Protesta antivacunas este lunes en Nueva York.Yuki Iwamura (AP)
El Ayuntamiento de Nueva York tiene previsto despedir a partir de este viernes a unos 3.000 empleados municipales que se han negado a vacunarse contra el coronavirus. Los afectados constituyen apenas el 1% de la plantilla y con su actitud, ha subrayado el alcalde, el demócrata Eric Adams, son ellos los que “renuncian” a su puesto de trabajo. Objeciones religiosas y en algunos casos políticas, además de motivos de salud, respaldan el rechazo de los negacionistas.
Estos 3.000 trabajadores representan el ejemplo más drástico de sanción por parte de una Administración local, pero no el único. A lo largo de la pandemia, con decretos a veces solapados entre el Ayuntamiento y el Estado, los empleados de la Administración se han visto impelidos a inmunizarse para desempeñar su trabajo y no ser objeto de despido. El caso más notorio es el de los profesores de las escuelas públicas, que emprendieron contra el anterior alcalde, el también demócrata Bill de Blasio, una batalla legal para garantizar su derecho a no recibir la vacuna. Sindicatos de docentes, bomberos y policías, entre otros cuerpos de la Administración, han peleado especialmente por hacer prevalecer el derecho individual sobre las medidas sanitarias acordadas por la ciudad o el Estado.
La orden de inmunización obligatoria de los empleados municipales fue emitida por De Blasio, y ha sido confirmada por su sustituto en la alcaldía. Pese a las protestas y los boicots sindicales, la exigencia ha demostrado ser efectiva: alrededor del 95% de los 370.000 empleados municipales —en una ciudad de casi nueve millones de habitantes— han recibido al menos una dosis de la vacuna. En octubre, cuando De Blasio dio la orden, la tasa de vacunación entre la plantilla municipal era del 84%. No obstante, algunos departamentos se muestran más remisos a seguir la norma, como el de policía, con 35.000 agentes, donde sólo el 88% ha recibido una dosis, o los trabajadores de prisiones. En cambio, el cuerpo de bomberos y el departamento de Saneamiento presentan la tasa más alta de inmunización, el 95%.
El ultimátum de la alcaldía ha puesto en pie de guerra a los negacionistas. En una protesta anecdótica por el número de participantes, cientos de neoyorquinos se manifestaron este lunes a través del puente de Brooklyn, exigiendo que la ciudad ponga fin al mandato y con carteles en los que podía leerse “Los trabajadores son esenciales, los requisitos [de vacunación] no”, “Las vidas no vacunadas importan” —un remedo del ya clásico “Las vidas negras importan”— y “Despedir a Fauci”, el reputado epidemiólogo y asesor médico jefe de la Casa Blanca, que en las últimas semanas se ha convertido en blanco de una nueva campaña de acoso por parte de la oposición republicana y los sectores más radicales, negacionistas incluidos.
Frente a las protestas, Adams ha reafirmado el ultimátum de la ciudad: o los trabajadores en cuestión reciben la primera dosis de la vacuna, o serán inmediatamente despedidos. Si la amenaza se hace efectiva, el de Nueva York sería el ejemplo más drástico en el país de una reducción de la fuerza laboral por un requisito de vacunación.
“Debemos ser muy claros: los empleados de la ciudad de Nueva York tienen que vacunarse”, ha dicho Adams este jueves en una conferencia de prensa. “Todos han entendido esto [pero] no los vamos a despedir. Son ellos los que están renunciando [a su trabajo]. La responsabilidad es clara”, añadió el regidor.
Fuentes del Ayuntamiento recuerdan que la orden de vacunación obligatoria adoptada por De Blasio fue una de las medidas de salud pública más importantes de la ciudad durante la pandemia, al proteger a los trabajadores esenciales y al público mientras sentaba un precedente para las empresas privadas y otras comunidades. De hecho, cuatro días después de ordenar la inmunización de los trabajadores de las escuelas privadas, De Blasio decretó el 6 de diciembre la vacunación obligatoria en todas las empresas del sector privado de la ciudad.
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