El último rey de los griegos, Constantino II, ha fallecido en Atenas este martes a los 82 años. Tras una vida marcada por la pérdida del trono y el exilio, para los griegos ya no era monarca, sino un ciudadano danés apellidado Glücksburg. Su título fue abolido en 1973 y perdió la nacionalidad griega en 1994 tras negarse a tener un pasaporte con dicho patronímico, argumentando que su nombre era “Constantino de Grecia”. La república griega —entonces gobernada por el socialista Andreas Papandreu— replicó que ese no era un apellido válido porque la Constitución prohíbe los títulos nobiliarios.
Constantino II nació en la periferia de Atenas en 1940. Único hijo varón de los reyes Pablo y Federica de Grecia, pertenecía a la Casa de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, una rama de la dinastía danesa de Oldenburgo. Doña Sofía, reina emérita de España, que estaba muy unida a él, e Irene, princesa de Dinamarca, eran sus hermanas. La familia, cuando él era aún un bebé, se exilió en Egipto y Sudáfrica para evitar la Segunda Guerra Mundial y regresó a Grecia en 1946 a un país inmerso en un conflicto que duró tres años y en el que se impuso un gobierno apoyado por la monarquía a las fuerzas anticomunistas.
Constantino fue coronado rey en 1964 a la muerte de su padre y ese mismo año contrajo matrimonio con otra descendiente de la familia real danesa, Ana María de Dinamarca. En una Grecia inestable, su reinado acabó engullido por la crisis política y el golpe de Estado de los militares el 21 de abril de 1967. Al día siguiente, Constantino II tomó juramento a los coroneles de la junta militar y se hizo con ellos una foto que le perseguiría siempre como un testamento político. Solo meses después, en diciembre de 1967, intentó lo que se conoce como “Antikinima”, un contragolpe con el apoyo de miembros de la familia real y del primer ministro. Fracasó y tuvo que abandonar Grecia.
En ese segundo exilio, que le llevó a Roma y después al Reino Unido, cultivó una imagen de rey que lucha por restaurar la democracia en su país. Existieron, según artículos publicados en los medios griegos, contactos con la junta militar, que llegó a reformar la Constitución para mantener la monarquía, pero vacía de poder ejecutivo. El regreso del exrey no se llegó a producir. Aunque la junta no le depuso oficialmente hasta 1973, un año antes del colapso del régimen provocado por una combinación de una revuelta estudiantil y el desastre del conflicto en Chipre.
En 1974, tras la caída de la dictadura, Constantino trató de regresar a Grecia como rey, aduciendo que la derogación de la Constitución de la junta implicaba que volvía a estar en vigor la de 1952, es decir, la que le reconocía como monarca. Su intento se topó con un referéndum para elegir entre monarquía o república. En la campaña pesó, más que nada, la foto de Constantino con los coroneles. El 69,2% de los griegos prefirieron no volver a tener rey.
Doña Sofía, dos años mayor que Constantino, le acompañó en los momentos más difíciles de su vida. Desde el golpe de Estado de 1967, que casualmente coincidió con un viaje de ella a Grecia para visitar a su hermano, hasta los últimos días que han pasado juntos en Atenas. Durante los 46 años que el tío de Felipe VI vivió en Londres, fueron muy habituales los viajes para verse cuando sus agendas lo permitían. También se les ha visto juntos en muchos museos griegos durante la última década.
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Constantino nunca se dio por vencido. A pesar de que, desde 1974, declaró que aceptaba el resultado del referéndum, en numerosas ocasiones cuestionó que fuera definitivo. En 2016 aún decía que él no era “exrey” porque nunca se deja de ser monarca. En declaraciones a la cadena griega SKAÏ afirmó: “No hay final y no hay principio. Todo está en manos del pueblo griego. Ellos deciden lo que quieren, decidieron dos veces si no recuerdo mal, restaurar la monarquía. Ahora, si lo quieren, están en su derecho de hacerlo otra vez… Yo no moveré un dedo para recuperar el reino, los griegos lo harán, no lo haré yo”.
La controversia del pasaporte
Aunque tardó casi 40 años en volver a residir en Grecia —en 2013 se estableció en Porto Jeli, una opulenta localidad del Peloponeso—, su regreso fue paulatino. En 1981, el Gobierno le permitió entrar en el país durante unas horas para asistir al funeral de su madre, la reina Federica, en el cementerio familiar del antiguo palacio real de Tatoi, cerca de Atenas. A partir de entonces comenzó a hacer visitas esporádicas. Pero seguía teniendo dos asuntos difíciles de solucionar: el patrimonio de la familia real y el pasaporte.
En 1992 llegó a un acuerdo con el Gobierno conservador de Constantinos Mitsotakis, padre del actual primer ministro. El antiguo rey aceptó ceder la mayor parte de sus tierras en Grecia a una fundación sin ánimo de lucro, a cambio de recuperar el antiguo palacio real de Tatoi y del derecho a llevarse una serie de bienes muebles fuera de Grecia. En 1993, Constantino volvió a visitar el país, pero el recién elegido primer ministro, Andreas Papandreu, le pidió que se marchara. Un año después, Papandreu revocó unilateralmente el acuerdo de 1992 y desposeyó a Constantino tanto de sus propiedades como de la ciudadanía griega.
La familia demandó a la república helena ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y solicitó una indemnización de 500 millones de euros. Estrasburgo rebajó sustancialmente la cantidad, pero reconoció su derecho a ser indemnizados. A Constantino le correspondieron 12 millones, a su hermana Irene 900.000 euros y a su tía Catalina 300.000. El Gobierno griego pagó las sumas con cargo a un fondo para prevenir “desastres naturales extraordinarios”. No se le devolvió ninguna tierra y el palacio de Tatoi es ahora propiedad pública.
El fallo del tribunal también debía resolver la cuestión del pasaporte, es decir, del apellido. Estrasburgo dictaminó que Grecia no había vulnerado los derechos humanos de Constantino por la exigencia de un apellido para tener pasaporte y nacionalidad. Comenzó así la batalla del exmonarca para lograr una identidad griega sin aceptar el apellido danés. Inició trámites en los que usó un pasaporte danés donde se le denomina “rey Constantino” y un certificado de la oficina del primer ministro danés que asegura que, desde la época del rey Cristián IX, ningún miembro de la familia real tiene el apellido Glücksburg. La Justicia griega finalmente dictaminó que podía usar el nombre de “Constantino, exrey de Grecia”. Sin embargo, Constantino no solicitó oficialmente un documento de identidad con ese nombre. La última vez que fue visto en público fue el 19 de octubre de 2022, junto a su esposa y sus hermanas, la reina Sofía, e Irene. Fue en Atenas, donde vivió los últimos meses de su vida.
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