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Murakami y Ozawa: pasión mahleriana


Afable y tímido como reza el tópico japonés, Haruki Murakami (Kyoto, 1949) ha ofrecido esta mañana una rueda de prensacon motivo de la concesión del Premi Internacional Catalunya (el último fue el expresidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter) por ser “un puente” entre Oriente y Occidente. “Nací y crecí en Japón, hablo japonés, como comida japonesa y hago todas las cosas que hacen los japoneses pero me gusta el jazz y la lítetura occidental desde Dostoievski hasta Stephen King, ¿qué es oriental y qué es occidental?”, ha preguntado Murakami. El autor de superventas como Kafka en la Orilla, After Dark o Tokyo Blues ha agradecido el galardón que patrocina la Generalitat y que cuenta con 80.000 euros, además una escultura de Antoni Tàpies. Su último libro 1Q84 (Tusquets) es también un éxito de ventas.

Murakami es conocido por sus tramas casi oníricas, basadas en universos paralelos pero con un gran conocimiento del terreno, sea en la actualidad o rebuscando en el pasado. También es conocido por la crudeza y la exactitud con que retrata la fealdad del ser humano; la crueldad, la pederastia, el asesinato… ¿Cómo lo hace? “Pues la verdad es que soy una persona bastante amable y suave”, apunta el escritor, pero reconoce que “cuando escribo hay algo que me empuja a narrar episodios brutales”. Y lo pasa mal, ha concedido el autor japonés pero subrayando que “debe hacerse”.

Sobre el Japón de hoy, todavía sacudido por el tsunami y el desastre nuclear de Fukushima, Murakami ha advertido de queel país”está acostumbrado a los desastres, pero con este episodio estamos todavía anodadados”. Aunque no se parezca a la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, el autor nipón considera que el espíritu emprendedor de su país volverá a surgir por mucho que “ahora haya mucha desorientación”. Murakami, optimista, mantiene: “Nos recuperaremos, encontraremos la manera. Y los escritores también encontraremos un nuevo camino”.

Acerca de su futuro, Murakami reconoce estar “vacío” tras la confección de su última novela. Ahora está esperando a las musas pero revela cuál es su preocupación literaria: “¿Qué tipo de mundo tendré que describir?”. Casi nada.


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