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Nominada al Oscar: la película filmada en una aldea sin luz, con la ayuda de unos 75 burros y un yak


Nueva Delhi.- El director de cine Pawo Choyning aún no sale de su asombro ante el éxito cosechado por su primera película, “Lunana: A Yak in the Classroom” (“Lunana: un yak en clase”) , que mostrando al mundo las peculiaridades de uno de los lugares más remotos de Bután, obtuvo la primera nominación a los Óscar en la historia del país asiático.

“Somos una película muy, muy pequeña que se hizo en el aula más remota del mundo. Tuvimos tantos desafíos logísticos que casi sentimos que no seríamos capaces de completarla. (…) Estar nominados al Óscar es lo último que habríamos esperado, pero la magia existe”, contó a Efe este director butanés de 38 años, aspirante a la estatuilla a la mejor película internacional.

Tan inesperada fue la nominación, que Choyning recuerda ahora entre carcajadas cómo al enterarse esperó a celebrarlo, ante el temor de que se repitiese el momento “La La Land” de 2017, cuando se anunció erróneamente que el musical había ganado el Óscar a mejor película.

LA ESCUELA MÁS REMOTA

Estrenado en 2019, el largometraje narra la historia de un joven maestro de Timbu, la capital butanesa, que en su último año de formación y como castigo por su falta de motivación es enviado a la escuela más remota del país, situada a 15,000 pies de altitud (unos 4,800 metros) en la diminuta aldea de Lunana, aplazando su sueño de triunfar en Australia como cantante.

Allí el protagonista experimenta un estilo de vida totalmente opuesto al de la ciudad, con el que el director permite “echar un vistazo a nuestra cultura y a una forma de vida que nunca antes se había visto”, una muestra de diversidad que, opinó, llevó al comité a nominar su película.

Sin embargo este éxito requirió numerosos desafíos, ya que el aislamiento de Lunana es tal que solo se puede acceder a ella tras una caminata de ocho días a pie desde la población más cercana, y carece de electricidad.

Por ello el equipo, compuesto por 35 miembros, se vio obligado a trasladar el material con la ayuda de “casi 75 burros” y tuvo que depender de la energía solar para recargar las baterías de los dispositivos. “Si charlas con alguien en Bután y le hablas de Lunana, es casi como decirle que vaya a la luna”, resumió Choyning.

23 AÑOS DE ESPERA

“Lunana: A Yak in the Classroom” es la segunda película que este diminuto país montañoso de unos 770,000 habitantes enclavado entre China y la India presenta a los Óscar, y la primera en recibir una nominación.

Y es que en 1999, Bután intentó aspirar a los Premios de la Academia de Hollywood con el largometraje “The Cup” (“La copa”), dirigida por el entonces profesor de Choyning, quien despertó su sueño por dedicarse al cine pese a que no fue nominada.

Tanto tiempo transcurrió entre la candidatura de ambas películas que Choyning afirma que desconocían el procedimiento para presentarse a los Óscar, cuando en 2020 lo intentaron por primera vez y se vieron obligados a retirar la solicitud porque el comité que había designado su película en Bután “no era válido” según la Academia.

Por ello, tras obtener el visto bueno al año siguiente y enterarse de que su postulación había sido aceptada, se lo tomaron como “una gran victoria”, que dio al país “una razón para celebrar” en tiempos de COVID-19 y contribuyó a fomentar el interés por el cine.

INDUSTRIA EMERGENTE EN BUTÁN

La falta de recursos y de demanda interna son dos de los principales problemas que padece la industria cinematográfica en Bután, donde Choyning explica que las salas de cine son inexistentes o están muy mal dotadas.

“En Bután tenemos tal vez dos o tres salas con un proyector donde llevas tu ordenador portátil y lo enchufas (…) y luego otros cines como carpas que van de pueblo en pueblo”, afirmó.

Esta industria tuvo su origen en los años 90 y hasta 2010 producía unas 30 películas anuales según un informe elaborado por el Gobierno del país. Desde entonces Choyning explica que el sector comenzó a crecer, arrastrado principalmente por las producciones comerciales “dirigidas a la audiencia local”, aunque a veces se producen películas independientes con proyección internacional “que salen cada cinco o seis años”.

Todas estas limitaciones son visibles en “Lunana: A Yak in the Classroom”, un largometraje “muy sencillo” que requirió de un presupuesto de “unos 300,000 dólares”, sin ninguna ayuda del Gobierno de Bután.

Unos fondos que, a priori, suponen una fracción mínima del gasto efectuado por el resto de películas que también aspiran a llevarse la célebre estatuilla en la gala que se celebrará en Los Ángeles el próximo 27 de marzo.

“Hay una parte de mí que está tan asustado (…) porque todo lo que queda por hacer es caer” después de esta nominación, concluyó Choyning, temeroso ante la gran expectación que generará su siguiente película.

Vale resaltar que un yak es según la Real Academia Española (RAE), “un bóvido que habita en las altas montañas del Tíbet, notable por las largas lanas que le cubren las patas y la parte inferior del cuerpo. En estado salvaje es de color oscuro, pero entre los domésticos abundan los blancos”.

Hugo Barcia


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