Brasil detectó justo después de Carnaval el primer caso de coronavirus en Latinoamérica. Aquel mismo 26 de febrero el gobernador de São Paulo, João Doria, creó un comité asesor de salud. El apego a la ciencia es la bandera en la gestión de la pandemia del gobernador más poderoso de Brasil (un tercio del PIB, 46 millones de los 210 millones de habitantes). Doria se ha erigido en el informal líder del frente forjado con sus homólogos para gestionar una crisis sanitaria que el presidente, Jair Bolsonaro, desprecia a pesar de que ha causado casi 30.0000 muertes (un 25% en São Paulo) y medio millón de contagios.
Nacido en la megalópolis hace 62 años, este antiguo publicista vivió en Francia, exiliado por la dictadura (su padre era diputado). Es un liberal de centro que votó por Bolsonaro, pero pronto se sintió decepcionado, según explica en esta entrevista realizada el lunes por videoconferencia. Esta crisis ha vuelto a colocarlo entre los precandidatos a la presidencia en 2022.
Pregunta. Es de poco dormir, ¿cuántas horas duerme ahora?
Respuesta. Sorprendentemente, más que antes. Mi media hace tres décadas eran cuatro horas. Ahora, con la pandemia, con toda la presión, duermo seis. Es un milagro. Siempre fui de ritmo intenso, en el sector privado y el público. Ahora el volumen de trabajo es menor que antes de la pandemia. Todo el foco es para la epidemia. El mayor desafío hoy es salvar vidas.
P. Aunque la Organización Mundial de la Salud alertó el lunes pasado de que el pico de la epidemia no ha llegado a Sudamérica, algunos estados brasileños como São Paulo comienzan la reapertura gradual. ¿No es demasiado pronto? ¿Qué hará si los contagios se disparan?
R. Aquí ninguna decisión es definitiva, sobre todo cuando se trata de la salud. ¿Por qué no es precipitado? Porque decidimos de acuerdo con el comité de salud integrado por 18 científicos, que fue creado el día que fue identificado el primer infectado. El plan São Paulo [de reapertura] lo implementamos según nos orienta la ciencia. Los aspectos fundamentales son la disponibilidad de camas en las unidades de cuidados intensivos.
P. Ahora en el Gran São Paulo están ocupadas el 83%. Es un nivel bastante alto.
R. Es bastante pero, fuera de la pandemia, la ocupación en la red pública es del 85%. Con los nuevos respiradores y las camas transferidas del sector privado bajamos el Estado al 75%. Ya estuvimos en el 92%. Y estamos testando más, así que tenemos un panorama más preciso.
P. Pero la tasa de test es muy, muy pequeña.
R. Estamos aumentando. También era pequeña en España y aumentó. Felizmente estamos consiguiendo comprar más test, fiables y modernos. Y el 96% de la población utiliza mascarilla. Si tuviéramos que dar un paso atrás por identificar un descontrol en una región o ciudad del Estado, lo haríamos sin vacilar.
P. En los últimos 15 días, ustedes cambiaron de postura. Adelantaron y concentraron festivos para aumentar el distanciamiento social y achatar la curva.
R. Su análisis es correcto. Pero el análisis del comité de salud no es quincenal ni semanal, es diario. Adelantar los festivos fue innovador, funcionó, aumentó la tasa de aislamiento social. Todo es mucho más difícil aquí en Brasil que en España, donde tienes un único mensaje del Gobierno central y las comunidades. Aquí tienes un mensaje totalmente equivocado del presidente de la República, diría que atenta [contra la salud], porque no usa mascarilla, estimula las aglomeraciones, besa a niños, no usa gel de manos, ni habla de la importancia del aislamiento. Y, de otro lado, los gobernadores, adoptando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Esa dualidad dificulta enormemente la percepción por parte de la opinión pública. Combatimos dos virus, el coronavirus y el Bolsonarovirus.
P. ¿Le sorprende la actitud del presidente ante la pandemia? En cierta medida incluso boicotea a los gobernadores.
R. La verdad es que estoy decepcionado. El boicot no es a los gobernadores, es a la vida, a la salud. El presidente, desgraciadamente, va contra el pueblo brasileño. Nunca obedeció a la ciencia. Tres ministros [ha perdido] en plena pandemia. Increíble. Hasta con la cloroquina adopta una postura que atenta contra la salud de los brasileños.
P. Bolsonaro siempre habló con desdén de la vida, de los desaparecidos de la dictadura, decía que quería fusilar a 30.000 personas. Pese a todo, usted estuvo a su lado en la campaña electoral. ¿En qué momento le decepcionó?
R. En la primera vuelta voté a [Geraldo] Alckmin, el candidato de mi partido y mi antecesor como gobernador. En el segundo teníamos a Fernando Haddad (del Partido de los Trabajadores), al que derroté en 2016 en las elecciones a la alcaldía de São Paulo, y a Jair Bolsonaro. En aquel momento se justificaba votar a Bolsonaro. Tenía un programa liberal en economía y a Paulo Guedes como futuro ministro. Y la transparencia en la gestión pública y la lucha contra la corrupción encarnados por Sergio Moro. Pero, al tercer mes de Gobierno, ya se percibía la escalada autoritaria, un distanciamiento del mundo de la cultura, las acusaciones a los medios, y el comienzo de las fricciones con el ministro Moro, que es un símbolo para Brasil [dimitió en abril]. Queda apenas Guedes. Vale la pena recordar que en su primer año [2019] la economía creció en Brasil 0,9%, y aquí en São Paulo crecimos un 2,9%. Con la política liberal de nuestro Gobierno, crecimos casi tres veces lo que creció Brasil. Fue una decepción tras otra. Constatar que no aprecia la democracia, no respeta al adversario, que hace de todo para proteger a sus hijos ante una investigación… Yo defendí siempre un centro democrático liberal que sabe dialogar con la derecha y con la izquierda, que quiere distancia de los extremos.
P. En los últimos tiempos, se habla mucho sobre intervenciones militares. ¿Recibe llamadas desde el extranjero sobre este asunto? ¿Puede haber un golpe?
R. São Paulo es el Estado económicamente más importante. Y aquí no admitiremos bajo ninguna circunstancia ningún movimiento golpista para que se instale otra dictadura en Brasil. Será un bastión de resistencia para la preservación de la democracia en Brasil. Y espero que otros estados tengan la misma conducta. Y también que al menos parte de los militares no acepten la escalada autoritaria del presidente en busca de un régimen dictatorial donde pueda silenciar al Congreso, a los jueces del Supremo e intervenir en Gobiernos estatales.
P. Estados Unidos vive unas intensas protestas contra la brutalidad policial. En São Paulo la policía es violenta: entre enero y marzo, 255 personas murieron en intervenciones de las fuerzas de seguridad.
R. La policía de São Paulo no es violenta, es eficiente. Es la mayor de Brasil, y la mejor capacitada, lo que no significa que no cometa errores. El año pasado enviamos a 320 oficiales al extranjero, desde Corea del Sur a Israel, para formarse en acciones de inteligencia.
P. ¿Será candidato en las presidenciales de 2022?
R. No es hora de lidiar con las elecciones, sino de superar esta grave crisis de salud y de restablecer el proceso económico.
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