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Nadal se gana a Broncano

Acostumbrado a otro tipo de formatos para las entrevistas, Rafael Nadal aceptó el desenfadado registro que propone La Resistencia, de Movistar. Y, aunque el tono no fue igual de gamberro que en otras ocasiones, el tenista no solo salió airoso de su encuentro con David Broncano, sino que se metió al presentador directamente en el bolsillo.

Suele ocurrir. El campeón de 20 grandes es un hombre frontal, sencillo y educado que domina las distancias cortas, de modo que no tardó en desarmar a su interlocutor, orgulloso adalid del suizo Roger Federer. Al final, Nadal logró lo que probablemente no había logrado ningún otro invitado hasta ahora: un encuentro con un desarrollo coherente, lineal. Formal. Es más, los vaciles transcurrieron esta vez a la inversa.

De entrada, el deportista jugaba en casa y no en el barrizal del Teatro Arlequín. La grabación del programa tuvo lugar en su academia de Manacor y comenzó con un intercambio de bolas en el que Nadal jugueteó con su rival. “Hoy estoy aprendiendo mucho. Estoy viendo golpes que no había visto nunca… Tu derecha es de laboratorio, no es natural”, le dice con sorna a Broncano, que pone todo su esmero en cada maniobra y no luce un mal revés, pero que termina jadeando y, claro, perdiendo.

A diferencia de otras ocasiones, el presentador no se apoya para la charla en la documentación de sus tarjetas. De hecho, ni siquiera las lleva. Esta vez, controla la materia y al entrevistado, que responde relajado y distendido. “He hecho las cuentas”, le advierte Broncano, “y al final creo que terminarás tu carrera con 24 grandes, Djokovic con 22 y Federer con 21…”. A lo que Nadal, con polo, tejanos y deportivas, con esa cercanía tan arrebatadora, le responde una vez que ambos ya han tomado asiento: “Dame el papel, firmamos ya”.

La conversación fluye y, entre otras anécdotas, Nadal cuenta que el incidente del pelotazo de Djokovic en el último US Open le sorprendió jugando al golf; también que nunca tuvo prisa por hacerse mayor y que cuando era un niño disfrutó de la vida de cualquier otro chico de pueblo. “Iba a la playa y jugaba con mis amigos en la calle hasta las nueve de la noche”, explica antes de comentar que sigue empleando un coche utilitario para desplazarse por la isla pese a tener varios deportivos procedentes de sus méritos deportivos.

Nadal también dice que sus bíceps no le hacen jugar mejor ni aportarle más fuerza a la bola, y va ganándose con naturalidad al presentador, el mismo que siempre ha enarbolado la bandera de Federer y que el año pasado le aseguró al suizo durante un breve encuentro en la Caja Mágica que le donaría el hígado, si algún día le hiciera falta. “La próxima vez que vengas, te pondré en tu habitación, en la que le hemos dedicado a Roger…”, le transmite el anfitrión. “No, ahora quiero la tuya, Rafa”, replica de inmediato Broncano en el broche del diálogo.

Así que, una vez más: punto, set y partido para Nadal.


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