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Moderna y vanguardista, la alta costura renueva sus postulados


Kerby Jean Raymond ha tenido “una idea mejor”. Así, sin excusas rebuscadas, se justificaba el diseñador y creador de Pyer Moss vía redes sociales. Con permiso de Balenciaga, su desfile era el más esperado de esta semana de la alta costura: es el primer creador afroamericano invitado a mostrar su colección dentro del calendario oficial. Decidió hacerlo, además, desde Villa Lewaro, la mansión en Irvington (Nueva York), que perteneció a C.J. Walker, la empresaria de la cosmética considerada la primera afroamericana que llegó a ser millonaria en los Estados Unidos. En el directo previo a ese desfile que no fue se veía a los invitados llegar a la casa bajo una lluvia total. Dos horas más tarde de lo previsto, Raymond decidía cancelar. No solo por las inclemencias meteorológicas. Tal y como contó en su Instagram, el desfile, que finalmente se celebrará el sábado, estará abierto al público, que podrá apuntarse a la lista de invitados a través de un link.

El hecho de que Pyer Moss, una marca que centra todo su discurso en el activismo antirracista y que nunca se ha ceñido a las dinámicas impuestas por la industria (desfila donde y sobre todo cuando quiere) haya entrado en el exclusivo listado de las firmas de alta costura es la prueba definitiva de que este ámbito ha abierto la puerta al cambio, tras varios años en los que se ha debatido sobre su necesaria modernización. Que Raymond, además, haya burlado su rígido sistema, posponiendo su debut y convirtiéndolo en un evento democrático, abierto a los primeros que se apunten en la lista, dice mucho sobre los nuevos valores que para algunos deberían imperar en este sector tras la pandemia.

Sin embargo, hay cosas que nunca cambian. Tras dos ediciones celebradas, salvo pocas excepciones, en formato digital, la mitad de las firmas implicadas han decidido volver al formato físico, sea en desfiles al uso o en presentaciones para prensa y clientes. Hace unos meses, el presidente de Chanel, Bruno Pavlovsky, contaba en una entrevista a S Moda que en treinta años no había descubierto una forma de comunicación más eficaz que la de una pasarela tradicional. Y lo cierto es que para ciertas marcas el desfile sigue siendo necesario, más, si cabe, si es de alta costura, donde cada enseña demuestra su potencial no solo en materia de diseño y artesanía, también en lo que respecta a su habilidad para emocionar y entretener en directo. Del mismo modo que no es lo mismo un concierto que un videoclip (aunque el concierto se vea incluso en remoto), ver en streaming una pasarela en directo sigue enganchando más a la audiencia que ver un cortometraje mostrando la colección.

Salvo excepciones. El video que realizó Margiela junto al director Olivier Dahan demuestra que la filmación, en según qué casos, es más pertinente que la pasarela. Con A folk horror story, el cortometraje que utilizó la marca para mostrar su nueva colección de Artisanal, la histórica línea de alta costura de la casa, volvió el John Galliano narrador de grandes relatos, el que resucitó el aura de Dior hace un cuarto de siglo revisitando episodios históricos y teatralizando la moda. En Margiela, obviamente, ha sustituido el exceso clásico por la conceptualización y la apariencia de austeridad, de ahí que haya puesto el foco en la pintura holandesa del siglo XVII para contar la historia de una comunidad aislada que lucha contra los elementos naturales. Una historia descarnada y despojada de artificios en la que las prendas funcionan como elementos narrativos, piezas que se rasgan, se estropean o se desintegran reflejando el paso del tiempo y el poder de la naturaleza.

El tercer gran implicado en la última jornada de desfiles también se decantó por el relato histórico. En su segunda colección de costura junto a Fendi, Kim Jones se puso en manos de Luca Guadagnino para revisitar la historia de Roma, sede de la firma, a través de la mirada de un tercer implicado, Pier Paolo Pasolini. ”Cuando un historiador analiza la historia, lo hace directamente”, explicaba Guadagnino en la nota de prensa posterior al desfile. “Pero cuando un gran director y poeta como Pasolini mira directamente a los ojos de la historia, su mirada lo sublima todo. A través de ella, la historia pasa a convertirse en una posesión delicada e insistente del ahora… el pasado entra en el presente”.

Este juego temporal le sirvió a Jones como eje central de una colección repleta de matices ocultos: sedas que imitaban el mármol, bordados que evocaban las volutas de las columnas romanas, cuero plisado que simulaba los pliegues de las esculturas… la historia de Roma contada a través de prendas confeccionadas con maestría técnica. Y la historia de Fendi narrada a través de la del propio Jones, un creador inglés que lleva décadas inspirándose en la idiosincrasia británica y que ahora ejerce como director creativo (y, de algún modo, espectador externo) de una casa romana centenaria.

La mezcla de lujo tradicional y técnica, de siluetas clásicas y manufactura innovadora no es solo una constante en Fendi, lo ha sido también en buena parte de las firmas que han presentado sus colecciones esta semana. La nueva alta costura tiene más de racional que de excesiva, y explora la artesanía y el hecho a mano a través de la sinergia entre las tradiciones centenarias y las técnicas innovadoras. Incluso los dos grandes pesos pesados del sector, Dior y Chanel, han hecho prendas relativamente clásicas. El mito de la clienta excesiva y ostentosa ha dado paso al de la consumidora que viste costura en su día a día. Balenciaga ha demostrado que en el terreno más elitista y lujoso de la moda también tienen cabida los vaqueros, y la unión de Gaultier y Sacai que se pueden mezclar dos identidades aparentemente opuestas en piezas exclusivas que celebran los contrastes. De repente, la semana de la alta costura se ha convertido en un evento más moderno y vanguardista que muchos de las pasarelas habituales de pret à porter. Tal vez sea porque los estragos económicos de la pandemia han hecho que las firmas necesiten volver a sorprender para mantener su relevancia o porque, efectivamente, los tiempos por fin han cambiado, también en la sacrosanta alta costura.




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