“Un hombre eligió esta guerra. Y un hombre puede acabarla. Porque si Rusia deja de pelear, la guerra se acaba. Pero si Ucrania deja de pelear, se acaba Ucrania”. Así se expresó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en la sesión extraordinaria de ministros de Exteriores del Consejo de Seguridad de la ONU, convocada para este jueves para abordar el conflicto. Le contemplaba un sillón ruso vacío: el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, no compareció en la sala hasta 20 minutos después de que el representante de Washington hubiera terminado de hablar. Y cuando lo hizo, fue para ejercer una enardecida defensa de la invasión.
Los semblantes eran especialmente sombríos este jueves en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Las amenazas nucleares del presidente Vladímir Putin en la guerra en Ucrania y los inminentes referendos de independencia que Moscú ha convocado en zonas ucranias ocupadas han desatado todas las alarmas entre los países miembros de la ONU. Preocupa que Rusia esté a punto de anexionarse territorio mediante una maniobra de supuesta consulta popular, de modo similar a como ocurrió en Crimea hace ocho años.
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“El orden mundial, que nos hemos reunido aquí para defender, se está viendo desmantelado ante nuestros propios ojos. No se puede permitir que Putin se salga con la suya”, aseguraba Blinken en el Consejo de Seguridad. “Que haya elegido esta semana, cuando la mayoría de líderes mundiales se reúnen en la ONU, para echar leña al fuego que él mismo ha prendido, demuestra su completo desprecio por la Carta de las Naciones Unidas”.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, declaraba por su parte “inaceptable” la celebración de los referendos, que comenzarán este viernes y continuarán hasta el martes en territorios que suman el 15% del suelo de Ucrania. “Cualquier anexión de territorio de un Estado por parte de otro, resultante de la amenaza o el uso de la fuerza, representa una violación de la Carta de Naciones Unidas y del Derecho Internacional”, declaraba Guterres.
Además, el fiscal de la Corte Criminal Internacional, Karim Khan, indicaba al Consejo de Seguridad que existen “bases razonables” para sospechar que se han perpetrado crímenes de guerra en Ucrania que corresponderían a la jurisdicción de ese tribunal con sede en la Haya, que se ocupa de crímenes contra la humanidad y genocidio, entre otros delitos internacionales. Las investigaciones de la institución van a centrarse en el traslado forzoso de población de Ucrania hacia Rusia y en los ataques deliberados contra la población u objetos civiles, señalaba el alto funcionario. Estados Unidos calcula que las autoridades rusas han “interrogado, detenido, y deportado a la fuerza” hasta 1,6 millones de ciudadanos ucranios al país vecino desde que comenzó el asalto.
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Pero la reunión del Consejo volvía a exhibir las divisiones entre bloques, cada vez más acentuadas, que han caracterizado la respuesta a la guerra desde que Rusia lanzó en febrero su invasión de Ucrania, a la que el Kremlin define como una “operación especial”. Si Washington y sus aliados cargaban contra el régimen de Putin y advertían de los riesgos para el futuro de tolerar la invasión; los socios de Moscú contemporizaban. Mientras la delegación india lanzaba un llamamiento a poner fin al conflicto mediante la negociación; el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, reiteraba la oposición de su Gobierno a la imposición de sanciones “arbitrarias”.
Pekín también presentó una propuesta de cuatro puntos para lograr el fin de la violencia: volver al diálogo sin condiciones previas; facilitar la asistencia humanitaria y la investigación de crímenes de guerra; proteger las instalaciones nucleares; y trabajar en favor de una desescalada de las tensiones, así como contener las consecuencias de la guerra sobre las subidas de precios de la energía y los alimentos. Pero se mostraba tajantemente en contra de la posibilidad, exigida el miércoles por el presidente ucranio Volodímir Zelenski, de retirar a Rusia su asiento permanente en el Consejo de Seguridad y, con ello, su derecho de veto.
Por su parte, Lavrov ―que llegó, habló, y se fue sin escuchar a ningún ponente― se despachó en defensa de las acciones rusas. El ministro ruso acusó a Ucrania de amenazar la seguridad rusa y de violar “descaradamente” los derechos de los rusos y los rusoparlantes en su territorio: “Les aseguro que nunca aceptaremos algo así”. También identificó a Occidente, como parte del conflicto, al proporcionar armamento y formación a las tropas ucranias. “El fomento internacional de este conflicto por parte de Occidente sigue sin castigo”, subrayó.
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