Miquel Montoro, ‘youtuber’ con 15 años: “He pensado más de una vez en dejarlo. Por momentos no disfrutas de la vida”


Una simple búsqueda en Google es suficiente para ver hasta qué punto de viral es ya su nombre: ¿Quién es Miquel Montoro, el adolescente de Mallorca famoso por su ‘hostia pilotes’?; El youtuber mallorquín que consigue que Broncano cumpla sus promesas; Montoro contra el ‘bullying’: “¿Por qué se tienen que reír de ti por ser diferente?”, son algunos de los titulares, entre más de medio millón de resultados, que salen en el buscador.

Hay más: una autobiografía ya publicada (Uep! Mis aventuras en el campo); un papel en una película (Incestum, de Héctor Escandell), y, sobre todo, casi un millón de seguidores y suscriptores entre Instagram y su canal de YouTube. Una cifra seis dígitos mayor a la población de Sant Llorenç des Cardassar, el pequeño pueblo mallorquín desde donde cuelga los vídeos sobre la vida en el campo que lo han convertido en un niño influencer. Empezó con solo 11 años, ahora tiene 15. Está en plena adolescencia.

En la última campaña en la que ha participado de la Liga ACB: Actuamos contra el ‘bullying’, Miquel Montoro (Mallorca, 15 años) explica su experiencia de acoso escolar que sufrió en Primaria por su aspecto físico. “Yo creo que los colegios hoy en día podrían mejorar más en este aspecto”, explica desde su casa a este diario junto a su madre Sandra, que también participa en algunos de los vídeos y coordina su agenda, sus actos, y sus redes sociales, junto a un representante contratado por la familia.

“Es realmente duro [el acoso escolar]. Yo lo sufrí durante cuatro años y hay un momento en el que te llegas a sentir culpable tú. Cuando realmente es el otro, el que abusa, el que lo es”, dice el adolescente sobre uno de los problemas que en el vídeo de la ACB hace hincapié: cuando el que sufre el acoso escolar tiene que abandonar el colegio para huir de ese ambiente, y los que abusan, se quedan. “A mí no me ocurrió ese extremo, pero sé de casos que sí. No es justo”, añade.

Sobre el acoso, Montoro también habla sobre los llamados haters (odiadores, muchas veces bajo anonimato, en redes sociales). “No hay que dar importancia a los comentarios malos. Siempre está el típico… que lo hace. En todo el mundo habrá alguien al que no le gustará tu trabajo. El simple hecho de ser famoso, te perjudica para que después la gente te critique. A la que hay que escuchar es a la gente que te da consejos”, dice. Su madre interviene para añadir: “Aunque él es de los youtubers que menos haters tiene. Quizás de cada 100 seguidores, solo hay uno”. Solo en Instagram, Montoro acumula 580.000 seguidores.

“Con el tiempo, vas aprendiendo”, explica el adolescente sobre lidiar con malos comentarios en la red y el precio de las críticas que, explica, se tiene que pagar cuando te conviertes en un personaje público. Incluso cuando eres un niño.

Sobre la fama en la infancia, y rebobinando los cuatro años intensos que ha vivido desde que saltara a la viralidad televisiva y de internet con apenas 11 años por un vídeo sobre cómo comer naranjas (solo este acumula la friolera de 3 millones de visitas), el youtuber admite: “Cuesta asimilar ir por la calle y que te paren”. A la pregunta de si en algún momento ha querido dejar de ser conocido, Montoro responde: “Sí. Llega un punto en el que dices: ‘aquí hay demasiada gente”, se sincera. En este sentido, Montoro recuerda una mala experiencia que vivió en una feria de campo en Zaragoza, en la que estaba invitado. “La gente me rodeaba, me querían ver. Subían por los tractores para hacerlo. Uno de ellos iba borracho y me quería levantar para hacerse una foto. Me agobié”, recuerda. Entonces, solo tenía 13 años. Montoro añade: “Pero luego lo piensas en frío y ves las cosas buenas que has vivido y que no hubieras podido”.

—¿Y no has pensado alguna vez en parar, en dejarlo todo?

—Sí, más de una vez. Llega un momento en el que dices: ‘no estoy disfrutando de mi vida’. Lo he pensado muchas veces. Hay semanas en las que sales de clase… y hay que hacer una entrevista [con los medios]. Y entonces dices: hey, que yo también quiero vivir. Después de pasar toda la mañana estudiando y después por la tarde tener que estar entre cámaras y tal… no, no. Y ahí llegas a decir: ‘no disfruto de esto’. Lo dejamos una semana, sin nada. Y ya está. Vas haciendo.

El youtuber asegura que él no se fija en el número de visualizaciones de sus contenidos y que incluso no sabe cuál es el último vídeo que está colgado. Muchas veces no los sube él. Entre sus publicaciones, hay publicidad para grandes compañías como Orange o Uber Eats.

Con todo, pese a vivir experiencias malas como en la feria del campo de Zaragoza, y reconocer que por momentos ha deseado no ser popular, el adolescente asegura que su actividad le ha llevado cosas muy buenas: “Luego lo piensas en frío, te dejas asesorar por tu familia y te ayuda a ver las cosas buenas para seguir. He podido hacer cosas impensables y [he tenido] buenas experiencias que no hubieran sido posibles”, dice el menor, que entre sus mejores vivencias cita haber podido conocer a gente muy sabia y reconocida del sector granjero, su pasión. Con sus vídeos, Montoro dice que busca “mostrar cómo se hace el producto de proximidad y quererlo más”. “Hoy en día no lo queremos, si se ve lo que hay detrás, la gente lo hará más”, añade.

Montoro dice haberse hecho a la idea que lo de ser youtuber algún día terminará. “Esto lo tengo asumido”. Aunque él directamente no se siente identificado con ese término: “Yo soy pagés [campesino]”, sentencia. Tiene prisa por terminar la entrevista, una de sus perras acaba de parir una camada hace pocas horas y está ilusionado, como cualquier chaval de su edad.


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