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Molière, cuatro siglos de sátiras que aún pican

Molière, el azote de la hipocresía que reinaba en la alta sociedad y la burguesía del siglo XVII, a la que ridiculizó en obras como El avaro, El misántropo o El burgués gentilhombre, nació en París el 15 de enero de 1622, hace 400 años. Una efeméride que su país celebra por todo lo alto dedicándole la temporada completa de la Comédie-Française, que comienza el día de su cumpleaños con una puesta en escena de Tartufo dirigida por Ivo van Hove, uno de los grandes nombres de la escena contemporánea europea, a la que seguirán otros títulos como El enfermo imaginario o Los enredos de Scapin.

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Los escenarios españoles recuerdan también la deuda que el teatro actual tiene con el dramaturgo, actor y poeta, quien, en realidad, se llamaba Jean-Baptiste Poquelin. Desde la compañía madrileña Morboria, adicta confesa a sus divertidas sátiras y que tiene en cartel El enfermo imaginario en el teatro Fernán Gómez de Madrid hasta el 16 de enero y en febrero iniciarán gira con El avaro, hasta la sevillana Atalaya, que estrena este viernes El avaro en el Calderón de Valladolid, su primer montaje del padre de la Comedia Francesa.

El avaro es la primera comedia a la que se enfrenta en su carrera Ricardo Iniesta, fundador y director de Atalaya, compañía que en 2023 cumple 40 años. Y para complicar las cosas, lo hace en formato de musical. La obra, bajo la batuta de Luis Navarro, incluye más de una veintena de canciones, versiones de temas argentinos, cubanos, españoles, guiños al conocido Money Money de Liza Minnelli o referencias a temas de Kurt Weill, de quien la compañía interpretó La ópera de los tres centavos en 2006, el único musical que hasta ahora figuraba entre sus 25 producciones. “Para mí, Molière fue más importante como hombre de teatro que como autor, si lo comparamos con Calderón o Shakespeare, pero como hombre de teatro fue fundamental”, apunta Iniesta tras un ensayo general del montaje el martes en Sevilla.

Iniesta, Premio Nacional de Teatro en 2008, ha trufado el texto original con ideas de la película que Tonino Cervi dirigió en 1990 con Alberto Sordi en el papel de don Harpagón. También juega con los nombres de los personajes, unos 25, además de los criados, que tan pronto hacen las veces de coro griego, de orquestina o bailan con las coreografías de Juana Casado. Don Harpagón, el avaro que vive para contar el dinero y las joyas que guarda celosamente en un arcón bajo siete llaves, y su hijo Cleanto son los únicos que conservan los nombres originales. El resto toma prestados los de la Familia Real española, políticos y empresarios: Leonor, Froilán, Mariano, Teodoro o Cayetana, como se llama la celestina que curiosamente habla con acento argentino y dirige un burdel donde las chicas parecen recién salidas del parisino Moulin Rouge. El comisario que investiga la desaparición del cofre aparece con una gorra y un parche en un ojo, en alusión a Villarejo.

“El avaro es un miserias, por rácano, pero también es miserable por su pobreza espiritual. Algo de lo que actualmente tenemos buenos ejemplos en España. Por eso, la obra está llena de referencias a nuestro tiempo: desahucios, abusos de la banca, codicia. El desahucio lo hemos tomado del guion de Cervi y, además, es un homenaje a Bertolt Brecht”, explica Iniesta, quien firma la dirección, la adaptación y el espacio escénico de esta puesta en escena.

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SuscríbeteOtro momento del ensayo de ‘El avaro’, de Molière, de la compañía Atalaya.
PACO PUENTES (EL PAÍS)

Carmen Gallardo, una histórica de Atalaya curtida en interpretar personajes masculinos, da vida a don Harpagón. “Al principio, mi avaro estaba muy enfadado todo el tiempo y el personaje resultaba muy plano. Era como un Pantaleone. Hasta que un día Ricardo descubrió que, en realidad, el avaro tenía miedo a todo y todos. Eso me permitió hacerlo con un registro diferente y fue genial”, comenta la actriz, que se sirve de sus conocimientos de clown para construir el papel. Gallardo, que estuvo desde la fundación de Atalaya en 1983 hasta 1992 y volvió en 2008, es la veterana de un reparto en el que coinciden actores de las cuatro décadas de la compañía. Incluidos tres de la cantera de Atalaya (Garazi Aldasoro, Selu Fernández y Enmanuel García), el laboratorio del Centro Internacional de Investigación Teatral TNT que Iniesta puso en marcha en Sevilla en 2008.

El montaje de la obra ha sido especialmente duro porque comenzó en enero de 2021 y, tanto en los preliminares como en los 105 ensayos que llevan, los ocho actores han tenido que trabajar la mayor parte del tiempo con mascarillas. “Son héroes porque hacen un gran trabajo físico, cantan, bailan y mueven los elementos de la escenografía, lo que se complica aún más con la boca tapada. Pero no podemos arriesgar un año de trabajo cuando estamos tan cerca del estreno”, explica el director de Atalaya, compañía que ha representado sus producciones en 40 países y ha cosechado más de 60 galardones nacionales e internacionales.

Después de jugar con bañeras, mesas, bancos, escaleras o espejos en muchos de sus montajes, Iniesta ha elegido ahora las puertas: siete puertas de distintos formatos que van cambiando de función a una velocidad de vértigo. La misma a la que los actores cambian de personaje y dicen el texto: 13.000 palabras en los 100 minutos que dura la obra. “Marat/Sade duraba lo mismo y tiene 7.000”, señala Iniesta, que vuelve a recurrir a la creatividad de Carmen y Flores de Giles para el original vestuario de esta producción, que podrá verse en Valladolid hasta el próximo domingo y comenzará después una gira nacional que parará en Murcia, Alicante y Sevilla.

Morboria, que desde 1985 ha puesto en escena cinco obras de Molière, es la otra cara de la moneda. “Molière es como nuestro padrino, un autor recurrente”, afirma Eva del Palacio, directora y actriz de esta compañía que festeja el 400 aniversario con la reposición de dos de sus montajes más populares: El enfermo imaginario, que estrenaron en 2006, y El avaro, en 2010. “Para nosotros es un autor que tiene vida, juego, ritmo, sabiduría y mala leche. Todo esto atravesado por un sentido irónico que te hace reír, pero también te hace pensar. ¿De qué me estoy riendo, si esto en realidad es muy duro?”, añade Del Palacio.

‘El enfermo imaginario’, de Molière que la compañía Morboria representa en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.Ernest Sesé

“La prosa poética de Molière no ha envejecido con el tiempo. Él recorrió mucha calle con su compañía y eso se percibe en el trazo de sus personajes, en la picaresca”, subraya la directora, que además ha traducido todos los textos que ha montado del autor francés. “En El enfermo imaginario, por ejemplo, solo hemos cambiado la palabra peste por covid y hemos introducido los nombres de las farmacéuticas que han creado las vacunas contra el coronavirus. La gente no se cree que, salvo los nombres, el texto es de hace casi cuatro siglos”, añade Del Palacio.


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