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Norma Duval, una superviviente detrás de una carrera de ‘vedette’


El pistoletazo de salida para Norma Duval, barcelonesa de nacimiento y madrileña de adopción, fue un concurso de belleza. En 1973 ganó el concurso Miss Madrid, se presentó al de Miss España en el que resultó ganadora la desaparecida Amparo Muñoz, y su vida cambió para siempre. Aquel escaparate sirvió para que Valerio Lazarov –el realizador de origen rumano que impuso otra forma de hacer televisión en España– se fijara en esa joven de ojos azules y aspecto despampanante y contara con ella para Telemusical en directo, un espectáculo que se estrenó en el Teatro Barcelona y cuya protagonista era Carmen Sevilla. Por cierto, allí para amenizar lo que ocurría sobre el escenario Lazarov se trajo de Londres un ballet, New Generation, del que más tarde se nutrió el Ballet Zoom, todo un hito en los programas de entretenimiento de la televisión española de los años 70.

Purificación Martín pasó a ser Norma Duval de la mano del mismo representante que había convertido a Margarita García en Ágatha Lys. Y ya con su nuevo nombre, y también de la mano de Valerio Lazarov, formó parte del grupo de azafatas que aparecía en el programa de música y humor ¡Señoras y señores!, que en un país con solo dos cadenas de televisión copaba las noches de los sábados con gran éxito.

Tras la muerte del dictador Franco, la apertura y los años del destape, popularizaron a otro actor que sería importante en su trayectoria: Fernando Esteso. Con él participó como bailarina en varios de sus espectáculos teatrales durante la mitad de los años 70 y en 1979 le llegó la oportunidad de sustituir a Bárbara Rey como vedette principal del desaparecido´Teatro Lido de Madrid, en un espectáculo titulado Una noche bárbara en el que también actuaba el humorista Quique Camoiras. Su físico y su elegante desinhibición la convirtieron en portada de la revista Interviú y rostro y cuerpo apto para películas como Préstame a tu mujer, Los bingueros o Tres mujeres de hoy.

Se convirtió en epítome de la vedette de revista, ese género que comenzaba a dar sus últimos coletazos pero que para Norma Duval tenía reservado todavía un lugar principal en uno de sus templos más sagrados, el teatro parisino Folies Bergère. Allí llegó a finales de 1980 para ser la primera española que conseguía ser cabeza de cartel después de la Bella Otero. Y allí triunfó durante un año, en el mismo escenario en el que antes habían actuado Josephine Baker, Charles Chaplin, Maurice Chevalier o Colette.

Poco después llegó el único escándalo de la vedette, su noviazgo con Jorge García Lago, un joven gallego que padecía miastenia grave –enfermedad que causa debilitamiento en los músculos voluntarios– con quien se prometió en 1981 y cuya futura suegra la acusó de allanamiento de morada y de querer llevarse unas joyas valoradas en varias decenas de millones de pesetas que, según la familia, le había regalado su novio. Acabó detenida, presentó una denuncia contra la familia de su prometido, el caso tuvo gran repercusión mediática y después se desinfló como un suflé. Ella borró lo que ha calificado como uno de los sucesos más amargos de su vida con trabajo y con burbujas del cava Freixenet, mítico anuncio navideño que protagonizó junto a la norteamericana Ann-Margret en 1982.

El triunfo en París también le trajo el amor y al padre de sus tres hijos, el ex jugador de baloncesto croata Marc Ostarcevic de quien se divorció en 2002, en una agria separación que la artista llevó con discreción pero no estuvo exenta de sospechas respecto a los manejos económicos que el exdeportista supuestamente hizo con la fortuna ganada por su esposa. La rentabilidad que después trató de obtener hablando precisamente de su familia provocó que incluso sus hijos, Marc Iván (1984), Yelko (1986) y Christian (1994), hayan tenido poco o nulo trato con él en los últimos años. Norma Duval había vuelto a España tras su época parisina y continuó siendo la vedette española más internacional durante años, además de participar en varios programas de cadenas privadas en la época de los noventa. Otro momento de esplendor que volvió a convertirla en estrella del anuncio del cava español de la mano del actor Don Johnson, que en aquel momento era marido de Melanie Griffith y triunfaba con la serie Miami Vice.

Entre galas de Fin de Año, posados veraniegos, actuaciones en el mítico Tropicana de La Habana y apoyos políticos a José María Aznar, Norma Duval sacó adelante a sus hijos, se enfrentó a la muerte de su hermana Carla a los 46 años a causa de un cáncer, se hizo cargo de la educación de sus dos sobrinas gemelas para las que ha ejercido como una segunda madre y cuida de la suya propia, enferma de Alzheimer. Por medio hubo un matrimonio de cuatro años con el productor y distribuidor cinematográfico José Frade, entre 2004 y 2008, y actualmente mantiene una relación sentimental con el empresario alemán Matthias Kühn que vive en Suiza mientras ella lo hace en Madrid. Un acuerdo que Duval considera perfecto para que su amor continúe 10 años después de su comienzo.

La aparición este miércoles de Norma Duval bajo el disfraz de unicornio en el programa Mask Singer ha revelado que la artista, que tiene 64 años, sigue batalladora: “Me he divertido mucho, pero me da pena porque tenía preparadas unas coreografías estupendas”, dijo la artista en referencia a su deseo de haber permanecido más programas escondida bajo su apariencia mitológica.


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