Un gol de Ocampos en el minuto 88 abrió las puertas de las semifinales de la Liga Europa para el Sevilla, dueño casi absoluto de una competición en la que disfruta como nadie. El próximo domingo, a las nueve de la noche, espera el Manchester United en una semifinal de auténtico lujo. No hay nada que pare al equipo andaluz, juegue bien o mal, sufra menos o más, como en este caso ante el Wolves, un equipo que se lo puso muy difícil con su planteamiento ultradefensivo. Pero el Sevilla compite muy bien, incluso con los escasos recursos que tiene en la delantera. Con paciencia, toneladas de paciencia, supo esperar su momento después de un segundo tiempo de dominio infructuoso. En el minuto 88 Banega la puso de lujo en el área, donde Ocampos irrumpió con fiereza. Antes, en el minuto 13, Bono, de portero suplente a indiscutible, le detuvo un penalti al infalible Raúl Jiménez. El Sevilla, en su competición fetiche, no tiene techo. Siempre que llegó a cuartos de final, ganó el torneo.
La fantástica demostración de juego del Sevilla ante la Roma en el duelo de octavos fue solo un bello recuerdo cuando los andaluces comenzaron a pleitear con los Wolves. Nuno preparó el partido a conciencia y utilizó, curiosamente, las armas que suele emplear su rival. El cazador fue cazado con un equipo inglés muy metido atrás, rápido al contragolpe y contundente en la presión a un Sevilla demasiado previsible. El panorama no era fácil para los jugadores sevillistas, asfixiados ante el acoso inglés, caso de Banega, Ocampos o Jordán, sin capacidad para filtrar un pase ante el buen sistema defensivo del Wolves.
Además, la factoría portuguesa de la Premier tiene a un futbolista imparable en carrera. Se trata de Adama Traoré. Suyo fue el primer susto. La jugada fue perfecta para el Wolves. Presión y robo sobre Banega y salida impresionante de Traoré desde su campo hasta que fue cazado en el área por Diego Carlos. La mística del Sevilla en este torneo, no obstante, es apabullante. Bono le detuvo el lanzamiento de penalti a Raúl Jiménez, que falló su primeta pena máxima después de 21 éxitos consecutivos.
El Sevilla se salvó, aunque apenas encontró vías para poner en apuros a su rival. Un disparo de Suso que despejó Rui Patricio fue la única opción para los de Lopetegui, que preferían mantener el balón sin arriesgar ante el miedo a una nueva contra inglesa. El Wolves, muy bien trabajado, se le atragantaba al Sevilla, y penalizó bien cada error hispalense.
El choque se convirtió en un ejercicio de paciencia para el Sevilla. El balón era de los pupilos de Lopetegui, que sometieron al Wolves a un acoso continuo. El dominio, no obstante, apenas deparó ocasiones de gol para los andaluces. Eso sí, tanta presión acabó por proporcionar algunas opciones para los sevillistas. Ocurrió en una de las escasas ocasiones en las que el Sevilla pudo desarbolar la segura zaga inglesa. El pase de la muerte de Ocampos fue muy bien resuelto por Dendoncker en una magnífica acción defensiva. La otra gran oportunidad llegó en un buen centro de un entonado Suso al segundo palo. Koundé emergió ahí, pero su remate de cabeza salió fuera cuando se encontraba en una situación inmejorable para marcar.
Gol salvador
Los minutos fueron pasando sin que el Sevilla encontrara premio en el gol, provocando una multitud de saques de esquina siempre bien resueltos por los zagueros del Wolves. En duelos tan cerrados como el propuesto por Nuno, al Sevilla se le notaba su falta de contundencia arriba, uno de los pocos lastres que ha tenido a lo largo de la temporada. Lopetegui no cambió hasta el minuto 85, cuando dio entrada a De Jong y Franco Vázquez con el deseo de encontrar un resquicio en la buena defensa del Wolves. Y llegó. Fue en el minuto 88 y después de que el enésimo saque de esquina llegara a Banega. El argentino la puso con su derecha de seda y Ocampos remató de cabeza de forma impecable. El cerrojo inglés saltó por los aires y el Sevilla festejó su pase a las semifinales de su competición favorita, que ha ganado en cinco ocasiones. Le espera el domingo el United.
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