Cuando nos planteamos qué podemos hacer para frenar -o contribuir lo menos posible- al cambio climático, nos suelen venir a la cabeza acciones como reciclar, ahorrar energía, reducir el consumo de agua, usar menos el coche o viajar poco en avión. No es tan común que pensemos en la alimentación, porque su relación con el medio ambiente es mucho menos visible. Sin embargo, su impacto en el planeta es enorme: la producción de alimentos (especialmente de carne) afecta al suelo, el agua y otros recursos, y buena parte del porcentaje de emisiones está relacionado con ella.
Comer es una de las pocas acciones que lleva a cabo el 100% de la población cada día, y por eso nuestras decisiones de compra en tiendas, mercados y supermercados pueden suponer un cambio importante en términos de sostenibilidad, tal como explica Aitor Sánchez, autor del blog Mi Dieta Cojea, en su nuevo libro, Tu dieta puede salvar el planeta (Paidós). Para saber cómo actuar, planteamos ocho dilemas al dietista-nutricionista y tecnólogo de los alimentos y le pedimos que nos dijera cuál es la elección más sostenible. ¿Hamburguesa normal, ecológica o vegetariana? ¿Pescado salvaje o de piscifactoría? ¿Leche de vaca o bebida de soja? ¿Bolsa de plástico, de papel o compostable? Ésta y otras dudas las tenéis resueltas en el vídeo de arriba.