“En 1953, Gran Bretaña era una sociedad muy deferente”, dijo Vernon Bogdanor, una autoridad en la monarquía constitucional en el Kings College de Londres. “Ahora, es una sociedad competitiva, basada en personas que se han ganado su posición a través del logro. Por lo tanto, la monarquía está obligada a atraer más escepticismo”.
El Palacio de Buckingham es sensible a las actitudes cambiantes. Ha reducido la ruta de la procesión entre el palacio y la Abadía de Westminster de la que tomó Isabel en 1953. Eso tiene la ventaja de evitar un embotellamiento en el centro de Londres y al mismo tiempo garantizar que las multitudes que bordean las calles no parezcan escasas.
La ceremonia en sí también se ha modificado para dar cuenta de un país ecuménico más diverso. Aunque muchos de sus rituales aún se remontan a más de 1000 años, el arzobispo de Canterbury, el Reverendísimo Justin Welby, quien presidirá el servicio, ha agregado varias innovaciones para hacerlo más inclusivo.
Los líderes de religiones no cristianas obsequiarán a Charles artículos de gala que no son de naturaleza cristiana. El arzobispo invitará a millones de personas de todo el país y la Commonwealth a rendir homenaje al rey, un rito que estaba reservado para la aristocracia hereditaria en la coronación de Isabel. Y antes de dejar la Abadía, Charles hará una pausa para recibir el saludo de un grupo de líderes religiosos no cristianos.
Para algunos expatriados que viven en Gran Bretaña, no se puede subestimar el “poder blando” de la monarquía. Pero atraer a una población más joven y diversa es un proyecto a más largo plazo que una sola ceremonia.
“Creo que tienen una marca fuerte, como monarquía, y si traducen eso en valor para la sociedad británica, estará bien”, dijo Marta Sauri López, de 36 años, nativa de España que trabaja para una empresa de capital privado. firma en Londres. “Probablemente la Commonwealth tiene mucho que decir allí”, continuó. “Entonces, si la monarquía logra mantener la Commonwealth unificada, eso es una gran ventaja”.
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