Mueren cuatro bebés en una patera que intentaba llegar a Canarias desde el Sáhara


Al menos cuatro bebés, un hombre y varias mujeres murieron el pasado 24 de octubre durante la travesía de la última patera rescatada en la ruta que conduce desde el sur del Sáhara a Canarias. La embarcación partió de Dajla con agua y víveres para tres días, pero pasó 10 en el océano. Las declaraciones dirigidas a la Policía por parte de los supervivientes de ese bote, localizada a la deriva a 200 kilómetros de Gran Canaria el mismo día 24, comienzan a arrojar luz sobre lo que ocurrió aquella noche en el muelle de Arguineguín, al que llegaron 44 hombres, mujeres y menores. Cuando recibieron la ayuda del buque Guardamar Polimnia, a bordo quedaban 52 personas: 23 mujeres, 22 hombres y siete menores.

Previamente, un helicóptero de Salvamento Marítimo había evacuado de urgencia a las ocho personas en estado más grave: un hombre, una mujer, dos bebés y cuatro niños, uno de los cuales murió antes de llegar a tierra y de poder recibir ayuda médica en un hospital. Los relatos de los ocupantes de esa patera no aclaran del todo cuántas personas salieron en ella de Dajla el 13 o 14 de octubre, porque ninguno ha podido precisar cuántos murieron en el mar, pero sí coinciden en algo: más de siete personas perecieron en la travesía en los días que siguieron al momento en que se les agotó el combustible y se quedaron perdidos en el Atlántico, bebiendo orina y agua del mar.

Eso ocurrió al cuarto día de navegación, han precisado a EFE fuentes en contacto con esas declaraciones, en medio de muy malas condiciones de mar, con un fuerte oleaje que obligaba constantemente a los ocupantes de la patera a achicar agua.

El primero en morir fue un hombre que cayó desfallecido por la borda. Dos testigos han contado que sus compañeros de patera intentaron ayudarlo y subirlo a bordo, pero fue inútil. Luego comenzaron a morir las mujeres y los niños, en particular, los bebés. Los supervivientes han contado que uno de los patrones arrancó a los pequeños de los brazos de sus madres para tirarlos al mar, porque los cuatro llevaban al menos un día muertos.

La tragedia de esa patera se había comenzado a fraguar días antes; para algunos, semanas. El grupo que organizó el viaje fue llevando a sus ocupantes en vehículos todoterreno a unas chozas sin techo en la costa del Sáhara, en zona desértica, donde debían esperar a que llegara la noche prevista para embarcar hacia Canarias. Algunos testigos han señalado que pasaron allí más de una semana a base de pan y agua, lo mismo que luego comieron en la patera mientras hubo víveres. Pero otros aseguran que les tuvieron recluidos en esa espera en el desierto durante un mes. Los organizadores de la patera les cobraron cantidades que oscilan entre los 1.500 y los 1.800 euros, según han citado varios supervivientes.

El control en los principales países de origen y tránsito de los migrantes, como Marruecos, Mauritania, Senegal y Gambia, han evitado de media casi un 40% de los intentos de salida hacia España. A pesar de ello y según el conteo del Ministerio del Interior, a 31 de octubre habían llegado a las islas casi 17.000 personas, prácticamente el doble que el año pasado en las mismas fechas. De ellas, han fallecido algo menos de 900, según las cifras más prudentes que maneja la Organización Internacional para las Migraciones.


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