Al menos 15 palestinos han resultado heridos este viernes por el disparo de balas de goma por parte de las fuerzas israelíes en la Explanada de las Mezquitas en medio de una nueva protesta, horas después de la entrada en vigor de un alto el fuego tras 11 días de enfrentamientos en la franja de Gaza. Según las informaciones recogidas por la agencia palestina de noticias WAFA, varias personas han tenido que ser atendidas por la inhalación de gases lacrimógenos disparados por las fuerzas israelíes, que han irrumpido en los patios de la mezquita de Al Aqsa. Asimismo, la Media Luna Roja palestina ha indicado que está trasladando a varios heridos a hospitales de Jerusalén para ser atendidos tras los incidentes, que han tenido lugar después de los rezos del viernes. El diario The Times of Israel ha señalado que los agentes habrían intervenido después de que varias personas les lanzaran piedras desde la Explanada de las Mezquitas, un lugar conocido como Monte del Templo por los judíos.
Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad israelíes y manifestantes palestinos en Explanada de las Mezquitas fueron precisamente uno de los detonantes de la escalada de la violencia entre las milicias Hamás y Yihad Islámica y el Ejército de Israel desde el pasado 10 de mayo.
Hasta los choques de este viernes, Israel y Gaza habían vivido su primera mañana de calma tras 11 días de confrontación, la peor desde 2014, gracias a la entrada en vigor esta madrugada de una tregua que puso fin al intercambio de fuego. El alto el fuego entró en vigor este viernes a las 02.00, hora local (01.00 en la España peninsular). Desde entonces no han sonado alarmas antiaéreas, ni se registraron disparos de cohetes por parte de las milicias palestinas hacia Israel ni ataques del Ejército israelí sobre Gaza. Las Fuerzas Armadas han levantado la mayor parte de restricciones de seguridad y movimiento que se aplicaban sobre todo en el área colindante con Gaza, aunque escuelas y otras instituciones educativas permanecerán cerradas aún hoy en el sur y centro del país. Ambas partes han celebrado el cese de hostilidades como una victoria, así como líderes de la comunidad internacional han dado la bienvenida al fin de la violencia. Según fuentes palestinas citadas por Associated Press, al menos 243 palestinos han muerto en estos 11 días de ataques, entre ellos, 66 niños, por una docena de víctimas mortales en el bando israelí, incluidos dos menores.
La policía israelí ha reabierto las carreteras cercanas a la Franja que se habían cerrado por precaución ante posibles disparos de misiles anti-tanque desde el enclave, concretó el mismo medio. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó este viernes que la ofensiva sobre la Franja ha sido un “logro extraordinario” para Israel, ya que ha cumplido con el objetivo de debilitar la estructura militar del movimiento islamista Hamás. “No solo hemos destruido más de 100 km de la red de túneles, sino que hemos comprobado que es penetrable, vulnerable y llena de agujeros. De hecho, hemos comprobado que es una ratonera para los terroristas”, señaló Netanyahu.
Mientras, los gazatíes han salido en masa a las calles para evaluar los destrozos de 11 días de bombardeos. La autoridades de la Franja han cifrado en 16.800 viviendas las dañadas en la ofensiva israelí, con 1.800 de ellas inhabitables y un millar completamente destruidas.
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El Gabinete de Seguridad de Israel, órgano gubernamental que decide sobre las ofensivas militares, aprobó en la noche del jueves el acuerdo de alto el fuego. El Gabinete aceptó la propuesta de mediación de Egipto para un cese de los combates “recíproco, simultáneo y sin condiciones”.
Mientras se anunciaba el alto el fuego, ambas partes prosiguieren los ataques esporádicos con lanzamientos de cohetes desde la Franja hasta 10 minutos ante de su entrada en vigor. Los mediadores egipcios ultimaron los detalles de su aplicación en Jerusalén, ante las autoridades hebreas, y en Ramala, sede de la Autoridad Palestina. “La resistencia palestina cumplirá el acuerdo mientras lo cumpla el poder ocupante (por Israel)”, aseguró a Reuters un portavoz de Hamás. Un comunicado oficial israelí enfatizó que “la evolución de la realidad sobe el terreno determinará el futuro de las interacciones militares”.
En una breve alocución desde la Casa Blanca, el presidente de EE UU, Joe Biden, anunció que había hablado con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien le había confirmado la hora de entrada en vigor del alto el fuego. Biden valoró los esfuerzos diplomáticos de Egipto para llevar a buen puerto las negociaciones y señaló que había recibido información a través de las autoridades de El Cairo de que Hamás también había aceptado el acuerdo. Biden ha asegurado a Netanyahu que EE UU reforzará el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, que ha interceptado numerosos cohetes de Hamás, y, al mismo tiempo, ha expresado su compromiso para enviar a Gaza ayuda humanitaria en coordinación con la comunidad internacional.
Las hostilidades habían proseguido el jueves en Gaza mientras se intensificaban las negociaciones para alcanzar un alto el fuego. Sin apenas disparos de cohetes hacia Israel durante horas y con los ataques de la aviación israelí cada vez más espaciados y concentrados sobre objetivos militares de Hamás, la escalada bélica de Gaza se encaminaba al inicio del jueves hacia un principio de alto el fuego. La presión ejercida el miércoles hacia Israel por el presidente de Estados Unidos para forzar una inmediata desescalada pareció haber surtido efecto. Al menos durante la madrugada anterior, no se produjeron bombardeos aéreos ni lanzamientos de proyectiles.
Musa abu Marzuk, dirigente de Hamás, el movimiento islamista que gobierna de facto en Gaza, fue quien más claramente detalló las exigencias islamistas en una entrevista emitida por un canal de televisión libanés durante la noche del miércoles. Como condiciones, Hamás exigió a Israel que no vuelva a penetrar con sus fuerzas de seguridad en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, tercer lugar sagrado del islam, y cancele los procesos de desahucio contra decenas de familias palestinas amenazadas con ser expulsadas de sus viviendas en el barrio de Sheij Yarrah, al norte de la Ciudad Vieja.
Mientras el Gobierno de Netanyahu reiteraba durante todo el día el mantra de que las operaciones militares no se iban a detener hasta completar todos sus objetivos, los jefes del Ejército hebreo reconocían ya a los analistas de defensa de la prensa israelí que la misión estaba prácticamente cumplida en Gaza. La destrucción de gran parte de las capacidades ofensivas y defensivas de Hamás y la Yihad Islámica, la eliminación física de muchos de sus comandantes y la reinstauración de la aplastante disuasión bélica de Israel son el resultado de una confrontación asimétrica que parece próxima a su fin.
Un aluvión de más de 4.000 cohetes –incluso sobre el corazón económico del país en la región de Tel Aviv, con decenas de miles de civiles huyendo hacia los refugios antiaéreos– ha sido el precio a pagar por Israel, que ha contabilizado oficialmente 12 muertos (entre ellos dos menores) por el impacto de proyectiles en su territorio. Cientos de bombardeos aéreos y de artillería han arrasado manzanas enteras de casas y torres de oficinas en el enclave palestino. Portavoces castrenses israelíes aseguran que 225 de los fallecidos en sus ataques son milicianos islamistas.
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