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Nadal, sobre la muerte de George Floyd: “Todos debemos tener los mismos derechos”


La que pintaba como una temporada trascendental, al final ha saltado por los aires, y Rafael Nadal (Manacor, 33 años) contempla con pesadumbre el efecto abrasador de la pandemia. “¡Venga, vamos chicos! ¡Que a las ocho puedo salir a dar un paseo y hasta me hace ilusión ya!”, dice el tenista balear, quien reflexiona para EL PAÍS por videoconferencia desde su domicilio en Porto Cristo (Mallorca).

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Pregunta. Hace poco expresó su contrariedad porque los tenistas no podían entrenarse. ¿Ha podido empezar?

Respuesta. No estaba contrariado, que nadie se equivoque. Entiendo que no se pueda entrenar, pero estamos en un momento en el que todo es muy sensible. Cualquier comentario o mensaje que puedas dar se politiza, y aquellos que se sienten atacados se lo toman mal. Soy un ciudadano más, que paga sus impuestos aquí, así que tengo tanto derecho como cualquier otro a opinar. Parece que hay un momento en el que no se puede opinar y en el que todo se convierte en política, y lo que simplemente dije es que creía que cuando la gente está yendo a trabajar a obras, a construir… Un montañero o un triatleta tienen la capacidad de ir a entrenarse solos y yo no estoy reclamando nada, porque el tenis no es el primer deporte que debe volver, ya que al final necesitamos ser al menos dos para jugar, pero es que hay deportes que son totalmente individuales, como cualquier otro trabajo. ¿Por qué un atleta no puede ir a correr solo? Este es nuestro trabajo.

P. Entonces, mensaje matizado…

R. No estaba diciendo que yo no pudiera ir a hacer surf, porque no es mi trabajo, pero que un surfista profesional se vaya a hacer surf… ¿por qué no? He sido claro, pero después se olvidan las cosas. La máxima prioridad es salvar vidas y la sanidad, y el deporte, para mí, pasa a un tercer plano; ni lo tengo en la cabeza, siempre y cuando se hagan las cosas de manera ordenada. Entiendo que todo el mundo está confinado, pero al final este es nuestro trabajo. Tiene poco sentido que haya gente congregada en un lugar, cumpliendo todas las medidas, y que nosotros no podamos hacerlo pese a que podamos cumplirlas de una forma más estricta. Se ha tratado al deporte de forma unánime, a todos los deportes por igual, y creo que no debe ser así, como tampoco se trata a todas las comunidades por igual.

P. Si todo esto se veía venir, ¿por qué no se ha hecho nada para evitarlo?

R. La situación económica no tiene salvación, porque según qué actividades, como el turismo, no van a poder salvarse. El mundo está sufriendo una pandemia, con lo cual la gente no puede viajar y esa es una situación inevitable, pero entiendo que a nivel de salvar vidas se podían haber hecho las cosas de otra manera. Si se hubiesen adoptado medidas preventivas antes se hubieran evitado todas las medidas extremas que hemos tomado después. Que no me lo tomen como una crítica a un Gobierno, porque al final a mí también me ha sobrepasado todo esto. Yo tampoco pensaba que iba a vivir algo así, y entono el mea culpa; estaba preparado para jugar en Indian Wells sin pensar la que nos venía encima…

P. La ola ha sido demasiado grande, ¿no?

R. Nadie se lo esperaba, pero la gente que manda aquí debería tener acceso a todas estas informaciones, y en este sentido sí creo que ha habido un error. Yo me equivoco habitualmente y reconozco mis errores, y nos humaniza el reconocerlos. No estoy siendo oportunista, sino que simplemente a mí también me supera la situación; no tengo la información y decido únicamente sobre mí. La situación nos ha sobrepasado a todos, y no solo a España. Es igual que si yo pierdo un partido y Federer y Djokovic también lo hacen… No puedo excusarme en que ellos también lo han perdido. Todo el mundo lo ha hecho mal.

P. Los últimos datos son más optimistas. ¿Lo es usted también?

R. Tenemos los datos que tenemos y estamos en la situación en la que estamos. Por suerte, estamos mejor que hace dos meses y ese es el consuelo. Yo no soy nadie para valorar lo que han hecho políticamente. Estoy muy satisfecho con cómo lo ha hecho mi presidenta [la socialista Francina Armengol]; no la dejaron, pero ella quiso cerrar vuelos porque entendíamos que, como isla, teníamos mayor capacidad para protegernos. Creo que hemos llegado tarde a algunas situaciones, y una vez que llegas tarde… Es humano. Era muy difícil acertar. Solo unos pocos han acertado.

P. Se apunta directamente a la globalización. ¿Se nos ha ido de las manos?

R. Cuando ocurren situaciones como esta, luego se hace mucha demagogia y nos volvemos muy hipócritas. Lo que ha pasado es que ha venido un virus y nos ha tocado a todos. La humanidad no estaba preparada, y esta es la realidad. ¡Claro que hay ámbitos que debemos cuidar más! Por ejemplo, la naturaleza y el planeta, sin ninguna duda, pero no creo que sea un común denominador o una causa-efecto. Ha pasado lo que ha pasado y tiene que servirnos de lección. Creo que podemos aprender de estos momentos tan duros.

