Naciones Unidas convoca una conferencia internacional de ayuda a Afganistán el 13 de septiembre


Naciones Unidas convocará una conferencia internacional de ayuda a Afganistán el 13 de septiembre en Ginebra, para contribuir a evitar lo que el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó de “catástrofe humana inminente”. En un vídeo difundido a través de Twitter este sábado, Guterres anunció fijó como objetivo la búsqueda de un rápido aumento de la financiación para la ayuda humanitaria destinada al país centroasiático, de nuevo bajo la férula de los talibanes desde el pasado 15 de agosto. “Necesitamos que la comunidad internacional se una y apoye al pueblo afgano”, sostuvo.

“También pedimos un acceso humanitario pleno y sin obstáculos para garantizar que los afganos sigan recibiendo los servicios esenciales que necesitan”, dijo.

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Muchos afganos luchaban, ya antes del triunfo de la ofensiva de la milicia fundamentalista, por alimentar a sus familias en medio de una grave sequía, con el país aislado y la economía en ruinas, han advertido diversas agencias del sistema de Naciones Unidas. Uno de cada tres afganos está en situación de inseguridad alimentaria, mientras que más de 570.000 personas están desplazadas internamente por el conflicto, de acuerdo con el último informe de la coordinación humanitaria de la ONU en el país. El 2 de septiembre, el Programa Mundial de Alimentos (PAM) de la ONU advirtió de que millones de afganos pronto podrían morir de hambre debido a la combinación del conflicto, la sequía y la covid-19.

“Las Naciones Unidas se solidarizan con el pueblo de Afganistán y se comprometen a permanecer y cumplir con ellos”, dijo Guterres. La frase “permanecer y cumplir”, en inglés Stay & Deliver, es el lema adoptado por Naciones Unidas frente a la crisis en Afganistán.

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Sin fondos internacionales

El 24 de agosto, nueve días después de que los talibanes tomaran Kabul, el Banco Mundial anunció la congelación de sus fondos para el país. El organismo no solo es uno de los principales donantes de Afganistán, sino que también dirige el Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Afganistán (ARTF por sus siglas en inglés), el mecanismo creado en 2002 que reúne a los principales donantes del país ―Estados e instituciones, como la UE― y cuyo objetivo es coordinar los programas de ayuda presupuestaria para el Gobierno de Afganistán, así como los programas de inversión nacionales prioritarios.

El Fondo Monetario Internacional también ha suspendido el desembolso de los 440 millones de dólares (370 millones de euros) que correspondían a Afganistán este año como parte de su programa de asistencia financiera. Con la congelación de fondos por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea, el flujo de la ayuda que constituyó en 2020 más del 42% del PIB afgano se ha detenido completamente. El régimen de los talibanes tampoco podrá acceder a las reservas en divisas del banco central afgano, atesoradas en la Reserva Federal de Estados Unidos, que de momento no les permite acceder a ese dinero, que ronda los 9.400 millones de dólares (7.900 millones de euros). Esa cifra bastaría para sufragar las importaciones de Afganistán durante 18 meses, según un análisis de la revista Foreign Policy.

Con todos estos fondos en suspenso, el país está en bancarrota. El Gobierno no dispone de efectivo para pagar los salarios de los funcionarios y la cifra de afganos que precisarán de asistencia humanitaria urgente previsiblemente aumentará de forma notable. Los talibanes tampoco pueden pagar las importaciones de los bienes más básicos, como los alimentos. Afganistán tiene el perfil clásico de un país sumido en la pobreza y el subdesarrollo: una economía de subsistencia en las zonas rurales, que depende en gran medida de una climatología que este año está siendo adversa debido a la sequía, y una carencia de desarrollo industrial que le impone importar cualquier producto manufacturado, incluso algo tan básico como la harina de trigo. El país produce ese cereal, pero no tiene capacidad para molerlo a escala industrial. Las importaciones afganas se financiaban hasta ahora en su práctica totalidad con los flujos de dinero procedentes del extranjero. Antes de la llegada al poder de los talibanes, Naciones Unidas elevaba a 1.280 millones de dólares (1.077 millones de euros) la suma mínima para atender a los afganos más vulnerables este año. A finales de agosto, según datos de la organización, la ONU solo había recaudado el 38% de esa cantidad que ahora se quedará corta.




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