Coraje y talento
Cuando llega la Champions, el Madrid en el Bernabéu es como Nadal en Australia, pero todo el rato. Sufre, parece perdido, juega a borbotones y sin que resulte fácil saber la razón, viniendo del abatimiento alcanza la gloria. Es Luka Modric el que mejor enseña que hay un tiempo para sobrevivir épicamente y estocadas como sobresaltos que te cambian la vida. Para lo primero hace falta coraje, para lo segundo talento. Todo en proporciones superlativas. Frente al Chelsea, Modric era un marinero en medio de un naufragio, tapando agujeros para que el barco no se hundiera. Pero, ¿por qué donde hay esfuerzo no va a ser posible la belleza? Lo cierto es que, en medio de los furiosos oleajes de ese partido ingobernable, a Modric le bastó un toque delicado con una trayectoria mágica que solo necesitó de alguien que terminara en gol. Fue Rodrygo. Entonces la tempestad cambió de bando.
Es el fútbol, estúpido
Hay partidos pulcros, como recién planchados, incluso partidos ordenados en donde cada cosa encaja en la cuadrícula que le corresponde. Es entonces cuando el fútbol nos parece previsible, lógico, incluso inofensivo. Pero la realidad es que se trata de un juego que está hecho de tantos componentes de distinto signo (físico, mental, emocional, técnico, táctico, individual, colectivo…) que a quienes tratamos de explicarlo, nos hace caer en permanentes contradicciones. También a los entrenadores, que tienen la responsabilidad de construirlo. Puede ocurrir que un equipo de Guardiola, que es un profeta del juego, pierda tiempo en busca de un resultado; y que un equipo de Simeone, que hace del triunfo su razón de ser, festeje un buen partido después de caer derrotado. Es entonces cuando amigos y enemigos sacan las navajas acusando de incoherencia a los personajes. Pero no, es el exagerado e infinito fútbol que hace lo que quiere con nosotros para demostrarnos quién manda.
Cuidado con las conclusiones
El Madrid y el Villarreal siguen adelante ante el aplauso general. Pero creo que la jornada europea deja una reflexión que no deberíamos pasar por alto. Cada día vemos más equipos con un alto ritmo de juego que los representantes de la Liga no alcanzan a contrarrestar. También le ocurrió al Barça, que abandonado por su gente y sin que le alcanzara con su estilo, cayó frente a un equipo muy atlético que fue superior y, además, se sintió local. Alguien será el culpable de esa sorprendente y vergonzante invasión blanca en el Camp Nou. Pero ese debate, aunque interesante porque habla de la identidad, es intrascendente comparado con la necesidad de reconstrucción de un equipo al que la Europa futbolística le sigue quedando grande. Y otra vez el fútbol creando desconcierto entre dos puntas: ¿se hace el diagnóstico partiendo del 0–4 en el Bernabéu o desde la dolorosa derrota frente al Eintracht?
Adiós
Ha fallecido en trágico accidente Freddy Rincón, un gran jugador que no pudo demostrar en el Madrid la auténtica dimensión de su talento, pero que dejó un recuerdo entrañable en quienes lo conocimos. Formó parte de una generación del fútbol colombiano que, con Pacho Maturana al mando, atrajo las miradas del mundo. Higuita, Valderrama, Asprilla o el mismo Freddy eran exponentes auténticos del más tradicional fútbol sudamericano. Pero la revolución consistió en convertir a grandes intérpretes individuales en un equipo estructurado, sólido, que se cerraba y abría como un acordeón, según tocara defender o atacar. En una Colombia devastada por la violencia, aquel equipo era una lección social jugando al fútbol. Freddy fue y es parte de ese orgullo nacional que quedó en la memoria de mucha gente. Valga este artículo para hacerle llegar a su familia y a Colombia mi emocionado dolor.
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