Apenas seis semanas después de que Shanghái levantara por completo un bloqueo prolongado y aplicado con dureza, la ciudad más grande de China está nuevamente lidiando con un aumento de casos de coronavirus. Los residentes que temen verse confinados repentinamente en sus hogares se han alarmado por los mensajes mixtos de fuentes oficiales que circulan en las redes sociales, incluido el consejo de que se abastezcan de alimentos y medicamentos.
Desde principios de este mes, Shanghai ha registrado más de 400 infecciones en toda la ciudad, muchas de las cuales se han rastreado hasta un grupo en un bar de karaoke. Las autoridades de la ciudad han impuesto cierres en edificios residenciales donde se han identificado casos y contactos cercanos, mientras que una docena de los 16 distritos de la ciudad han ordenado a los residentes que realicen dos pruebas PCR dentro de los tres días de esta semana.
Los residentes expresaron su preocupación de que el aumento podría desencadenar otro cierre de la ciudad como el confinamiento de dos meses en mayo y junio que cerró negocios y escuelas y paralizó la vida. La ansiedad pública creció en medio de informes, incluso en el Health Times, un periódico del Partido Comunista, de que dos comités residenciales en Shanghái habían enviado “recordatorios amistosos” a los residentes para que almacenaran alimentos y medicamentos durante 14 días, en caso de que los edificios de apartamentos quedaran confinados repentinamente.
El gobierno de la ciudad se movió para asegurar al público que no había ningún plan para imponer un cierre en toda la ciudad. Pero algunos residentes se mantuvieron escépticos.
“El gobierno ha perdido la confianza del público”, dijo Norah Liu, trabajadora de la industria tecnológica en Shanghái. “Hagan lo que hagan, tengo suficiente comida básica para un mes de supervivencia en casa de todos modos”.
Los funcionarios de la ciudad dijeron en una conferencia de prensa el lunes que más de 300,000 personas han sido evaluadas o colocadas en instalaciones de aislamiento centralizado. El enfoque estricto de China para eliminar las infecciones por coronavirus se basa en gran medida en las cuarentenas y el aislamiento: es probable que cualquiera que dé positivo o se considere un contacto cercano sea confinado en una instalación o en su hogar.
Para hacer frente al creciente número de personas que se considera que corren el riesgo de propagar el virus, Shanghái ha reabierto al menos una instalación de aislamiento para pacientes con covid que se había utilizado durante el brote de primavera, según Caixin, una influyente revista de noticias.
Las medidas de la ciudad ya están generando críticas por ser excesivas. Algunos residentes se quejaron de que los trabajadores de la salud los clasificaron como “contactos cercanos secundarios” simplemente porque habían estado en el mismo grupo de chat de mensajería móvil que las personas que dieron positivo.
La agencia de salud local admitió que al tratar de realizar un rastreo de contactos en el grupo de bares de karaoke, los trabajadores lanzaron una amplia red para tratar de detener la propagación de infecciones y se disculpó por las molestias.
En otras partes de China, la variante Omicron y su subvariante BA.5 se están escapando de las muchas defensas del país, lo que representa un desafío para la insistencia del liderazgo en erradicar las infecciones. La ciudad de Lanzhou, en el noroeste de China, impuso un confinamiento de una semana a su población de unos cuatro millones a partir del miércoles después de registrar 122 casos la semana pasada.
Al mismo tiempo, los funcionarios locales están bajo presión para ayudar a reactivar la economía, que se ha visto arrastrada por los controles de Covid. En una señal de que a Beijing le preocupa administrar los costos de las pruebas de coronavirus, la autoridad sanitaria de China dijo que los gobiernos locales ya no estaban obligados a probar ciertos productos importados. Las autoridades habían culpado previamente a los envases contaminados de productos importados por la propagación del virus, aunque los estudios muestran que la transmisión del virus a través de los envases es extremadamente rara.
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