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“No ha habido un mejor momento para la ficción africana”


La actriz burkinesa Azata Soro, marcada por una cicatriz en el rostro, ha estallado durante esta última edición de los Oscars africanos. “No pude callar más”. El festival de cine de referencia del continente, Fespaco (Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú) celebraba por todo lo alto su 50 aniversario. Y su agresor, el reconocido realizador que la desfiguró, presentaba sin pestañeo su serie El trono en competición. No fue calculado ni previsto, “pero, de repente, me encontré en esta sala, llena de actrices, realizadoras, productoras y mujeres del sector, donde se denunciaban casos sin mencionar nombres, y pensé que si no señalábamos a los agresores esto nunca iba a acabar”, confía a EL PAÍS la actriz. “Y pronuncié su nombre: Tahirou Tasséré Ouedraogo”. El tío Tahirou (así le llaman al influente realizador) no sólo rompió una botella y atacó a Soro en pleno rodaje de El trono, dejándole un rastro aún visible hoy, sino que “lleva años abusando de niñas que aspiran a ser actrices”.

“¿Por qué somos nosotras las que tenemos miedo y vergüenza?”, se pregunta Soro con la voz rota. “Mis amigos me decían que no se habla de eso”, cuenta Soro, pero yo ya no podía aguantar más. Esto tiene que parar”. Soro confiesa que no sabe de dónde le salió el coraje, pero su valor, junto al testimonio de la también actriz franco senegalesa Nadège Beausson-Diagne (que rompió 18 años de silencio el mismo día en la misma sala), ya ha tenido consecuencias. La serie El trono ha sido desprogramada del canal francés TV5 Monde, que tenía previsto empezar a difundirla a finales de marzo y fruto de su testimonio, ha nacido un nuevo movimiento de apoyo y denuncia. En la línea del #MeToo, ha surgido una plataforma que arropa a las mujeres de la industria del cine africano: es el #memepaspeur, que significa “ni siquiera miedo” y que, más allá de un hastag “nos une, nos hace sentir más fuertes”.

El silencio que avala a los agresores

Cuando Tahirou atacó a Soro en plena filmación, pidió que nadie la socorriera. “Solo dos actrices ignoraron su orden”, recuerda la actriz burkinesa. “Una me paró la hemorragia, y, con la ayuda de la otra, me llevaron al hospital”. Las dos fueron despedidas y en el plató, el rodaje retomó “como si no hubiera pasado nada”. Soro confía que ahora se siente liberada, “sé que el dolor no va a desaparecer y que esto no va a cambiar de un día para otro, pero al menos estamos actuando para cambiarlo”. Durante toda la conversación, Soro mantiene a primera línea a “las niñas”. Esas niñas de 13 y 14 años que le confiaron, durante el rodaje de otra serie, esta infantil, que el tío Tahirou les tocaba “y otras cosas horribles”. Estas niñas que, tras haber pasado por Tahirou, le han dicho que tienen miedo cada vez que van a un casting y se encuentran frente a un hombre.

Hermano menor de la leyenda del cine africano Idrissa Ouedraogo, Tahirou Tassere Ouedraogo, ha sido un hombre muy poderoso en la industria local y regional e incluso recibió el premio Naciones Unidas por la Promoción del Derecho de las Mujeres en la edición 2007 de este mismo festival.


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