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Operarse la nariz ya no es lo que era: así se hacen ahora las rinoplastias para evitar rostros ‘clónicos’


Un fuerte ruido te despierta en mitad de la noche. Al abrir los ojos, te giras y te das cuenta de que sale de la boca de tu pareja. Mientras duerme plácidamente, choca los dientes como si estuviera masticando. De día, no tiene el más mínimo recuerdo de lo que ha pasado. Pero su rechinar involuntario sí deja ciertas huellas que, bien interpretadas, pueden servir para detectar el bruxismo. Y no todos los tipos de bruxismo hacen ruido.

El del párrafo anterior “es uno de los dos tipos de bruxismo, el excéntrico, que consiste en frotar y rechinar los dientes de arriba con los de abajo, de un lado hacia el otro y de arriba abajo. El otro es el céntrico y consiste en encajar la mandíbula y apretar con fuerza. Este último no genera ruido, pero sí puede producir dolor de cabeza y en la musculatura de la mandíbula. Además, aunque es más frecuente de noche, podemos encontrarnos apretando los dientes en determinados momentos del día en los que estamos en estado de medio conciencia, como al conducir o al ver una película”, explica Bruno Baracco, portavoz del Colegio de Odontólogos de Madrid y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos.

Ninguna de las dos opciones es buena noticia. El movimiento que se hace en el bruxismo excéntrico, además de despertar al compañero de cama con el sonido, va limando los dientes y dañando sus capas. Deja una huella clara en la forma de la dentadura. “Los primeros que se ven afectados son los colmillos, que pasan de tener las puntas más triangulares y afiladas a rectas”, aclara el experto. En el céntrico el daño es diferente. “Este tipo da lugar a un desgaste específico. Al apretar se van generando cúspides invertidas, que son una especie de pocitos que aparecen en las zonas donde se tocan unos dientes con otros”, añade.

Producido el daño, no hay vuelta atrás. “Empieza por el esmalte y, cuando este se degenera, se pasa a la dentina. Toda esta estructura dental que se pierde no se puede recuperar porque los dientes no se regeneran“, aclara el experto. De ahí la importancia que tiene ponerle remedio a tiempo. Pero, ¿cómo nos damos cuenta si lo padecemos? Tanto los dolores de cabeza y de mandíbula al despertar como el cambio en la forma de los dientes son de los signos más claros, pero no los únicos. “También pueden aparecer fisuras que se pueden manchar con alimentos como el café y producen hipersensibilidad a los estímulos fríos. Además, se hipermineraliza la dentina y gana color, lo que hace que la dentadura se oscurezca”, aclara el experto.

No solo los dientes se ven afectados. Otros síntomas del bruxismo aparecen en los tejidos blandos de la boca. “En los laterales de la lengua se generan muescas que coinciden con las partes de las muelas que la tocan. No es algo que dañe la lengua, salvo que nos hagamos heridas constantemente y no cicatricen. Algo similar pasa en el interior de los carrillos, donde aparece una línea horizontal de un tono blanquecino, a la altura de la comisura de los labios. Y las encías suben, dejan expuesta la raíz del diente y adquieren una forma triangular en lugar del típico arco”, continúa Baracco, quien aclara que si acudimos periódicamente al dentista será el especialista el que lo note primero.

Una vez detectado, toca pasar a la acción si no queremos quedarnos que nuestra sonrisa empeore en apariencia y calidad. El principal tratamiento es la férula tipo Michigan, una especie de funda que debe poner el dentista. “No vale cualquiera. Hay que hacerla a medida porque tiene que encajar al milímetro con los dientes y adaptarse sin hacerles daño. Su función es que la mandíbula no esté cómoda al apretar de noche”, aclara el experto. Pero este no es el único tratamiento. “A veces el paciente tiene una hipertrofia en los músculos de la mandíbula que se produce al apretar y es necesario que vaya al fisioterapeuta a tratarla”, aclara, y añade que en algunos casos se usa bótox para atrofiar este músculo.

Más allá de intervenciones, hay que atajar el problema de raíz. Aunque el bruxismo tiene preferencia por algunas personas (“se da más en quienes tienen la mandíbula más prominente y cuadrada, y en quienes respiran por la nariz al dormir”), el estrés tiene la culpa de la mayor parte de casos. Tanto es así que el experto asegura que con la pandemia han aumentado los casos que ven en consulta. Así que no queda otra que buscar técnicas para reducir la tensión como pueden ser la relajación muscular, la respiración diafragmática o practicar ejercicios como el yoga.


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