Las metas educativas de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible no se cumplirán en América Latina y el Caribe a menos que se modifique el rumbo de las políticas públicas y se asignen mayores recursos. La advertencia ha sido lanzada este jueves por Unesco, Unicef y la Cepal en un informe conjunto. En La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe. Informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030 denuncian también que los problemas económicos de la región y la pandemia de covid-19 frenaron los logros educativos de los últimos años.
“Entre 2015 y 2020, la matrícula de la educación preprimaria (de cero a dos años) se incrementó en 2,1 millones de niños y niñas, un ritmo más acelerado que en los años anteriores. Sin embargo, desde el inicio de la pandemia, hemos observado como la primera infancia no ha sido priorizada, lo que pone en riesgo estos avances. Urgimos a los gobiernos invertir en la primera infancia para que ningún niño o niña se quede atrás”, dijo Rada Noeva, directora regional adjunta de Unicef para la región.
Más de 10 millones de niños sin educación
Una de las grandes preocupaciones de los organismos internacionales son aquellos niños sin acceso a la educación, en especial en áreas rurales y muy empobrecidas. “Se estima que en 2019, 10,4 millones de niños, niñas y jóvenes se encontraban excluidos del acceso a la educación primaria y secundaria en América Latina y el Caribe, y estas cifras son anteriores a la pandemia, cuyos efectos agregan mayor fragilidad a las trayectorias que garantizan la permanencia en el sistema educativo”, señaló Alberto Arenas de Mesa, director de Desarrollo social del Cepal.
Los recientes avances obtenidos en el nivel secundario comienzan a estancarse, advierte también el documento. Entre 2015 y 2018 los estudiantes latinoamericanos no lograron mejorar en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, algo que sí había ocurrido entre 2006 y 2013. Aunque año a año son cada vez más los alumnos que terminan la secundaria, el ritmo de mejoría se ha desacelerado. En el periodo 2010-2015, la tasa de alumnos con la secundaria completa mejoró 6 puntos porcentuales, mientras que entre 2015 y 2020, el avance fue de 1,9 puntos.
El sector terciario sigue siendo el más desigual. En los últimos veinte años, alrededor de 17 nuevos millones de estudiantes han llegado a la universidad, pero la brecha entre países y, dentro de cada uno de ellos, por género y nivel socioeconómico no ha dejado de aumentar. “Los cinco países con mayor tasa de matrícula en educación superior incrementaron el acceso en ocho puntos en promedio, mientras que los cinco países con los indicadores más bajos crecieron en promedio un punto entre 2015 y 2020″, señala el texto. En el año 2000, hombres y mujeres se matriculaban casi por igual en la universidad, pero hoy son clara mayoría las segundas: 61,7% frente al 46,8% de los varones. A su vez, vivir en un entorno rural y en un hogar de bajos ingresos hace muy difícil llegar a la educación superior, ya que en los años recientes ha favorecido casi exclusivamente a los sectores medios y altos.
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Para corregir semejantes desigualdades, Unicef, Unesco y la Cepal piden aumentar la inversión educativa en vez de reducirla “para conducir los procesos de mejora y transformación sistémica de la educación”, en palabras de Claudia Uribe, directora de UNESCO en Chile. Desde 2015, 15 países de América Latina y el Caribe han recortado sus partidas presupuestarias para este sector y la situación se ha agravado aún más con la crisis provocada por la pandemia de covid-19, que significó una contracción económica del 7,7% del PIB. “La evidencia muestra algunas noticias positivas, pero refuerza la apremiante necesidad de una mayor inversión y capacidades estatales para acelerar el avance en las metas educativas establecidas en 2015″.
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