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Odegaard pide irse


Después del fulgurante regreso de Luka Jovic al Eintracht Frankfurt —dos goles en 28 minutos—, Martin Odegaard se fue a hablar con Zinedine Zidane. Él también quería salir cedido durante este mercado de invierno hasta final de temporada, según fuentes del Real Madrid conocedoras de la conversación. Quería jugar partidos, en lugar de alargar su rutina, cada vez más frecuente, de verlos desde el banquillo. En lo que va de temporada, el noruego, que acaba de cumplir 22 años, suma 367 minutos repartidos en siete partidos de Liga y dos de Champions. Solo han jugado menos que él Mariano, Militão, Jovic y Odriozola. Y no confía en que la tendencia vaya a cambiar.

En los despachos del club entienden el descontento del futbolista, que en verano se mostró reticente a reincorporarse desde la Real Sociedad. Allí había brillado con un papel central, y todavía le restaba un año de cesión que tanto él como el club donostiarra querían consumir. Sin embargo, después de caer en Mánchester contra el City de Guardiola en octavos de final de la Champions, en el viaje de regreso Zidane pidió recuperar a Odegaard para refrescar un centro del campo envejecido y corto de personal.

Era el verano post pandemia, y el presidente, Florentino Pérez, ya había anunciado que no habría contrataciones, sino que el plan para equilibrar las cuentas consistía en deshacerse de efectivos, recaudar por ventas y aligerar el peso de algunas nóminas. En ese contexto, Odegaard se convirtió en el único fichaje relevante del Madrid.

El movimiento parecía óptimo: no suponía un gasto y, además, en un momento en que no se podía añadir competencia de peso a la plantilla, abundaba en el plan estratégico de la institución de dar cuerpo a la camada de jóvenes en la que el Madrid ha invertido cientos de millones de euros en los últimos años. El noruego se encontraba en un punto de eclosión de su carrera, después de marcar siete goles y dar nueve asistencias en 36 partidos con la Real, su primer contacto con la Primera División española. Pero el experimento en la capital se torció pronto, después de formar en el once titular en los dos primeros partidos de Liga, contra la Real y contra el Betis.

La última vez que pisó el campo con el Madrid fue el 2 de enero, cinco minutos contra el Celta en el Alfredo di Stéfano. La anterior había sido un mes antes, el 1 de diciembre, cuando salió de inicio contra el Shakhtar en Kiev. Hasta que se abrió el mercado y le dijo a Zidane que quería irse a un equipo que le diera minutos.

En los despachos le comprenden: “A los jóvenes hay que hacerles jugar. ¿Para qué le traes si no?”, se preguntan. Y en esa pregunta, que contiene también algo de queja, se resume la gran divergencia que aleja poco a poco los planes estratégicos de la institución del proceder del entrenador en el día a día.

Después de ver la fuga y eclosión de Jovic, de 23 años, y la petición de Odegaard, señalan el que creen que podría ser el siguiente incendio en el vestuario del futuro: Fede Valverde, que tiene 22. En el entorno del futbolista uruguayo, de momento, no apuntan en la dirección del descontento, pero subrayan que no arrastra secuelas de su última lesión ni necesita afinar el físico: “Está como un tiro”, dicen.

Mientras seguía cocinándose la divergencia entre la estrategia y la ejecución, y después de la charla en la que Odegaard le pidió irse, Zidane compareció este martes por la mañana en Valdebebas en la previa de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey de este miércoles contra el Alcoyano (21.00, Telecinco y Dazn). No habló del noruego, pero se extendió de manera especial sobre su gestión de los futbolistas jóvenes al hilo de la liberación alemana de Jovic.

“Es fácil decir que la culpa la tengo yo”, se arrancó. “Yo quiero siempre a mis jugadores. También se hablaba de Reguilón [vendido el pasado verano al Tottenham], de que la culpa era mía. Hay momentos en que los jugadores, cuando se quedan, saben lo que tienen. El Real Madrid es complicado y difícil, lo he vivido como jugador. Y luego hay momentos en que tienen que jugar. Es lo que ha hecho Luka. Tiene 21 años, ha sido una buena opción comprarle y me alegro por lo que está haciendo [en el Eintracht] para que un día pueda disfrutar de lo mismo en el Real Madrid. Pero claro, jugar dentro y fuera es diferente. Tiene 21 años y el futuro para demostrar lo que es como jugador en el Real Madrid”, explicó. Y dejó además algo que sonó a reproche para los quejosos: “Y esto es para todos igual. Lo que tienes que hacer es, cuando estás dentro, mostrarte, con la competencia que hay, que es fuerte. Pero la culpa no es del entrenador. El jugador tiene que demostrar y es lo que quieren”.

Después dejó a Odegaard fuera de la lista para el partido de este miércoles, sin que el club añadiera explicaciones oficiales sobre si la ausencia respondía a problemas físicos o a una decisión suya.


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