rangel. El alcalde, Joaquín Rodríguez, señala que los vecinos no dejan de quejarse “por la atención que se les presta en el centro de salud”, donde los médicos están “desbordados”, cuentan con una sola línea de atención telefónica y una única ambulancia para más de 5.500 vecinos. “Están asustados e impotentes ante la falta de medios para ser atendidos”, explica Rodríguez. Soledad Torrado se queja: “La ambulancia tardó muchísimo y solo iba el conductor. Mi hermano y mi sobrino, ambos con covid, tuvieron que salir a la calle para ayudarle porque solo no podía. Si hubiera llegado antes tal vez mi cuñada se habría salvado”.
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