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Occidente exige a Rusia la devolución de Crimea a Ucrania


Siete años después Ucrania reabre, con el apoyo de gran parte de la comunidad internacional y de la OTAN, uno de los capítulos más duros de su historia reciente: la anexión rusa de la península de Crimea en febrero de 2014. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha advertido este lunes ante las delegaciones de los 46 Estados y organizaciones que han firmado junto con Kiev la creación de la Plataforma de Crimea: “Era una garantía de estabilidad para la región, ahora se ha convertido en un polvorín. De un centro turístico, a una cabeza de puente militar para la expansión de la influencia de la Federación de Rusia”. “Somos conscientes de que nuestro país nunca podrá recuperar Crimea por sí solo, necesitamos el apoyo internacional a un nuevo nivel”, ha reconocido el mandatario, que ha confiado en que la sinergia de todos “debería obligar a Rusia a sentarse a la mesa de negociaciones”.

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El vuelco talibán en Afganistán ha robado protagonismo al evento, al que algunos de los participantes no enviaron a sus principales figuras diplomáticas. Como representante de EE UU acudió su secretaria de Energía, Jennifer Granholm, quien ha concedido a Kiev el compromiso que Zelenski pidió en la víspera sin éxito a la canciller alemana, Angela Merkel: “Nuestro apoyo seguirá siendo concreto, significativo. Brindaremos ayuda a las Fuerzas Armadas de Ucrania”.

Otro guante ha llegado por parte de la OTAN. Mircea Geoana, vicesecretario general de la Alianza Atlántica, ha reafirmado la decisión tomada en la Cumbre de Bucarest de 2008 para que Georgia y Ucrania ingresen algún día de la organización militar, con la que ya realizan ejercicios conjuntos. “Los ucranianos han elegido la integración euroatlántica”, apuntó.

La declaración inaugural de la Plataforma de Crimea, cuya ausencia más destacada ha sido China, alude a varias resoluciones de la ONU y numerosas leyes internacionales para exigir el fin de la militarización rusa de la península, el fin de la violación continua y sistemática de los derechos humanos, y la libertad de navegación por el Mar Negro. Además de la devolución de Crimea, los firmantes exigen a Rusia el fin de la ocupación de Sebastopol, base histórica de su flota en el Mar Negro.

La iniciativa monitoreará con una red de expertos la violación de los derechos humanos en la región, el refuerzo militar ruso y los problemas ecológicos “las 24 horas al día”. Zelenski ha argumentado que gracias al esfuerzo de la comunidad internacional “se logró detener la agresión armada de Rusia en Donbás”, región que sin embargo sigue tomada por los separatistas y cuyo futuro se discute aún a varias bandas en el Formato de Normandía.

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Rusia ha tomado nota del encuentro, que el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, había tachado previamente de un “aquelarre” con el que Occidente pretende “seguir alimentando los sentimientos neonazis y racistas del actual Gobierno ucraniano”. “Consideramos que este evento es extremadamente inamistoso con nuestro país. (…) Nuestra percepción es absolutamente inequívoca, lo tratamos como un acto antirruso”, ha manifestado este lunes el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.

De las potencias europeas ha acudido a la cita el ministro de Economía y Energía alemán, Peter Altmaier, quien ha enfatizado de nuevo que Berlín garantizará el suministro de gas a través de Ucrania pese a la próxima entrada en servicio del gasoducto Nord Stream 2, que conectará directamente el país germano con la región rusa de Leningrado.

España ha enviado al secretario de Estado para la Unión Europea, Juan González-Barba, que ha prometido a Zelenski que Ucrania “podrá contar con el apoyo de España, en sus aspiraciones de vivir en un país seguro, dentro de las fronteras reconocidas internacionalmente”, antes de culminar con un mensaje: “Crimea es Ucrania”.

Otro de los principales aliados de Ucrania en la Plataforma de Crimea es Turquía, país que sostiene con Rusia una larga partida geopolítica desde el Mediterráneo, en las guerras de Libia y Siria, hasta el Cáucaso, donde su apoyo a Azerbaiyán fue fundamental hace un año para vencer en Nagorno Karabaj a Armenia, miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva que lidera Moscú. “Nuestro apoyo a la integridad territorial de Ucrania sigue siendo firme y nos oponemos a la violación del derecho internacional”, ha dicho el titular Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, que también ha apoyado el derecho de los tártaros a preservar su unidad.

Entre los integrantes de la plataforma más interesados en el respeto de las fronteras y de la soberanía nacional figuran los países bálticos y Polonia. “Conocemos la historia de nuestra región, la amenaza a la democracia de la dominación soviética”, ha afirmado el presidente polaco, Andrzej Duda, tras subrayar que su país “será un miembro activo” de la iniciativa por su solidaridad y empatía con Ucrania “frente a la agresión rusa”.

El presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, compartió la promesa polaca. “Hoy nos reunimos para defender el orden legal internacional”, dijo el mandatario, que conoce bien las provocaciones rusas. Como el incidente con el que se vio sorprendido Pedro Sánchez el pasado 8 de julio, cuando tuvo que suspender una rueda de prensa con Nauseda en una base militar durante su visita al país báltico por el vuelo de dos aviones de combate rusos. Un episodio que no es un hecho aislado y que con la anexión de Crimea se ha vuelto un problema más recurrente y peligroso. En junio, Rusia disparó supuestamente salvas de advertencia frente a un destructor británico por acercarse a las aguas de la península, consideradas ucranias por la comunidad internacional.

“Luchamos contra un enemigo común”, ha advertido el primer ministro de Georgia, nación que ya sostuvo una guerra en 2008 con Rusia tras emprender una ofensiva en Osetia del Sur, región separatista desde principios de los noventa. Otra nación que ha hecho especial hincapié en la necesidad de estabilizar las fronteras en el espacio post-soviético fue Moldavia, cuya influencia se disputan la Unión Europea y Rusia desde hace años y que también tiene otros conflictos territoriales prorrusos con Trasnistria, separada de facto y en la órbita de Moscú, y Gaugazia. La presidenta Maia Sandu, quien se impuso en noviembre de 2020 a Igor Dodon, el candidato de Moscú, ha insistido en que en una región “donde no hay reglas de seguridad, es una cuestión legítima crearlas para garantizar la paz”.

Además de las críticas a Rusia, también ha habido palmadas en la espalda para Kiev. “Ucrania se ha convertido en un ejemplo de reformas en muchas áreas, incluida la protección de la democracia. Algo que vemos que algunos consideran una amenaza”, ha manifestado el primer ministro sueco, Stefan Löfven. El Gobierno de Zelenski, cuya aprobación ha mejorado en el último año según las encuestas, ha emprendido numerosas reformas entre las que destaca la ley de desoligarquización, que prevé limitar las contribuciones a partidos y grupos de comunicación.

El encuentro comenzó con la interpretación de la cantante Jamala de su himno a los tártaros 1944, canción ganadora de Eurovisión dos años después de la anexión de Crimea. “Cuando los extranjeros llegan, entran en tu casa, os matan a todos y dicen ‘no soy culpable’”, cantó en homenaje a un pueblo deportado en masa de Crimea por el estalinismo hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, y cuyo acoso casi 80 años después preocupa a los integrantes de la Plataforma de Crimea.

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