En menos de 24 horas, la Administración de Daniel Ortega ha retirado de cuatro países (México, Colombia, Costa Rica y Argentina) a sus embajadores en supuesta “reciprocidad” a esos gobiernos que hace unas semanas “llamaron a consultas” a sus representantes en Managua. La decisión se debe a la escalada represiva ejecutada por el régimen sandinista, que ha liquidado la competitividad y la transparencia de las elecciones generales previstas para noviembre próximo, luego del encarcelamiento de 32 líderes opositores, entre ellos siete precandidatos presidenciales.
“Son intromisorios, injerencistas, irrespetuosos e intervencionistas de nuestros asuntos internos”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo, cuya Administración se declara víctima de la comunidad internacional que impone sanciones por el cierre electoral y las constantes violaciones a los derechos humanos.
La reacción diplomática ha venido aparejada con el apresamiento del exdiplomático Mauricio Díaz, quien este lunes intentó escapar a Costa Rica, pero fue retenido en la frontera de Peñas Blancas, donde le decomisaron su pasaporte. Díaz fue regresado a Managua y recibió una cita de la Fiscalía, que lo imputó por el supuesto delito de “traición a la patria”. Al salir del recinto, fue violentamente apresado. El exembajador de Nicaragua en San José es vocal de Ciudadanos por la Libertad (CxL), el último partido opositor que fue eliminado por el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo de la contienda el viernes pasado, anulando todo signo de competencia electoral. Trataba de exiliarse por la cacería desatada contra esa agrupación política, a cuya presidenta, Kitty Monterrey, le cancelaron su ciudadanía nicaragüense.
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La noche de este martes los Ortega-Murillo han seguido respondiendo a la comunidad internacional que ha criticado los desmanes represivos de su régimen con una “artillería diplomática disparatada”, según exembajadores y expertos internacionales consultados bajo condición de anonimato por EL PAÍS. La cancillería de Managua emitió un comunicado subido de tono en contra de España, y acusó a Madrid de “inmiscuirse en asuntos internos”, un día después que el Gobierno de Pedro Sánchez expresó que “el Estado de nicaragüense debe de dotar de forma urgente de una autoridad electoral independiente, imparcial y no controlada por el partido de gobierno el actual proceso electoral”.
“El Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional de la República Soberana de Nicaragua, que hace siglos dejó de ser colonia, o española o de cualquier otra potencia agresora, destructora, esclavista y saqueadora, recuerda al reino de España que tenemos derecho a vivir recorriendo nuestros propios caminos, y que no somos, ni seremos, nunca más, Territorios dominados por la codicia criminal de nadie”, reza el comunicado sandinista.
Las recriminaciones de la cancillería de Managua se basan en que España tiene “graves temas pendientes, que vienen desde la década de los 80, cuando su entonces presidente ‘Socialista’, Don Felipe González, creó los llamados Grupos Anti-terroristas de Liberación (GAL) que mancharon para siempre a España con responsabilidad sobre crímenes de lesa humanidad, nunca investigados o juzgados, acciones por las que la misma CIA ha acusado al Gobierno “Socialista” de España, y que reclaman Justicia (sic).
“Recordamos al Gobierno Español que la Verdad no puede ocultarse, ni prescribe, a pesar de la desfachatez con la que pretenden presentarse ante el Mundo como impolutos, despercudidos, impecables, muy correctos, y exigentes con quienes consideran inferiores, imperfectos, incorrectos y, todavía bajo su ya, por Gracia y Luchas, inexistente e imaginario, Imperio Colonial (sic)”, prosigue el comunicado, emitido cuatro días después que ese país donó 97,920 vacunas contra la covid-19 a Nicaragua.
Una diplomacia de exabruptos
Esta no es la primera vez que el Gobierno Ortega-Murillo arremete contra la comunidad internacional con un lenguaje “impropio de la diplomacia”, según expertos. Desde que han ganado el repudio y el aislamiento internacional por la represión desatada en Nicaragua, incluso de la misma izquierda mundial, la cancillería controlada por la vicepresidenta Murillo ha emitido todo tipo de epítetos oficiales (por ejemplo “alguacil, trasnochada” a la canciller española Arancha González Laya). Estos términos, dicen expertos en la materia, distan de los manuales de terminología avalados por las Naciones Unidas, en los que se definen las diferentes tonalidades del lenguaje diplomático. Ni administraciones de su mismo signo ideológico, como la de Andrés Manuel López Obrador, han escapado.
Este tono altisonante se ha extendido a los discursos de representantes del régimen en instancias internacionales como las Naciones Unidas. Denis Moncada, canciller de Nicaragua, tachó a Estados Unidos y Europa de “invasores” y “conquistadores” ante el Consejo de Derechos Humanos el pasado 21 de junio, tras la lectura a cargo de Michelle Bachelet, alta comisionada.
“Nos denuncian, porque las personas (opositores) que están respondiendo ante la Justicia nicaragüense, son sus tristes y fracasados asalariados, desgraciadamente vende patrias de siempre, que han cometido delitos contra la soberanía, la independencia, la seguridad y la paz en nuestra Nicaragua”, reza un extracto del discurso publicado en los medios oficialistas.
Tanto el canciller, como Murillo o el mismo presidente Daniel Ortega han arremetido contra Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), contra la Unión Europea y Canadá. “En contraste con esas prácticas canadienses inmorales y absurdas, nada lejanas del nazismohitleriano, en Nicaragua bendita, que tanto se atreven ellos a juzgar y condenar, aquí vive Dios, como sol fraternal de buena voluntad, un sol que nos ilumina, y que nunca declina (sic)”, según una declaración de la vicepresidenta Murillo, luego que la administración de Justin Trudeau criticara la deriva autoritaria de Managua y en Canadá se encontraran unas tumbas con cuerpos de niños indígenas en antiguos internados.
Lo irónico para los analistas internacionales es que el Gobierno nicaragüense se atreve a criticar de esa forma, cuando sobre ellos pesan los señalamientos documentados por organismos internacionales de crímenes de lesa humanidad a partir de las protestas sociales de 2018, cuando policías y paramilitares al dictado de la pareja presidencial ejecutaron a más de 325 personas.
“Es una estrategia confrontativa, que solamente provocará reacciones más duras de la comunidad internacional, al poner en evidencia una falta total de voluntad política para encontrar una salida pacífica y negociada a la crisis”, dijo el Julio Icaza Gallard, exembajador de Nicaragua en las Naciones Unidas, al medio nicaragüense Divergentes.
Una de las últimas críticas que más ha lastrado al gobierno sandinista fue la del expresidente brasileño Lula Da Silva, referente de la izquierda latinoamericana. “Si pudiera darle un consejo a Daniel Ortega, se lo daría a él y a cualquier otro presidente. No abandone la democracia. No abandone defender la libertad de expresión, la libertad de comunicación, la libertad de los medios de comunicación, porque eso es lo que fortalece a la democracia”, sostuvo el exmandatario.
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