SANTIAGO — Manuel Araya, quien fuera chofer del Nobel de Literatura chileno Pablo Neruda y que por décadas afirmó que el poeta fue envenenado antes de exiliarse, murió producto de un aneurisma, se informó el miércoles.
Araya siempre cuestionó la versión oficial de que la muerte de Neruda ocurrida el 23 de septiembre de 1973 -12 días después del golpe militar- se debió a complicaciones de un cáncer de próstata con metástasis.
El conductor falleció la víspera, a los 77 años, por un aneurisma que lo mantenía hospitalizado luego de sufrir problemas cardiovasculares el 12 de junio, informó el miércoles el Partido Comunista, en el que Neruda militó toda su vida.
Araya siempre afirmó que Neruda fue envenenado mientras estaba internado en una clínica privada.
Sin embargo, sólo fue escuchado por el Partido Comunista en 2011 luego de que declaraciones suyas sobre el tema fueron publicadas por un medio mexicano, según reiteró a The Associated Press en febrero último.
Neruda vivía en un balneario de la costa chilena, cuya residencia fue rodeada por los militares tras la sublevación.
Araya y la esposa del poeta, Matilde Urrutia, lo hospitalizaron en una clínica de salud de la capital chilena para estar más cerca del aeropuerto internacional, donde abordaría un avión que lo llevaría al exilio en México. El viaje estaba previsto para el día siguiente de su deceso.
Hace diez años era exhumado el cuerpo del poeta.
Además, recordó que mientras él y Urrutia realizaban diligencias fuera de Santiago, Neruda los llamó para contarles que lo habían inyectado y que se sentía mal. Murió horas después.
Un grupo internacional de genetistas entregó en febrero último un informe con sus conclusiones sobre las causas del fallecimiento del poeta a la jueza Paola Plaza, quien mantuvo en reserva los resultados porque “es una investigación que se encuentra en etapa de sumario” y que se ha extendido por 12 años.
Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, dijo a la prensa que por ser parte querellante en el proceso judicial tuvo acceso al informe y que éste corrobora que en el organismo del escritor había “gran cantidad de Clostridium botulinum”, una toxina que puede llegar a generar problemas en el organismo humano, como dificultades para respirar, tragar o hablar y parálisis, entre otros síntomas, e incluso la muerte.
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