Navidades de Guerra Fría con las tropas españolas en Letonia



La ministra de Defensa, Margarita Robles, este jueves, con los militares españoles desplegados en Adazi (Letonia).MINISTERIO DE DEFENSA (Europa Press)

A cinco grados bajo cero, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha visitado este jueves a los 346 militares españoles desplegados en la base de Adazi (Letonia), a 120 kilómetros de la frontera rusa. “Lo que estáis haciendo es muy importante: trabajar por la paz y la seguridad”, les ha dicho. El escenario es de Guerra Fría, y no solo por el palmo de nieve que cubre esta antigua base soviética que aloja al grupo de combate de la OTAN. Desde hace meses, Rusia y Estados Unidos juegan una partida de mus en el Este de Europa. Pese a los amagos de retirada, la inteligencia aliada cifra en 102.000 los militares rusos que siguen desplegados junto a la frontera ucraniana y la OTAN se toma muy en serio la amenaza de invasión. Por primera vez en tres décadas, el Comité Militar de la OTAN se reunió en sesión extraordinaria este mes para poner a punto su fuerza de reacción rápida —que, con frecuencia, solo existe sobre el papel— y rebajar a cinco días su tiempo de respuesta.

“[Vladímir] Putin ha interpretado la retirada de Afganistán como una muestra de debilidad occidental y quiere aprovechar la oportunidad”, señala un alto mando militar. Las condiciones que ha puesto Moscú para retirar las tropas que amenazan Ucrania son inasumibles para la OTAN. Entre otras, garantías jurídicas de que este país nunca entrará en la Alianza y retirada de los cuatro batallones multinacionales desplegados en las tres repúblicas bálticas y Polonia, con unos 1.500 soldados cada uno.

La OTAN no va a retirarlos porque la Operación Presencia Adelantada Reforzada fue la respuesta que dio en 2017 a la anexión de Crimea, tres años antes. Los militares españoles y sus compañeros canadienses o italianos poco podrían hacer frente a las divisiones rusas, pero Moscú sabe que atacarlos sería declarar la guerra a los 30 países de la OTAN. Su fuerza no está en su potencia de fuego sino en su bandera.

Mientras llega el improbable día en el que tengan que frenar el avance ruso, los seis carros de combate Leopardo y los 15 vehículos de combate Pizarro del contingente español se dedican a adiestrarse con otros batallones aliados y con la brigada letona en la que están integrados. Aunque se trata solo de maniobras, no pueden bajar la guardia: se saben permanentemente observados por los vecinos rusos. Su objetivo, explica el teniente coronel Raúl Vara, jefe del contingente español, es jugar un papel disuasorio y “estar preparados por si la disuasión no tiene el efecto deseado”.

La misión en Letonia es una muestra de la solidaridad española con la OTAN. Como también lo es el despliegue rotatorio de aviones de combate en las repúblicas bálticas (está previsto que vuelvan esta primavera a Lituania) y el mar Negro (han estado este año en Rumania y en 2022 podrían desplegarse en Bulgaria). A cambio de apoyar a los aliados más expuestos a la agresividad rusa, España espera que la próxima cumbre de la OTAN, que se celebra en junio en Madrid, vuelva también su vista hacia el sur, a los Estados fallidos del Sahel donde se incuba la amenaza yihadista.

El noveno contingente español en Letonia concluirá después de Reyes su misión de seis meses. Nadie quiere arriesgarse a contraer la covid y tener que quedarse en cuarentena sin poder volver a casa. En vez de la habitual comida, los militares se reúnen en el salón de actos de la base, donde la ministra elogia su “eficacia, profesionalidad y entrega en condiciones físicas muy complicadas”. Y personifica en ellos su agradecimiento a los casi 3.000 militares españoles que están pasando estas Navidades en misiones internacionales. Un soldado de la orquesta de Infantería de Marina, que ha venido con la comitiva de Robles, entona dos villancicos y la canción Los Reyes de la Baraja, de García Lorca. Pero lo más celebrado es el pasodoble La Banderita, cantado a capela.

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