La frontera entre Afganistán y Pakistán fue trazada en 1893 por los británicos para fijar una segunda línea de contención frente a los rusos con los que se dividieron la zona. De ahí, que los afganos nunca la hayan aceptado y protesten por los intentos paquistaníes de consolidarla con estructuras fijas. Esa delimitación, conocida como Línea Durand por el nombre del entonces secretario del Foreign Office, partió por medio las tierras ancestrales de pastunes y baluchis, haciendo imposible la estanqueidad de sus 2.640 kilómetros. De hecho, hasta este siglo los miembros de ambas etnias la cruzaban sin necesidad de pasaporte.
Todo cambió en 2001, con la intervención de Estados Unidos en Afganistán para echar del poder al régimen talibán por proteger a los responsables del 11-S. La frontera se convirtió entonces en el principal campo de batalla en la lucha contra la guerrilla talibán, el grueso de cuyos integrantes pertenecen a la etnia pastún. Los talibanes paquistaníes se refugian de las operaciones del Ejército en territorio afgano (sobre todo, en la provincia de Kunar), como antes lo hicieran los talibanes afganos en territorio paquistaní.
Pakistán decidió levantar una verja a mediados de la década pasada para frenar su paso, pero finalmente solo se llegaron a construir 35 kilómetros porque el proyecto era demasiado costoso. En la región baluchi, sin embargo, sí se ha excavado una trinchera de 1.100 kilómetros, y el proyecto es extenderla al resto de la frontera. La imagen muestra la cola de gente que espera para cruzar de Pakistán a Afganistán por el paso de Torkham.
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