La última gran misión del veterano político francés Michel Barnier, nacido hace 72 años en la localidad de La Tronche, en las faldas de los Alpes franceses, fue original: dirigir una negociación que desde el inicio sabía que iba a dar un resultado negativo, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Y negociar así, admite Barnier, “no es fácil”. “Fui encargado”, señala, “de organizar un divorcio de manera correcta”. El dos veces ministro en su país, con Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, guarda buenos recuerdos de Bruselas. Fue dos veces comisario y, finalmente, hasta la ejecución del Brexit, responsable para la UE de las negociaciones con Londres. “Es una experiencia excepcional”, dice antes de ser galardonado este miércoles en Madrid por la asociación Diálogo por su defensa de los intereses europeos, “pero no tengo nostalgia”.
De vuelta al teatro de la política francesa, Barnier, que en 2021 intentó sin éxito ser candidato presidencial por Los Republicanos, insiste en que no tiene agenda personal, que quiere aportar su experiencia, “cultivar y cultivar” alianzas —por algo fue titular de Agricultura— para casi todo, pero especialmente, para frenar lo que llama la “aventura de la extrema derecha”.
Pregunta. ¿Ha pasado página la Unión Europea con el Brexit?
Respuesta. Nosotros hemos pasado la página, los británicos no. Estuve en Escocia la semana pasada, en Londres hace unas semanas, y el debate sobre el Brexit sigue ahí, cada vez más, con un cambio en la opinión pública, que se hace preguntas. Los británicos subestimaron las consecuencias del Brexit, que son muy graves, y a veces las ocultaron. Sus efectos son innumerables a nivel económico, financiero, técnico, legal, social, humano y político. Fue una decisión extremadamente grave tomada por los británicos durante el referéndum y, lamentablemente, tiene consecuencias. Pero nosotros hemos pasado página. La señora [Angela] Merkel dijo una vez que el futuro de Europa es más importante que el Brexit y lo suscribo; creo que tenemos que ocuparnos de las cuestiones europeas y luego establecer con los británicos, si así lo desean, una nueva relación.
P. ¿En qué estado se encuentra el euroescepticismo tras la experiencia del Brexit?
R. La negociación ha terminado y ahora lo más importante es el futuro de Europa y cómo nos preparamos para el mundo que viene, también con los ingleses. ¿Qué relación positiva necesitamos construir ahora que están fuera? Hay lecciones del Brexit que expliqué en mi libro La gran ilusión. Diario secreto del Brexit (2016-2020) [Editorial Akal]. No confundo populismo con sentimiento popular. En el Reino Unido, el Brexit estuvo impulsado por un sentimiento popular, muy serio y profundo, una inquietud social, a veces la ira social, que utilizaron los brexiters y los nacionalistas británicos, como Nigel Farage o Boris Johnson. Pero este sentimiento popular hay que escucharlo y entenderlo. Existe en España y también en Francia. Es también lo que explica el empuje de la extrema derecha y la extrema izquierda en mi país y en muchos otros países europeos: es la desindustrialización, el declive de la actividad agrícola, la inmigración que ya no se controla, la sensación de inseguridad.
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P. ¿Mantiene la necesidad de establecer un cordón sanitario frente a la extrema derecha?
R. Conozco el debate sobre esto en España, en Italia… En Francia tenemos un movimiento de extrema derecha muy particular, cercano a las tesis de Rusia, que tiene una política económica absolutamente demente, que muestra sentimientos xenófobos. Creo que en mi país no hay complacencia alguna o debilidad hacia la extrema derecha. Soy miembro del partido Los Republicanos, que es un movimiento gaullista, y nunca hemos transigido, nunca ha habido la menor debilidad con respecto a la extrema derecha ni la habrá. Nuestro desafío político es reconstruir un gran movimiento en Francia, una gran propuesta política de la derecha y del centro, de centroderecha.
P. Hablando del futuro de la UE, ¿es la inmigración el gran desafío?
R. Sí, pero no el único. Yo mismo lo he dicho: control de fronteras, control de inmigración, acoger mejor a las personas que vienen de fuera y que queremos acoger como inmigrantes económicos o refugiados. No podemos recibir a todo el mundo. Esto significa una mejor política común sobre asilo, visados e inmigración. También una política de cooperación fuerte con África para que los africanos, especialmente los jóvenes africanos, tengan un futuro en sus hogares. No hay solución al problema de la inmigración fuera de una política europea fuerte. Sí, es un problema, no es el único, pero es un problema grave.