P. ¿Y cuál es la mejor lección que extrae?

R. Lo tremendamente afortunados que somos y la suerte que tenemos de vivir en este gran país. Hay gente que está mejor que otra, está claro, pero dentro de lo que cabe somos un país seguro en el que no hay mucha delincuencia y en el que, dentro de lo que cabe, la mayoría de la gente vive más o menos bien. Cuando ocurren estas cosas llega un momento en el que tenemos que valorar no solo lo negativo. Llevamos dos meses recibiendo todos los días mensajes negativos y al final eso nos afecta moralmente y nos conduce a pensar que no vivimos en un gran país, y estoy en desacuerdo.

P. ¿Qué se debe hacer para recomponer de alguna forma el puzle?

R. Tenemos un buen Estado de bienestar, que debemos proteger más que nunca porque viene una situación económica y social muy dura, en la que va a sufrir mucha gente. Muchos van a perder sus empleos y hay que ser solidarios, y se debe ayudar desde todos los sectores, laborales y empresariales, el Gobierno… Todos debemos ser solidarios. Si las empresas no están protegidas, los trabajadores tampoco van a estarlo. Hay que encontrar un equilibrio para poder seguir viviendo en un país que, en mi opinión, es admirado en la mayor parte del mundo. Tendremos que volver a esforzarnos para volver a ser un país de destino, porque nuestro turismo es un motor y ahora está totalmente destruido. Tendremos que reinventarnos y saber hacer buenas campañas, buena publicidad, y saber vendernos otra vez bien. No podemos infravalorarnos. Tenemos que proyectar confianza hacia el exterior porque de lo contrario vamos a sufrir muchísimo. Tenemos que trabajar desde ya en esto.

P. De alguna manera, ¿usted también se ha redescubierto o se ha visto haciendo cosas fuera de lo ordinario?

R. ¡Claro que me he encontrado haciendo cosas que no hacía, porque yo nunca estaba en casa! A mí me gusta estar aquí, pero compartiendo cosas con los míos y mis amigos. De repente, mi actividad se ha visto frenada al cien por cien. Para todos ha sido un shock. Nosotros estamos acostumbrados a viajar, pero hay gente que trabaja en una oficina y se les ha hecho un pelín menos complicado. Me costó adaptarme al comienzo, pero después he ido cogiendo el ritmo; he vuelto a hacer doble sesión, por la mañana y por la tarde, y he ido marcándome unos horarios y recuperando las rutinas; también he dejado de ver las noticias y eso ha sido un avance muy importante.

P. Empezó tocado anímicamente. ¿Ha remontado?

R. Soy una persona sentimental, a la que le afectan las cosas, y ver a tanta gente sufriendo tanto, a tanta gente que ha perdido a familiares sin poder tan siquiera despedirse… Al final, poder darle un abrazo a tu hermano o hermana te alivia algo de dolor, e imaginarme que no han podido hacerlo… Hay que ser positivos y seguir hacia adelante. No hay más remedio. Yo soy un superafortunado. Aquí no hemos librado la misma campaña sanitaria que en otras comunidades y la sensación de seguridad es mayor.

P. El deporte, en general, se ha volcado. ¿Cree que ha cambiado la percepción del deportista?

R. Sinceramente, creo que casi siempre he estado cerca de la gente. Aquí, donde vivo, soy una persona cercana y hago una vida normal. Durante todo este tiempo no he parado de grabar vídeos y vídeos y vídeos para gente que lo está pasando mal, y a nivel económico y social ayudo lo que puedo. Entre Pau [Gasol] y yo nos hemos unido al proyecto de Cruz Roja Responde y estamos tratando de unir al mayor número de personas posible para crear algo bonito. Agradezco muchísimo el nivel colaborativo de todo el mundo: deportistas, artistas, empresas, federaciones, ciudadanos… A algunos no puedo nombrarlos porque me han pedido discreción.

P. Después de todo esto, ¿considera que seremos más fuertes y mejores, como se dice, o es más bien escéptico?

R. No creo en la nueva normalidad. A mí me gusta la antigua normalidad, pero con adaptaciones. Aprendiendo de todo lo que ha ido sucediéndonos. El ser humano tiene una cosa buena, la gran capacidad de adaptación, pero también tiene una mala, una gran capacidad de olvido. A veces nos olvidamos de las cosas malas y de lo bien que estamos cuando estamos bien. Solo espero que todo esto sea un aprendizaje, pero desgraciadamente me temo que pronto nos volveremos a quejar por cualquier tontería. Es la realidad del ser humano, tenemos ese defecto. Al final solo valoramos lo bien que se está sano cuando estamos enfermo; solo valoramos la suerte que tenemos de poder tener cada día comida encima de la mesa cuando nos falta esa comida; solo valoramos lo bien que estamos cuando podemos compartir con los amigos o la familia una simple comida cuando no podemos hacerlo.

P. Y, de cara al mañana, ¿volveremos a verle sobre una pista este año?

R. Ojalá, pero no lo creo. Desgraciadamente… Yo firmo estar listos para 2021. Ojalá. Me preocupa más el Open de Australia que lo que ocurra a finales de este año. El 2020 lo veo prácticamente perdido. Tengo la esperanza de poder empezar el próximo año. Ojalá que así sea.

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