Mireia Belmonte portó la bandera de la delegación de España en el desfile inaugural de los Juegos, el viernes por la noche, y este sábado se clasificó para la final de 400 estilos, la prueba más compleja del programa de la natación.
Varios planetas se alinearon en la conformación del universo más adecuado a las circunstancias de la española. Primero, el bajo nivel de una prueba estancada que registró tiempos de hace más de una década y apenas inscribió a 18 participantes de todo el mundo. Segundo, el pobre estado de forma que exhibieron las nadadoras que venían completando esta especialidad con mejores marcas en los últimos meses. Tercero, el abandono de la canadiense Sydney Pickrem y de la australiana Kaylee McKeown, la cabeza del ránking en el último año. Por último, un guiño del azar en forma de coordenada para no perderse. Junto a su calle nadó la húngara Katinka Hosszu, una referencia inmejorable. Lo advirtió el biomecánico del equipo español, Raúl Arellano: “Mireia solo tendrá que ponerse en la estela de Katinka”.
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Enganchada en la ola de la legendaria nadadora húngara, Mireia Belmonte ahorró energía en el parcial de 100 mariposa, se esforzó por no quedar descolgada en el 100 espalda, recuperó en el 100 braza y remató en el doble largo de crol. Provista de una reserva de combustible que Hosszu, a sus 32 años, no pudo consumir, Mireia salió del último viraje ágil como una marsopa. La batalla del 50 que dirimió el tercero y el cuarto puesto fue un homenaje a las glorias de una época que se aproxima a su fin en Tokio. La húngara, viéndose asaltada, tiró de orgullo. No le bastó. En el último metro, su vieja rival se le adelantó. La española tocó la placa en 4m 35,88s. Fue una marca que pocos esperaban después de tres años de indulgencias. No nadaba en 4,35 desde 2017.
La marca le permitió pasar a la final en cuarta posición. Por detrás de la estadounidense Emma Weyant, que hizo 4m 33,55s, y la británica Aimee Willmott, que nadó la prueba en 4m 35,28s, y la japonesa Yui Ohashi en 4m 35,71s. Quinta se clasificó la estadounidense Hali Flickinger en 4m 35,98s, sexta la húngara Viktoria Mihalyvari-Farkas en 4m 35,99s y séptima Hosszu, en 4m 36,01s. El corte lo señaló la italiana Ilaria Cusinato en 4m 37,37s. Una marca pobrísima si se considera que en 2008, durante los Juegos de Pekín, el corte estuvo en 4m 36,56s. Un segundo menos.
Pekín fue la primera vez que Mireia nadó los 400 estilos en unos Juegos. No logró clasificarse para la final. Salió del agua llorando, como tantas veces. De aquella generación de nadadoras, solo permanecen en activo la española y Hosszu, que entonces tampoco logró entrar en la final. Las dos estaban llamadas a transformar la natación por su versatilidad y, especialmente, por su longevidad. En los Juegos de Río, Hosszu fue oro y su gran rival se colgó el bronce.
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Tokio reeditó un clásico. Aparentemente desigual. Mireia venía de autorregularse durante tres años y denunciar una tendinitis para saltarse concentraciones en altura. Hosszu había nadado en 4,30 minutos en 2019 y en 4,34 esta primavera. Las trayectorias se torcieron contra la apariencia de los resultados.
Sin hacerse notar apenas, sin levantar sospechas, Mireia irrumpió en la competición por la puerta de servicio. Dio un golpe en toda regla. El zarpazo de la típica veterana que mide sus esfuerzos, se coloca donde debe, y se mueve únicamente si es imprescindible. Apenas había competido desde hacía un año. Solo había bajado de 4,40 minutos una vez, en junio en el mitin de las Siete Colinas. Hizo 4,39s y despertó algunas esperanzas. Incluso con esa marca, a lo largo del 2021 la FINA había registrado a 17 nadadoras más veloces. Ahora, tras la clasificación, la española sitúa su marca como la 13º del año pero a un paso de un podio que, según los expertos, estará en torno a los 4,34. La inmadurez de Weyant, los nervios de Ohashi y la inestabilidad emocional de Willmott abren el desenlace.
A veces la natación en línea tampoco es un deporte lineal. En 20 oportunidades a lo largo de su vida, la nadadora de Badalona completó los 400 estilos más rápido que en Tokio. Con la marca de su mejor verano, el de 2013, tendría el oro prácticamente asegurado en una prueba medio baldía. La final se disputará este domingo pasadas las 3:00 AM en España (La 1 y Eurosport). Dadas las condiciones tan accidentadas de una prueba que en Tokio se nadó más lenta que en los Juegos de 2008, quién sabe si el destino reserva a Mireia Belmonte, a sus 30 años, una hazaña sin precedentes.
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