¿Le suena Chicas malas? En una escena los alumnos del instituto piden perdón por haberse criticado los unos a los otros por la espalda. En ese momento de sinceridad una chica llorosa lee una nota “Ojalá pudiera prepararos una tarta de arcoíris y sonrisas, y que al comerla fuéramos felices”. Alguien responde: “Ni siquiera estudia aquí”. Una escena que todos hemos vivido, con o sin arcoíris y sonrisas. El viernes esa chica llorosa fue, una vez más, Carlota Corredera. El temor de los españoles no son los teleoperadores comerciales; es Carlota Corredera, que en cuanto te despistas aparece para contarte sus dramas.
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En el lado opuesto, pero con el mismo peso tenemos a Pedrerol. Su programa esta semana ha pivotado sobre un tictac: que un señor iba a fichar por el Madrid por doscientos millones. Al final se conoce que a los de su equipo (el PSG) les sobra el dinero porque el dueño es un jeque árabe y no han respondido siquiera a la oferta. Es decir, que la actualidad deportiva ha sido que una cosa que iba a pasar, no ha pasado. Que no hay noticia, vaya. Con eso se han llenado horas enteras en El chiringuito.
Miren, mis conocimientos de fútbol se limitan a lo que aprendí en Oliver y Benji. No sé quién es nadie. Y sin embargo disfruto El chiringuito. Los que lo hacen se divierten y se lo creen. No sé cómo es cuando no hay cámaras, pero se ve pasión. Y de eso va el espectáculo, de celebrar la mentira. Cristóbal Soria cantaba para soliviantar a los colaboradores madridistas, pero es posible que no se lo tomen tan a pecho ni unos ni otros. Tampoco es muy creíble que a Carlota le importe todo lo que le hace llorar. Lo que sé es que esta gente transmite, unos diversión, otros melodrama. Como cantó Chicho Sánchez-Ferlosio, “La luna rocío, el sol su sed. El rico oro, el pobre palidez”… uno solo tiene aquello que da. La canción se llama La gracia nevando, un título que parece pensado para estos dos programas.
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