El gobierno del Estado de México, que encabezaba Eruviel Ávila, torturó a testigos y manipuló pruebas de la masacre en Tlatlaya.
El ex gobernador del Estado de México y hoy senador del PRI, Eruviel Ávila, manifestó su respeto al general Salvador Cienfuegos, y aseguró que es un “hombre probo”, pese a que este mismo día se dieron a conocer los cargos de los que se le acusa y por los que fue detenido ayer en EU, como trasiego de drogas y lavado de dinero.
“Yo quiero expresar en este foro, en este momento, mi respeto a mi general Cienfuegos,. Es un hombre probo, es un hombre que merece todo nuestro respeto y hago votos para que en el país vecino se le respete el debido proceso y se haga respetar, también la presunción de inocencia”, dijo Ávila durante un foro para analizar la minuta que deja en la Secretaría de Marina el control de los puertos en el país, en lugar de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
📌 “Mi respeto a mi general Cienfuegos”, dijo hace unos momentos Eruviel Ávila, exgobernador de Edomex y actual Presidente de la Comisión de Marina en el Senado Mexicano.
“Es un hombre probo”, señaló. 👇🏼
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— Elisa AlanísZurutuza (@elisaalanis) October 16, 2020
Ávila era gobernador del Estado de México, cuando ocurrió la masacre de Tlatlaya, en junio de 2014, a manos de militares.
En un primer momento, el entonces mandatario mexiquense defendió la actuación de los soldados: “Podemos ver que el Ejército mexicano actúa con firmeza con acciones concretas y el gobierno del Estado de México le reconoce su participación y le agradece la acción decidida y contundente del día de ayer”.
El gobierno del Estado de México, que encabezaba Eruviel Ávila, torturó a testigos y manipuló pruebas periciales para encubrir los rastros dejados por miembros del Batallón 102 del Ejército Mexicano sobre el asesinato de 22 civiles en el municipio de Tlatlaya, según consta en la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
En su investigación, la CNDH concluyó que el mandatario mexiquense y el procurador Alejandro Gómez Sánchez, no tenían pruebas para concluir, como lo hicieron, que los 22 muertos encontrados en esa localidad colindante con Guerrero cayeron durante un enfrentamiento con soldados, toda vez que desde entonces había pruebas en el sentido de que algunos de ellos fueron asesinados.