P. El Gobierno francés va a iniciar el diálogo para una nueva ley de inmigración. Usted defendió en su campaña para ser candidato presidencial una moratoria a la acogida de inmigrantes en Francia, ¿lo mantiene?
R. Sí, tengo exactamente las mismas posiciones que hace dos años, cuando era candidato a las elecciones presidenciales en el marco de mi partido, en las primarias. Los Republicanos van a hacer propuestas al Senado y a la Asamblea Nacional que van en esa dirección. Nunca he confundido la libertad de circulación dentro de Europa, que es intocable, que hay que preservar, con el control de los flujos migratorios del exterior. Y la moratoria no significa detener la inmigración. Es una pausa para revisar los procedimientos franceses que ya no se aplican correctamente o que se desvían, en particular, la reunificación familiar, las expulsiones, las subvenciones. Hay mucha malversación y fraude en Francia. No, no se trata de detener la inmigración, se trata de establecer procedimientos para que sean respetados.
Michel Barnier, durante la entrevista este miércoles en Madrid. Claudio Álvarez
P. También defendió en las primarias de Los Republicanos retrasar la edad de jubilación, aunque su partido no apoyó, finalmente, la reforma de Emmanuel Macron.
R. No he cambiado de opinión. Creo que esa reforma era necesaria y, por eso, al final del proceso legislativo ―yo no soy parlamentario― expresé públicamente mi apoyo a la reforma tal como estaba redactada, después de las discusiones, las enmiendas propuestas, en particular por mi partido político, que hizo un trabajo constructivo muy grande. Los diputados de Los Republicanos no votaron a favor de este texto que, finalmente, no obtuvo una mayoría. Lo lamento. He secundado ese texto porque creo que las finanzas públicas están en una situación muy grave en Francia, con 3.000 millones de deuda. No tenemos derecho a escribir cheques en blanco a las generaciones futuras, ni sobre finanzas, ni deuda, ni ecología. Nuestra generación tiene una responsabilidad frente a las nuevas generaciones.
P. Pero la reforma se hizo a través de una medida extraordinaria.
R. Francia es un país difícil para reformar y para gobernar.
P. Aprobar una reforma así a través de un decreto, que es algo extraordinario, sin el consenso parlamentario, ¿daña de algún modo el funcionamiento democrático?
R. Es una disposición de la Constitución francesa y muchos gobiernos, de izquierda y de derecha, han utilizado este procedimiento. Pero es democrático, republicano, y es parte de la Constitución. Ahora bien, hay un problema grave en mi país porque no tenemos la cultura del compromiso y debate que hay, por ejemplo, en las instituciones europeas. Nos encontramos en una situación sin precedentes en Francia. Por primera vez desde el inicio de la V República, el presidente no cuenta con una mayoría que lo apoye en la Asamblea Nacional. Es una situación sin precedentes que requiere aún más diálogo, aún más respeto, y escuchar más que en el pasado. Se requiere una cultura que no es habitual en Francia, que es la del compromiso. Es escuchar a los demás, respetarlos, a veces estar de acuerdo, a través del debate y el diálogo. Esta cultura no es muy francesa y debería serlo desde el principio.
P. ¿En qué estado de salud está la relación entre la calle y el Gobierno de la República?
R. La situación es difícil. He pronunciado palabras importantes para mí: respeto, diálogo, debate. Fui el primer ministro francés, como ministro de Medio Ambiente en 1993, en incluir en una ley francesa dos palabras que no estaban: debate público. Creé la Comisión Nacional de Debate Público. Ahora bien, también es necesario que en una democracia la minoría respete a la mayoría. Encuentro que la extrema izquierda francesa actualmente no se está comportando correctamente. Hay ataques anormales, muchas veces inadmisibles, contra el presidente de la República, que debe ser respetado como personalidad; las instituciones deben ser respetadas. Hay una agresividad en el debate político francés que no es normal y debemos tener mucho cuidado.
P. Perdió en las primarias de su partido en 2021. ¿Estaría dispuesto a optar de nuevo a un puesto de gobierno?
R. No tengo una agenda personal. Tuve la ambición legítima de ser presidente de la República y candidato de mi familia política, que hizo otra elección. He tomado nota de esta elección y sigo expresando mis ideas. Lo que más me interesa a mi edad es transmitir mis convicciones, compartir análisis y experiencias europeas, nacionales y regionales. Estoy decidido a participar en el debate político y defender mis ideas patrióticas y europeas. Con este título que tengo en mi perfil de Twitter, patriótico y europeo, participo en la reconstrucción de una nueva propuesta política de centroderecha en Francia que es, creo, vital para evitar la aventura de la extrema derecha y la elección de Marine Le Pen.
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