Si Laslo Djere suponía algo así como la prueba del algodón, por esos problemas de espalda que arrastra Rafael Nadal desde hace un par de semanas y que le impiden forzar la máquina como acostumbra a hacerlo, el campeón de 20 grandes la superó con buena nota y restó una escala a la ruta de la recuperación. También es cierto que no tuvo la necesidad de explorar límites desagradables porque el rival, uno de esos jornaleros que guerrean en las cotas medias del circuito, tampoco le exigió un esfuerzo mayor. Hizo la goma, que ante un coloso no es poco. Pero se quedó ahí. Con una propuesta básica, a Nadal le dio para vencer: 6-3, 6-4 y 6-1, en 1h 52m.
En resumen, prolífica jornada: una victoria más, un día menos. El de Manacor ganó tiempo y el chequeo le salió bien, teniendo en cuenta la preocupación con la que llegaba al primer cruce por ese contratiempo inesperado que empezó a sufrir al poco de asentarse en Adelaida para completar la cuarentena. No es un triunfo para guardar en la videoteca, pero sí de mucho valor. Necesitaba al mallorquín probarse y ganar sensaciones después de unos cuantos días de incertidumbre, de dudas y tratamiento para destensar ese músculo revoltoso. Y el resultado tuvo un efecto paliativo, en tanto que ahora dispondrá de otra jornada de transición para seguir mimando la espalda.
Intervenía el número dos entrada la tarde, bajo 26º agradables y frente a un adversario asequible, pero ante los que no conviene confiarse. Llegaba Nadal con solo un partido preparatorio en el casillero, la exhibición en Adelaida, y sin haber podido participar en ninguno de los tres compromisos de la ATP Cup. Aun así, cogió rápido el pulso al partido y abrió hueco con dos roturas (al segundo y sexto juego) que encarrilaron la primera manga, aunque Djere, peleón de principio a fin y con mayor voluntad que acierto, se revolvió para arañarle una. Obsequio menor. Enseguida, el balear siguió a lo suyo y demarró al inicio de la segunda para trazar distancia.
Contenido en la maniobra del servicio y sin soltarse del todo por precaución, Nadal solo tuvo que enmendar un ligero bache. Fue con 5-3, instante en el que Djere se animó más de lo esperado y se fabricó un 0-30. Un momento de distensión que reparó a la carrera, para evitar fuegos innecesarios. Sobrado de piernas, correcto con la derecha y más efervescente con el revés, el español fue elevando el tono poco a poco y en la tercera manga dio un par de latigazos en forma de passing que arrancaron los aplausos de la central, a medio aforo como lo exige el protocolo del torneo. Australia está deseosa de tenis, de Nadal, y este brindó una primera actuación acorde a lo que se esperaba: ganar o ganar, sin artificios. Y luego ya se verá.
“Hoy tenía que sobrevivir, y así lo hice. Los últimos 15 días han sido difíciles”, resumió a pie de pista el ganador, que selló el duelo con cinco aces, un 67% de efectivad con el saque, un 83% de puntos con primeros y un 46% con los segundos; es decir, más allá de mejores o peores sensaciones, de mayor o menor margen de maniobra con el servicio, la radiografía fue positiva. Se imponía salvar el obstáculo. Le falta ritmo, lógicamente, pero esta puesta de largo no demandaba más que no lastimarse y salir adelante, y así sucedió. Nadal, citado el jueves con el vencedor del choque entre Viktor Troicki y Michael Mmoh, obtuvo ante Djere lo que pretendía. Ni más ni menos.
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