Siete expresidentes latinoamericanos acompañados de excancilleres, exministros, exparlamentarios, congresistas en ejercicio, docentes, directivos de organismos internacionales y exembajadores han hecho llegar este lunes una carta a 12 presidentes de la región para empujarlos a la formación de una nueva UNASUR, la Unión de Naciones Suramericanas que se formó en 2008 y que, una década más tarde, dejó de funcionar tal y como se le había concebido, con lo que consecutivamente fue perdiendo influencia. El texto que este lunes han recibido Alberto Fernández (Argentina), Luis Arce (Bolivia), Lula da Silva (presidente electo de Brasil), Guillermo Lasso (Ecuador), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia), Irfaan Ali (Guyana), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Pedro Castillo (Perú), Luis Lacalle Pou (Uruguay), Chan Santokhi (Surinam) y Nicolás Maduro (Venezuela) analiza que “la integración es hoy más necesaria que nunca”.
La carta de los expresidentes y cancilleres
“Un esfuerzo significativo en esa dirección permitiría alimentar un círculo virtuoso que fortalecería las instancias multilaterales y aportaría a un bien superior hoy día en peligro: la paz”, añade el texto que se levanta, justamente, cuando el espacio mundial, en plena reconfiguración, parece marcado por la fragmentación.
El texto firmado por los exmandatarios Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador), Eduardo Duhalde (Argentina), Ricardo Lagos (Chile), José Mujica (Uruguay), Dilma Rouseff (Brasil) y Ernesto Samper (Colombia) comienza con la descripción del nuevo escenario internacional: una pandemia que azota al mundo por casi tres años, la guerra de Rusia contra Ucrania y la agudización de la disputa entre China y los Estados Unidos.
“La globalización tal cual se organizó hasta hoy está en cuestión”, asegura la carta. Pero añade que aunque “el mundo nuevo que emerge conlleva amenazas”, también representa “oportunidades que no se pueden volver a desperdiciar”. Habla de “una crisis climática que no cesa de agravarse” y “una anomia en cuanto al respeto al derecho internacional” que “genera una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear”. La conclusión, para los firmantes de la carta, parece evidente: “Se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales, que hoy día están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes”.
Los expresidentes son arropados por un grupo de excancilleres: Celso Amorin (Brasil), Rafael Bielsa (Argentina), Belela Herrera (Uruguay), José Miguel Insulza (Chile), Jorge Lara (Paraguay), Guillaume Long (Ecuador), Heraldo Muñoz (Chile), Rodolfo Nin (Uruguay), Aloizio Nunez (Brasil), Felipe Solá (Argentina) y Jorge Taiana, actual ministro de Defensa argentino. En la carta se analiza el espacio mundial que tiende a reorganizarse en torno a grandes bloques regionales que, “en la medida en que se vayan cerrando, pueden llegar a constituirse en verdaderas fortalezas”.
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“La hegemonía norteamericana está desafiada por la emergencia de China, nación milenaria gobernada de manera centralizada. Por su parte, la Unión Europea busca defender su modelo de cohesión social y abrir, sin por ahora conseguirlo, espacios que le permitan conquistar su autonomía estratégica. Paralelamente, el llamado Sur Global con nuevas potencias emergentes, busca abrirse paso e influir en el diseño de una nueva gobernanza del planeta”, asegura el texto. “Cobran en este cuadro nueva actualidad nociones como soberanía sanitaria, alimentaria o energética” y “en este mundo de bloques regionales, nuestra América Latina aparece como una región marginal e irrelevante”. Para los firmantes, “es por lejos la más golpeada por la pandemia y la crisis económica y social que la siguió” y la región “experimentó una recesión doblemente más profunda que la de la economía mundial y vio aumentar en cerca de 50 millones el número de personas que viven en condiciones de pobreza”.
Cuando en la reciente Cumbre de las Américas se mostró con total crudeza la ausencia de una posición común de nuestros gobernantes, al punto que el centro de la discusión fue ocupado por las exclusiones y las ausencias —continúa el texto—, existe un cuadro desolador que, sin embargo, “no es inexorable”: “Nuestra región puede más”, analiza la misiva, “porque de a poco el proceso de integración está reviviendo”. Ejemplifica con la iniciativa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que permitió la reactivación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) creada en 2010 y paralizada desde el 2017. “Una América Latina integrada, no alineada y en paz recuperará prestigio internacional y podrá superar la irrelevancia en la que nos encontramos”, con lo que se lograría quedar en “mejores condiciones para enfrentar las cuatro mayores amenazas que acechan a la región: cambio climático, pandemias, desigualdades sociales y regresión autoritaria”.
Giro a la izquierda
Cuando los procesos electorales recientes han permitido el triunfo de gobernantes y coaliciones políticas favorables al reimpulso de la integración regional —analiza el texto— se ha configurado “una oportunidad que no se puede dejar pasar” porque “juntos podemos hacer oír nuestra voz”. Recuerda que mientras en la UE el comercio interregional representa más del 70% del total, en América Latina, luego de sucesivas caídas, no alcanza en la actualidad a más del 13%. “Urge, en consecuencia, la reconstrucción de un espacio eficaz de concertación suramericana”, dice el texto. “Unasur todavía existe y es la mejor plataforma para reconstituir un espacio de integración en América del Sur”.
Para los firmantes de la carta, “no se trata de una reconstitución puramente nostálgica de un pasado que ya no existe”, sino que “una nueva Unasur debe hacerse cargo autocríticamente de las deficiencias del proceso anterior”, como “garantizar el pluralismo y su proyección más allá de las afinidades ideológicas y políticas de los gobiernos de turno”.
En su agenda prioritaria, continúa, debería incluirse un plan de autosuficiencia sanitaria orientado especialmente a la producción y compra conjunta de vacunas e insumos sanitarios indispensables; acuerdos para facilitar una migración ordenada; un programa integrado de ataque al cambio climático en cumplimiento de los Acuerdos de París; obras prioritarias de conectividad vial, ferroviaria y energética; la recuperación para la región del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el potenciamiento del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF); medidas que favorezcan la cooperación entre empresas de la región y políticas conjuntas para regular la acción de los grandes monopolios tecnológicos, entre otras medidas.
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