Nicaragua celebra este domingo una peculiar jornada de votación, considerada una “farsa” por la oposición, en la que el presidente, Daniel Ortega, de 75 años, busca elegirse para un cuarto mandato que lo atornillaría en el poder durante 20 años. Más allá del resultado, con poca emoción debido a que compite contra candidatos desconocidos, ya que quienes podrían hacerle sombra fueron detenidos en los meses previos, la única duda de la jornada era conocer el alcance del boicot propuesto por la oposición que llamó a quedarse en casa.
A la oleada represiva de los últimos meses, que ha terminado con siete candidatos presidenciales encarcelados entre rejas, entre ellos Cristiana Chamorro, la favorita para hacer frente a Ortega y que está en arresto domiciliario desde junio, se han sumado detenciones de última hora. La Alianza Cívica, una coalición de oposición, denunció “hostigamiento, vigilancia, intimidación, asalto, ataques, detenciones ilegales y arbitrarias” de algunos de sus líderes en Nicaragua durante el sábado. Paralelamente, grupos de motorizados y paramilitares fueron grabados en las calles de Managua tomando fotos y registrando los movimientos de los pocos opositores que quedan en libertad. La Policía Nacional no había confirmado ni desmentido los informes de la oposición.
Durante todo el día el esfuerzo del Gobierno sandinista ha sido tratar de imponer una narrativa de normalidad democrática y gran afluencia en los colegios electorales. Los canales oficiales han desplegado todos sus medios tratando de mostrar un país votando en paz que abarrotaba las urnas mientras participaba de “una fiesta cívica”. Paralelamente, los medios censurados transmitían desde Costa Rica imágenes de calles desiertas, plazas vacías y colegios desangelados en señal de desprecio a unos comicios considerados “fake” por Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Los medios independientes destacaron durante todo el día el éxito de una protesta que llamó a quedarse en casa, no consumir, no utilizar el vehículo, no salir a pasear ni acudir a restaurantes en señal de protesta.
El llamado causó tanto desconcierto que incluso la policía decidió suspender la ley seca, la prohibición de vender alcohol durante la jornada electoral, con la única intención de poder ver cierta vida en las calles con bares y cantinas trabajando con normalidad.
Casi al mediodía de Managua, Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, ejercieron el voto en el centro de Managua. El mandatario y la copresidenta, como ha sido nombrada, avanzaron entre los aplausos de los ‘espontáneos’ y en pocos minutos abandonaron el lugar en un Mercedes Benz. Minutos después, en medio de la jornada electoral, dio un discurso en cadena nacional en la que acusó de golpistas y terroristas a los opositores y criticó las sanciones estadounidenses. “Solo el voto puede derrotar a los conspiradores que no quieren la paz y han sembrado de odio y muerte el país. Aunque se vistan como se vistan son demonios que optan por la violencia la destrucción y las campañas para que Nicaragua se vea envuelta de nuevo en enfrentamientos violento y guerra”, dijo Ortega, acompañado de Murillo. “La guerra no construye viviendas, ni levanta escuelas. Voten por la paz”, advirtió el comandante sandinista.
En las filas del oficialismo uno de los más madrugadores fue el canciller Denis Moncada. “La mayoría de los nicaragüenses van a elegir hoy al comandante Daniel (Ortega), a la compañera Rosario (Murillo) y a los diputados”, dijo Moncada a los medios oficialistas.
Únete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites
Suscríbete aquí
Las elecciones se ejercieron sin observadores internacionales ni tampoco se ha permitido a la prensa extranjera entrar al país. Solo un grupo de 170 invitados del gobierno sandinista llegaron desde Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Argentina o España y pasearon por los colegios electorales de la mano de las autoridades. El Centro Carter, que tampoco fue autorizado a ejercer como observador, los calificó de “turistas electorales”. La más reciente encuesta de CID-Gallup reveló que, en caso de elecciones libres, el sandinismo solo cuenta con un 19% de los votos frente a un 65% opositor. Los resultados confirmaron un desplome histórico de la pareja presidencial incluso entre las filas del sandinismo.
El exilio marcha en Costa Rica
Bajo un cielo encapotado, centenares de exiliados y opositores nicaragüenses en Costa Rica marcharon sobre una de las avenidas principales de la capital San José, en rechazo a lo que considera “la farsa electoral” de Ortega y Murillo. Exiliados recientes, expulsados por la escalada represiva de los últimos meses, los que llegaron tras las protestas de 2018 y nicaragüenses arraigados desde los años ochenta convergieron para exigir la liberación de los presos políticos, entre ellos los siete precandidatos opositores.
La demanda central de la manifestación fue desconocer los resultados y demandar a la comunidad internacional más presión sobre el Gobierno de Ortega. Silvia Nadine, exiliada hace algunos meses, dijo a EL PAÍS que Ortega demuestra un “miedo a la voluntad popular al apresar a los candidatos y exiliar las libertades”.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.