Sarah Everard nació y creció en York, al norte de Inglaterra, pero como muchos otros apostó por la aventura londinense. La ejecutiva, de 33 años, abandonó la casa de una amiga el pasado 3 de marzo, en el barrio de Clapham, al sur de la ciudad, para regresar a Brixton Hill, donde vivía. Antes llamó a su pareja, para avisarle de que ya salía. La última imagen de ella la grabó la cámara de seguridad de una estación de metro. Llevaba su chubasquero verde y la mascarilla puesta. Después de una angustiosa semana en la que el rostro de Sarah circuló por televisiones, periódicos y redes sociales, la Policía Metropolitana detuvo este martes a uno de los suyos, Wayne Couzens, un agente de 48 años, como principal sospechoso del presunto secuestro y asesinato.
Couzens vivía en Kent, al sur de Inglaterra, y junto a él detuvieron también a una mujer de unos 30 años, acusada de ser su cómplice en el delito. Posteriormente se le acusó de un delito previo de exhibicionismo. Un rastreo exhaustivo, con 150 de policías, por los alrededores boscosos de la zona y por una zona deportiva abandonada, concluyó en la noche de este miércoles con el descubrimiento de restos humanos en Ashford. “Todavía no podemos confirmar la identidad. Será algo que nos llevará un tiempo considerable”, anunciaba la inspectora jefa de Scotland Yard, Cressida Dick. “La noticia de que un agente ha sido arrestado como principal sospechoso del asesinato de Sarah ha desatado olas de conmoción y rabia entre la ciudadanía y entre todos los miembros de la Policía Metropolitana”, añadía.
No era el único motivo para esa conmoción y rabia. El detenido era un policía que prestaba sus servicios en la seguridad del Parlamento. Y era miembro del mismo cuerpo que, después de días de investigación en los que más de 750 personas fueron interrogadas y horas de grabación de las cámaras de seguridad revisadas, decidió mandar a sus agentes, puerta a puerta, por la localidad de Kent para advertir a las mujeres que no salieran de casa, según contó el diario The Sun. “Me dijeron que tuviera mucho cuidado porque vivía sola”, cuenta una de las vecinas que habló con el periódico.
“Como padre de cuatro jóvenes mujeres, imagino la angustia que la familia de Sarah está viviendo en estos momentos tan difíciles”, había dicho el viceinspector jefe de la Policía Metropolitana, Nick Ephgrave. Ha sido ese tono, con toda seguridad no intencionado, con el que se trataba lo sucedido como un patrón que se repite, mujer sola y de noche, el que ha desatado la rabia de muchas mujeres británicas en las redes sociales y en los medios. Cientos de ellas han relatado sus vivencias personales y sus miedos, hasta convertir la indignación en una convocatoria de protesta. #ReclaimTheseStreets (Reclama Estas Calles) es el eslogan, y en la noche del próximo sábado se celebrará una vigilia en el barrio de Clapham “por todas las mujeres amenazadas en nuestras calles”. “Lo que le ha ocurrido a Sarah Everard nos ha golpeado a muchas mujeres porque todas hacemos los mismos cálculos que hizo ella”, escribía en Twitter Kate McCann, la corresponsal política de Sky News. “Todas tomamos el camino mejor iluminado, y preferimos ignorar el miedo y escuchar esa voz que dice ‘no seas tonta, tienes todo el derecho a caminar sola por la noche y sentirte segura”. La histórica feminista, Julie Bindel, expresaba en el semanario The Spectator su irritación ante los consejos de seguridad de la policía. “Advertencias como esas perpetúan mitos muy dañinos sobre el peligro, por ejemplo, que solo los hombres nos pueden proteger (…) y que, de alguna manera, somos cómplices si salimos solas a la calle de noche”.
“Puedo entender que, a pesar de que la mayoría de londinenses sabe que es extremadamente raro que una mujer sea secuestrada en plena calle, las mujeres estarán hoy preocupadas, y probablemente tengan miedo. Les aseguro que incrementaremos el nivel de patrullas policiales en toda esta zona”, aseguraba Cressinda Dick. Su trabajo era rebajar los temores y transmitir seguridad. El del alcalde de Londres, intentar calmar la rabia contenida: “Todas las mujeres y niñas deberían poder caminar por nuestras calles a cualquier hora”, afirmaba en un comunicado público.