Rota en lágrimas, Naomi Osaka volvió a mostrarse vulnerable y sensible ante los medios en su vuelta a la competición. La japonesa debutará en el torneo de Cincinnati el próximo lunes, pero atendió a la prensa este lunes, tras los primeros entrenamientos. Después de unas cuantas preguntas, la deportista, dulce y amable en todo momento, se desmoronó tras explicar cómo se siente cuando se percata de que todo cuanto hace o dice puede acabar estampado en un diario, publicado en las redes sociales o convertido en un debate televisado.
Durante su encuentro con los medios, un periodista local le hizo notar su escasa devoción por la prensa al tiempo que ella, como personaje público, se aprovecha de la proyección que le dan las plataformas mediáticas: “No eres una gran fan de lidiar con los medios, especialmente en este formato de conferencia de prensa, pero tienes otros intereses más allá del tenis. ¿Cómo crees que debes ser capaz de poner en la balanza de la mejor manera esas dos cosas?”, le pregunta el periodista del Cincinnati Enquirer. “No puedo hablar por los demás, lo hago por mí misma. Pero desde que soy muy joven siempre he despertado mucho el interés de los medios, por mis antecedentes, por cómo juego, al final soy una jugadora de tenis. Hay cosas que digo o que tuiteo que generan un montón de nuevos artículos porque gané un par de grand slam y porque hago un montón de ruedas de prensa, y así es como van las cosas. Pero realmente no sé bien cómo gestionarlo, estoy trabajando en ello”, se confesó.
Y aunque respondió muy entera, se rompió justo al terminar. Alzó la vista tratando de contener las lágrimas. Pero fue en vano. Se cubrió con la visera de la gorra, intentó recomponerse para responder la siguiente pregunta, pero no pudo. Una periodista le preguntaba en esos momentos sobre su preparación y sobre cómo estaba viviendo las noticias que llegaban de Haití, especialmente conmovedoras para ella dado que su padre es haitiano. Osaka no pudo seguir. La conferencia de prensa se detuvo unos instantes y la deportista regresó algo más confiada tras un parón de cinco minutos.
Y respondió la pregunta que había dejado a medias. “Respecto a Haití, tengo la sensación de que puedo hacer más de lo que hago. Por eso estoy mirando cómo ayudar, de qué manera es mejor hacerlo. Donar el dinero del premio de este torneo es lo primero en lo que pensé. Para eso, tengo que hacerlo bien. Por eso lo dije. Lo malo es que veo cada día las noticias y es realmente terrible”, asumió. La ganadora en Cincinnati obtendrá 255.220 dólares (unos 216.839 euros), la subcampeona, 188.945 dólares (160.504 euros) y las semifinalistas, 100.250 dólares (85.160 euros).
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Osaka es una de las mejores tenistas del mundo. Número tres del ranking de la WTA, la japonesa llega a Cincinnati después de que el suyo fuera uno de los nombres propios de los Juegos Olímpicos. Meses antes había dejado París forzada por la organización tras negarse a hablar con los medios; además, era la deportista con mayor proyección del país sede de los JJOO y se trataba, también, de la atleta que encendería el pebetero de Tokio 2020. Su participación en el torneo de tenis no dio para mucho. Cayó en tercera ronda ante la china Saisai Zheng. “Llevaba casi ocho años esperando a estos Juegos, porque no logré estar en Río. Y tenía la sensación de que desde entonces todo el mundo me hablaba de Tokio. Me siento un poco triste sobre cómo caí eliminada, pero también contenta por no caer en primera ronda”, explicó desde Ohio.
El de Cincinnati será el torneo de su regreso a la competición, y la primera vez que vuelva a enrolarse en un abierto del tour femenino tras abandonar Roland Garros en el mes de mayo y renunciar luego a jugar Wimbledon por un problema de salud mental.
Encerrada en casa
Preguntada respecto a su huida de París nada más poner un pie en la sala de prensa de Cincinnati, Osaka se sinceró. “En aquel momento no es que me sintiera orgullosa, pero era algo que sentía que tenía que hacer. Por mí. Me encerré en casa durante un par de semanas, me daba vergüenza salir. Sabía que la gente me miraría de una forma distinta a como lo hacía antes. Pero lo que me abrió los ojos fue ir a los Juegos y ver cómo otros atletas venían y me decían que estaban supercontentos de que hubiera hecho lo que hice. Después de eso sí me siento orgullosa de lo que hice y creo que era algo que se tenía que hacer”.
La tenista, explicó, le escribió a Simone Biles, pero no quiso molestarla más. “Quise darle su espacio, porque sé lo abrumador que puede llegar a ser”.
La sobreexposición pasa factura a muchos deportistas y Osaka es una de las que ha alzado la voz este año, junto con Biles, que siguió su ejemplo en los Juegos de Tokio, donde todos la miraban con lupa y esperaban de ella que se convirtiera en la mejor gimnasta de todos los tiempos. No pudo ser. Apenas logró competir en la final de barra. Y se llevó un bronce, solo una medalla, tras ser la gran ausente de la final por equipos y de la combinada. Pero sonrió. E hizo visible que la salud mental afecta a muchos, deportistas o no.
La muerte de Olivia Podmore despierta la conciencia sobre la salud mental en el deporte
El caso de Podmore agitó todavía más las conciencias. Aunque las causas de su muerte no se confirmaron aquel lunes, un amigo de la deportista puso el foco en su estado anímico después de no haber sido seleccionada por el equipo nacional para participar en los Juegos. Podmore sí había estado en Río 2016. Poco después de la noticia, la federación ciclista de Nueva Zelanda informó de que revisará las ayudas y el apoyo que se ofrecen a los deportistas.
“Simone Biles y Naomi Osaka han puesto en el foco la salud mental después de sus propias dificultades personales. La pelea de Olivia fue la misma”, denunció el campeón olímpico de remo Eddy Murray, pareja de Podmore.
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