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Mohamed Katir: “He salido de la nada”

Mohamed Katir (I) celebra con Tomothy Cheruiyot tras correr los 1.500 metros ayer en Mónaco.
Mohamed Katir (I) celebra con Tomothy Cheruiyot tras correr los 1.500 metros ayer en Mónaco.CLEMENT MAHOUDEAU / AFP

“No sé cómo explicar los sentimientos que tengo al tener los dos récords. Es un orgullo, sí. He salido de la nada. No puedo explicarlo”. Es casi medianoche cuando Mohamed Katir sale de la estación antidopaje del estadio Luis II de Mónaco. Tres horas después de haber terminado segundo la prueba de 1.500m de la Diamond League tras el campeón del mundo, el keniano Tim Cheruiyot, batiendo al conseguirlo el récord de España de los 1.500m (3m 28,76s) que poseía Fermín Cacho desde el 13 de agosto de 1997 (3m 28,95s), al atleta de Mula (Murcia) aún, por supuesto, no le ha bajado el ardor, ni él se ha bajado de la nube. Hace un mes había batido ya en Florencia, una noche de frío, lluvia y viento, la plusmarca nacional de 5.000m (12m 50,79s).

La voz le delata cuando contesta al teléfono. “Estoy muy feliz”, canta Katir, de 23 años, al superar una marca vigente desde un año antes de que él naciera, una proclamación que no acompaña del habitual “no me lo puedo creer” o “es increíble”. Al contrario, dice: “Claro que esperaba esta marca, claro. Me estaba metiendo unos entrenamientos muy buenos, y tenía que salir sí o sí. No me planteo nunca el miedo a no saber competir. Siempre he pensado que si haces bien tu trabajo siempre tiene que salir”. Y aunque la afición se debate entre la admiración y la sorpresa, y un cierto más que escepticismo pesimismo histórico de la razón, pues la historia del atletismo español y mundial está plagada de estrellas fugaces y falsas, Katir no se arruga, ni esconde sus ambiciones, cuando habla. “Claro que pensé en pasar a Cheruiyot, el keniano campeón del mundo, que no estará en Tokio. Pero él tiene mucha más experiencia y ha sabido correr mejor. Dentro de un año, ya le paso”, dice Katir, a quien le gustaría conocer en persona y hablar con Cacho, de quien todo el mundo le habla, de su oro en Barcelona 92 (3m 40,12s).

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De su confianza, su seguridad en sí mismo, da fe Jorge González Amo, plusmarquista español de 1.500m (3m 40s) entre 1968 y 1977, hasta la irrupción de José Manuel Abascal, y responsable nacional de mediofondo. “Hace unas semanas ya me advirtió Katir de que en Mónaco iba a correr en 3m 30s, y ha corrido más aún…”, dice González Amo, admirado y feliz por la evolución de su especialidad, y solo lamenta que Ignacio Fontes y Jesús Gómez, dos de los españoles del 1.500m para Tokio, no hubieran corrido en Mónaco, lo que les habría permitido mejorar sus plusmarcas en algún segundo. “En Montecarlo siempre se consiguen unos 1.500 magníficos. Este año, los 12 primeros bajaron de 3m 32s y hubo récord de Oceanía y de Polonia, aparte de España”, dice González Amo. “Y es natural ser un poco escéptico por los desengaños que hemos sufrido, pero no hay que olvidar que estamos hablando de una marca de hace casi 30 años, y que entonces había unos cuantos rozando el 3m 30s y bajándolo…”.

Como plusmarquista español simultáneo de 1.500m y 5.000m, Katir iguala a otro de los míticos del medio fondo español, el toledano José Luis González, quien entre 1987 y 1996 poseyó simultáneamente ambas plusmarcas españolas (3m 30,92s y 13m 12,34s). Con un calcetín blanco y otro negro y sus Asics rosa con placa de carbono, espumas superreactivas y mini garras de grafeno en la suela en lugar de clavos, Katir se convirtió en Mónaco en el décimo atleta mundial en la historia (y segundo de la temporada) del 1.500m, a 2,76s del récord del mundo, los 3m 26s de Hicham El Guerruj, y a ocho centésimas del récord de Europa, en poder del fenómeno adolescente noruego Jakob Ingebrigtsen.

Sus 12m 50,79s en 5.000 le convierten en el 27º de la historia del 5.000 y en el cuarto del año, en una lista liderada por el mismo Jakob Ingebrigtsen (12m 48,45s). “Podría doblar en Tokio y correr en las dos distancias”, dice Katir, de padre marroquí y madre egipcia que emigraron a España cuando Mohamed tenía cinco años. “Pero mi entrenador, Gaby Llorente, y yo estamos de acuerdo en que es mejor correr una bien, a tope, que dos a medias”. En Tokio correrá los 5.000m.

“Le calca los entrenamientos durísimos de Ingebrigtsen”, revela Miguel Mostaza, el mánager que fue de Cacho y ahora de Katir, “y ya le aconsejé que en la carrera se pegara a él y tratara de desbordarle con su magnífico final largo. No es Katir un atleta de final explosivo, con cambio atómico en los últimos metros, pero sí que tiene una gran capacidad de mantener una altísima velocidad los últimos 600m. Me recuerda un poco a Reyes Estévez”. Ingebrigtsen es su modelo y su ejemplo, y le supera en los 1.500 monegascos por primera vez en su carrera, con lo que venga, en cierta forma, las derrotas que le infligía el plusmarquista europeo en la lucha por hacerse con los tapices rodantes del Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada (Granada), donde ambos llevan vida de monje varios meses al año. “Mi plan para los próximos días es correr el martes 13 de julio un 3.000m en Londres, pero solo pensando en ganar, no en hacer marca. Luego iré a mi casa en Mula una semana, que hace dos meses que no veo a la familia, y el 21, a Tokio, donde iré a por todo, aunque habrá grandes rivales en 5.000m”, explica Katir, un atleta que empezó tarde con el atletismo, a los 18 años, en un pueblo, Mula, que no tiene ni pista de atletismo, y que, no hace ni un año, apenas era conocido porque sus mejores marcas (3m 36,59s en 1.500m y 13m 50,19s en 5.000) no eran de nivel mundial. Su gran salto adelante comenzó el pasado invierno, tras disfrutar de entrenamientos solitarios y enclaustrados debido a la pandemia, cuando corrió los 3.000m de Karlsruhe en pista cubierta en 7m 35,29s, sexta mejor marca mundial del año.

“Pero eso de que era desconocido hay que matizarlo”, dice González Amo, que valora cómo los hijos de inmigrantes que triunfan tienen un doble mérito porque es mucho más difícil salir adelante con todos los obstáculos que tienen que superar, y salen más fuertes. “Ya hace dos años, cuando era sub-23 de segundo año, ganaba a todos los mejores españoles en los mítines, pero como aún no tenía la nacionalidad española [la obtuvo a los 21, el 31 de diciembre de 2019] no figuraba en nuestros ránkings y la gente no se fijaba en él”.

Katir, explica González Amo, corre con facilidad y se mueve con fluidez, pasa adelante sin crisparse, a ritmos muy altos, y su melena vuela detrás de él, con la cabeza echada para atrás. “Y, no, no me voy a cortar la melena aunque en Mula se esperan estos días temperaturas por encima de los 42 grados, antes asarme de calor que cortarme el pelo”, defiende Katir una de sus señas distintivas, su pelo negro hasta la mitad de la espalda, su sentido de la personalidad. “Y no sea que si me lo corto me pase como a Sansón…”.

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