El director, guionista y productor canario Roberto Pérez Toledo ha muerto a los 43 años en Madrid este lunes, tras haber sufrido un ictus hace unos días. El cineasta tenía previsto participar este mismo lunes en un encuentro en la Academia de Cine que incluía la exhibición de sus cortos Vuelco, Los gritones, RotosS, Sí a todo, Tris, Admirador secreto, Taras, Amor de autor, Siempre que lo cuento, Hidroalcohólico y Antes de la erupción. Su fallecimiento ha coincidido con la representación estos días de su primera obra de teatro, Manual básico de lengua de signos para romper corazones, en el Teatro María Guerrero, con producción del Centro Dramático Nacional. A Pérez Toledo se le recordará por su brega cinematográfica —dirigió cuatro decenas de cortos, porque jamás le detuvo el rechazo de la industria a sus proyectos— y por haber sido capaz de liderar un cine LGTBi centrado sobre todo en la ternura y en la apuesta del deseo por encima de la exclusión: el cineasta se desplazaba en una silla de ruedas desde los 14 años, ya que con tres años le diagnosticaron atrofia espinal congénita.
Natural de Lanzarote, estudió Comunicación en la Universidad de Salamanca, impulsado por las ganas de hacer cine que le nacieron cuando de niño vio E.T., el extraterrestre. Pérez Toledo estrenó en 2012 Seis puntos sobre Emma, su primer largometraje como director y guionista. La película describía la batalla de una joven ciega (encarnada por Verónica Echegui) por ser madre superando cualquier barrera impuesta por el resto. Ese personaje podría resumir todo el discurso artístico y social de Pérez Toledo: su férrea apuesta por la inclusión por encima de opciones sexuales, discapacidades y diferencias ideológicas. “No soporto que me digan lo que puedo hacer y lo que no”, decía Emma, y con ella también el director.
Un año después participó en el largometraje colectivo Al final todos mueren junto a otros tres creadores, y en 2014 lanzó el telefilme Los raros amigos, convertida en un fenómeno viral en la red, donde acumula más de 22 millones de visitas. En YouTube, Pérez Toledo fue alimentado un canal que ahora se ha convertido en la videoteca de su capacidad audiovisual y de su sentido del humor. En 2017 estrenó Como la espuma, su tercer largometraje en solitario. Como la espuma sufrió una extraña distribución, y levantaba acta del talento de Pérez Toledo por hablar de un deseo amable, de liberar a los cuerpos del farragoso envaramiento cinematográfico, en definitiva, de una libertad e inclusión colectiva.
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A esa obra hay que sumarle sus 40 cortometrajes y anuncios, como una campaña de San Valentín para El Corte Inglés. Recientemente, creó y dirigió Amor superdotado, la primera serie de ficción española para Facebook Watch, y rodó el largometraje Lugares a los que nunca hemos ido, que ha quedado inédito. Su capacidad creativa tenía que ver mucho con su concepción de un cine tan social —en el sentido de poner a la sociedad un espejo, y en contarle realidades que algunos espectadores podrían o conocer sobre, por ejemplo, el colectivo LGTBi— como vindicativo. Y su reflexión sobre el arte: no se le puede poner puertas a la creación. Si desde el alma del cineasta bulle cine, ¿para qué esperar que otros den el visto bueno para rodar? A esa pulsión le añadió una amabilidad personal y en lo profesional, delante y detrás de las cámaras. Nunca el cine LGTBi ha sido tan puño de hierro en guante de seda como en las imágenes de Pérez Toledo, que deja una filmografía que con el tiempo servirá como testimonio de una cara de la España del siglo XXI.
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