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“Ojalá los gobernantes hubieran contado con una agencia de salud independiente”


Miguel Hernán, madrileño de 50 años, es una de las voces más respetadas de la epidemiología en España. Desarrolla la mayor parte de su actividad profesional en Estados Unidos, como catedrático de Epidemiología de la Universidad de Harvard, pero no pierde el contacto con proyectos en su país. El Gobierno recurrió a él, entre otros expertos, para recibir asesoramiento en la peor parte de la crisis sanitaria de la covid, y desde entonces ha estado a caballo entre Madrid y Boston, donde tiene su residencia habitual. Contesta a un cuestionario de EL PAÍS poco después de aterrizar en Massachusetts y tras dar la charla inaugural del encuentro anual de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

En ella incidió en la necesidad de que España cuente con una agencia independiente de salud pública, un déficit que arrastra desde hace años y con el que cuentan la mayoría de los países vecinos. La ley de salud pública de 2011 ya contemplaba la creación de un centro que aunase las competencias en salud pública, algo que hoy anda difuminado entre varias instituciones y organismos.

Cuando el coronavirus azotó España no había una buena red de datos centralizados. El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias que dirige Fernando Simón apenas contaba con media docena de funcionarios; no existían los medios técnicos ni humanos suficientes para dar respuesta a una crisis sanitaria de la dimensión de la covid. En la Comisión de Reconstrucción del Congreso, en verano de 2020, los grupos acordaron crear un centro estatal y el Gobierno consignó en los Presupuestos de este año cinco millones de euros para hacerlo. Pero a día de hoy no se sabe oficialmente nada de él.

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Pregunta. ¿Por qué España necesita una agencia de salud pública?

Respuesta. Todos los países necesitan una agencia de salud pública, de la misma forma que todos los países necesitan una agencia tributaria. La protección de la salud pública es un asunto de seguridad nacional que requiere un organismo público para coordinar funciones que, actualmente en España, están dispersas por la Administración, descoordinadas e infradotadas. Por ejemplo, durante la pandemia el grueso de la supervisión técnica ha recaído sobre pequeños grupos del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas que han estado continuamente desbordados. Una agencia española de salud pública bien diseñada y gestionada resolvería muchos de esos problemas.

P. ¿En qué habría cambiado la gestión de la pandemia con ella?

R. La gestión de una pandemia implica medidas sanitarias, económicas y sociales. Por tanto, la gestión de una pandemia compete a decisores gubernamentales, no a la agencia. Pero ojalá esos gobernantes hubieran contado con una agencia independiente para proporcionarles información fiable en cada fase de la epidemia. Por ejemplo, la agencia podría haber advertido en febrero de 2020 que los sistemas de información españoles no eran adecuados para monitorizar la pandemia y que por tanto era necesario extremar las precauciones con viajeros internacionales y aglomeraciones (mejor aún, habría implementado mejores sistemas de información en los años previos), podría haber desarrollado inmediatamente indicadores cuantitativos que facilitaran una gestión coherente de la pandemia en todo el territorio, podría haber llevado a cabo evaluaciones de datos españoles para evitar que las decisiones dependan casi exclusivamente de los datos de otros países…

P. ¿Cómo debería ser esta agencia? ¿En qué modelo internacional se podría inspirar?

R. Debería estar adscrita al Ministerio de Sanidad, tener cierta potestad administrativa y estar regida por los principios de autonomía de gestión y de responsabilidad por su gestión (vamos, la definición de agencia estatal en la legislación española).

La agencia de salud pública estadounidense, los Centers for Disease Control and Prevention (CDC, por sus siglas en inglés), podría ser un buen modelo en el que inspirarse. Como los CDC, la española proporcionaría liderazgo desde el gobierno federal mientras trabaja codo con codo con los servicios de salud pública de las comunidades autónomas. De hecho, Estados Unidos mantiene una muy efectiva división de trabajo entre dos instituciones de excelencia: los CDC como agencia federal de salud pública y los National Institutes of Health como organismo federal de investigación médica. Una división de labores parecida se puede lograr en España entre la Agencia Española de Salud Pública (Ministerio de Sanidad) y el Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Ciencia).

P. ¿Qué funciones debería tener?

R. La función primordial es el control y prevención de enfermedades y otros problemas de salud, desde las enfermedades infecciosas y la obesidad hasta las consecuencias sanitarias del cambio climático. Para conseguir esto, emplearía a técnicos e investigadores que generarían evidencia y harían recomendaciones. Todos sus informes serían públicos, y su elaboración, basada en criterios de transparencia. La agencia jugaría un papel clave en la comunicación con la ciudadanía y en la formación continuada de profesionales de salud pública en trabajo de campo y otras actividades.

P. En el congreso de la SEE dijo que España tiene muy buenos datos epidemiológicos, pero no suele usarlos bien.

R. España es uno de los países con un mayor desequilibrio entre la calidad de sus datos de salud, que es alta, y su uso científico, que es muy bajo. Las bases de datos de atención primaria, farmacia y hospitales (de las comunidades autónomas) y las bases de datos de diagnósticos, vacunación, vigilancia epidemiológica, etcétera… (del Ministerio de Sanidad y el Instituto de Salud Carlos III) se podrían usar para generar nueva evidencia para la toma de decisiones. Sin embargo, estas bases de datos están infrautilizadas, separadas por barreras institucionales y prácticamente inaccesibles para los investigadores. La agencia de salud pública podría actuar como organismo coordinador para la armonización, enlace y explotación de los datos de salud españoles. El Reino Unido o Israel no tiene mejores datos que España, pero se han dotado de mecanismos —seguros y respetuosos con la privacidad individual— para poder utilizarlos. Como resultado, sus datos de salud son a menudo la base de la toma de decisiones por parte del Gobierno español y las comunidades autónomas.

P. ¿Qué dimensión debería tener esta institución en cuanto a personal, investigadores…?

R. Necesita personal especializado en epidemiología, estadística e informática, así como expertos en comunicación y promoción de la salud. También necesita expertos en las áreas de salud a su cargo como, por ejemplo, enfermedades infecciosas y crónicas, salud maternoinfantil, accidentes y discapacidad, salud ambiental…

P. ¿Qué perfil debería liderarla?

R. Un profesional de la salud pública con dos características clave. Por un lado, debe ser un investigador con reconocido prestigio internacional y respetado por la comunidad científica en España y en Europa. Por otro, debe tener una demostrada capacidad de gestión. Es decir, alguien que sea un interlocutor válido para los expertos, que esté comprometido con la excelencia y que tenga la habilidad para dirigir un equipo multidisciplinar en un organismo público.

P. ¿Debería ser la encargada de hacer una evaluación de la gestión de la pandemia en España o esto lo debería hacer otro organismo?

R. La gestión debe ser evaluada por expertos en gestión, no por expertos en ciencia. Por supuesto, los evaluadores de la gestión de una crisis sanitaria deben estar bien asesorados por expertos en salud pública. En el futuro, el asesoramiento científico de los evaluadores de la gestión de una crisis sanitaria podría estar a cargo de expertos de la agencia.


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