Movilidad eléctrica para un planeta más limpio


Una de las competiciones más duras y exigentes del mundo, el Rally Dakar, es a su vez una experiencia repleta de enseñanzas que marcan de por vida a todos los que han participado en la aventura. Lo sabe bien Carlos Sotelo, fundador y CEO de Silence Urban Ecomobility, la marca que lidera el mercado español de las motos eléctricas. “En el desierto aprendí que uno debe luchar muy intensamente día a día para superar barreras y conseguir hitos”, recuerda Sotelo, quien durante ocho años atravesó las dunas africanas a lomos de su moto de competición.

Una experiencia que le ha servido para crear, desde cero, una empresa que se ha convertido en una referencia europea en el sector de la movilidad eléctrica. En 2012, empezó a dar forma a su idea: mejorar la calidad de vida en las ciudades mediante el diseño y producción de vehículos eléctricos y baterías. “Estaba convencido de que se podía montar en España una industria que pudiera competir con Asia, que es algo que va en mi ADN”, apunta.

Un sueño convertido en realidad, porque de la factoría de Silence en Barcelona salieron el año pasado 9.400 motos y alrededor de 12.000 battery packs (un innovador sistema para cargar las baterías desarrollado por la empresa que incorpora ruedas y mango, y así poder transportarla a modo de una maleta trolley). Las previsiones para 2021 son optimistas: el objetivo es alcanzar los 12.000 vehículos eléctricos, lo que supone un incremento de más del 20% con respecto a 2020.

En un futuro marcado por los efectos del cambio climático y por el crecimiento imparable de las grandes ciudades, Sotelo tiene claro que parte de la solución pasa porque el 100% de los vehículos urbanos sean eléctricos para que no contaminen y no generen ruido. Precisamente conducción silenciosa y cero emisiones son dos de las ventajas de los scooters de Silence.

Desde el principio, Banco Santander, que comparte con esta empresa valores y objetivos como su compromiso con el desarrollo y el progreso sostenible, apostó por el proyecto de Silence Urban Ecomobility mediante el Fondo Smart, un fondo de deuda de financiación a largo plazo y con carencia para acometer proyectos estratégicos de crecimiento, sostenibilidad, innovación, digitalización y generación de empleo. “Ha sido un apoyo muy importante que nos ha permitido seguir invirtiendo para ser una marca puntera y consolidarnos como líderes”, admite Sotelo.

Consciente de que en la vida hay que romper barreras, sabe que cuesta mucho cambiar los hábitos de la gente. Pero persiste en su empeño. “Todavía hay millones de personas que creen que el vehículo eléctrico por ciudad no es la solución porque piensan que no tiene suficiente autonomía. El hombre es un animal de costumbres y resulta muy difícil convencerle de lo contrario, pero siempre hay que intentarlo”.

Silence Urban Ecomobility forma parte de ese 99,8% de pymes que conforman nuestro tejido empresarial. Un colectivo que ha sufrido en primera persona las consecuencias de la pandemia de la covid-19, que ha trastocado de forma abrupta la economía mundial. Y es que, al tratarse de una crisis que se produjo de golpe e inesperadamente, la mayoría de las empresas no estaban preparadas para lo que estaba por llegar y tampoco tuvieron tiempo de adaptarse a la nueva situación porque todo sucedió de un día para otro. Estas circunstancias han hecho que el impacto en las pymes, el gran tejido productivo del país, haya sido profundo.

Ahora, en un escenario post-covid repleto de incertidumbres y dudas, los retos a los que se enfrentan las pymes en 2021 son numerosos. Distintos estudios revelan que, tras la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, sus prioridades y preocupaciones han cambiado. Las dificultades en los cobros, los problemas para contratar personal y la falta de financiación son hoy los grandes quebraderos de cabeza de pequeñas empresas y autónomos. “Los requisitos para acceder a la financiación se van a endurecer este año, porque los negocios tienen sus balances destrozados. Las cuentas de 2020 son dramáticas y toda esta falta de liquidez derivará en problemas de solvencia y en un aumento de la morosidad”, advierten desde la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme).

Pese a los nubarrones que se ciernen sobre los próximos meses, algunos datos son esperanzadores. En una situación tan comprometida como la actual, las empresas han actuado con una gran responsabilidad. “Han intentado mantener toda su estructura hasta que pase lo peor de la crisis, y para ello han hecho un esfuerzo muy grande y han demostrado una capacidad de adaptación admirable”, destacan desde Cepyme.

Digitalizarse en tiempo récord

Otro efecto colateral (y positivo) de esta crisis ha sido el impulso de la transformación digital, el de profundos procesos de digitalización en un tiempo récord. La pandemia lo ha acelerado todo, muchas veces por la propia necesidad de las empresas, que se han puesto las pilas para poder sobrevivir y mantener su actividad. Antes de que estallara la crisis, alrededor del 14% de las pymes españolas estaba en proceso de digitalización, un porcentaje que ha aumentado de forma considerable en el último año. “Y esto es algo que no solo concierne al teletrabajo, sino que afecta a todos los procesos productivos”, admiten en Cepyme. De hecho, un buen pellizco de los 150.000 millones de euros de los Fondos Europeos de Reconstrucción que recibirá España se destinará a la digitalización de las empresas.

Por su parte, el presidente de Plataforma Pymes, José Luis Roca, va más allá: “El gran reinicio para reconstruir la economía de manera sostenible tras la pandemia de la covid-19 debe traer consigo un capitalismo inclusivo basado en el principio de equidad, que se establezca sobre una economía de mercado social comprometida con su entorno y en la igualdad de oportunidades. En este marco, pymes y autónomos ocuparían un lugar central, al ser los garantes de la existencia de competencia, que es la base del sistema privado de libertad de empresa”.

Todos estos datos demuestran hasta qué punto las pymes son el motor de nuestra economía. Con esa convicción, Banco Santander ha estado desde el principio junto a autónomos y pymes. En esta apuesta clara por las pequeñas y medianas empresas como sustento de nuestra economía, la entidad desarrolla iniciativas específicas que le han llevado a ser reconocida como el Mejor Banco del Mundo para Pymes por la revista Euromoney.

Paradójicamente, la crisis ha traído consigo un impulso de la digitalización, una de las mejores aliadas del banco para llevar a cabo su tarea de financiación.

En España, la compañía desarrolla plataformas, servicios y aplicaciones tecnológicas para apoyar a pymes y autónomos. Una de ellas es Financia & Go, un servicio 100% digital de financiación de facturas emitidas y pendientes de cobro para pymes que busca facilitar el acceso a financiación a corto plazo.

En ese empeño por impulsar un nuevo modelo de banca se enmarca Santander One, una propuesta pionera que aprovecha la escala global del banco para ofrecer un mejor servicio a sus clientes, una relación mucho más cercana y un modelo operativo común.

En este contexto nace One Digital, una plataforma de servicios digitales de valor para apoyar a las compañías en la digitalización de su negocio. Por su parte, la plataforma Santander ZOne ayuda a más de 1,4 millones de empresas y comercios a conectar con más de cinco millones de consumidores potenciales, para impulsar así sus ventas en la era post-covid.

La entidad también acaba de poner en marcha PagoNxt, una empresa autónoma con la que integra sus negocios de pagos más disruptivos.


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