Miles de personas se manifestaron el sábado en la ciudad de Valencia, en el este de España, por la actuación de las autoridades regionales ante las devastadoras inundaciones que causaron más de 220 muertos en una de las peores catástrofes naturales de Europa en décadas.
En la última protesta por las inundaciones, los manifestantes llenaron el centro de Valencia exigiendo la dimisión del presidente del gobierno regional, Carlos Mazón, y coreando “¡Asesinos!”.
“Nuestras manos están manchadas de barro, las vuestras de sangre”, rezaba una pancarta. Algunos manifestantes arrojaron botas llenas de barro frente al edificio del consejo en señal de protesta.
Los residentes de las zonas afectadas acusan a Mazón de emitir una alerta demasiado tarde, a las 20:00 horas del 29 de octubre, mucho después de que el agua ya estuviera llegando a muchas ciudades y pueblos cercanos.
El dirigente valenciano ha dicho que habría dado la alarma antes si un organismo oficial de control del agua hubiera notificado a las autoridades la gravedad de la situación. Mazón no respondió a las peticiones de Reuters para hacer comentarios.
“Queremos mostrar nuestra indignación y rabia por la mala gestión de este desastre que ha afectado a tanta gente”, dijo Anna Oliver, presidenta de Acció Cultural del País Valencià, uno de los cerca de 30 grupos que organizaron la protesta.
Tras días de avisos de tormenta por parte del servicio meteorológico nacional a partir del 25 de octubre, algunos municipios y entidades locales dieron la voz de alarma mucho antes que el gobierno regional.
Por ejemplo, la Universidad de Valencia comunicó a su personal el 28 de octubre que no acudiera a trabajar. Varios ayuntamientos suspendieron actividades, cerraron instalaciones públicas y pidieron a la gente que se quedara en casa.
El servicio meteorológico AEMET elevó su nivel de amenaza por fuertes lluvias en la zona a alerta roja a las 07:36 horas del 29 de octubre.
Cerca de 80 personas siguen desaparecidas en lo que constituye el diluvio más mortífero en un país europeo desde que las inundaciones de Portugal en 1967 causaron cerca de 500 muertos.
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