Para los republicanos, condenar a Donald Trump tiene un precio. Los congresistas y los senadores que lo han hecho por el asalto al Capitolio han empezado a pagarlo estos días, con votos de reprobación en sus Estados, críticas corrosivas y posibles competidores por sus escaños en las próximas primarias. En el caso de Adam Kinzinger, miembro de la Cámara de Representantes por Illinois, a la factura política se añade el ostracismo familiar. Uno brutal. Kinzinger es uno de los miembros del partido más críticos con el expresidente. Fue el único, al día siguiente del ataque al Congreso, que pidió que se le destituyera por incapacidad, invocando la 25ª Enmienda de la Constitución. Acto seguido, 11 parientes le enviaron una carta de dos páginas en la que le acusan de haberse unido al “ejército del diablo”.
“Adam, oh, qué decepción eres para nosotros y para Dios”, comienza la misiva publicada por The New York Times, con la palabra “decepción” subrayada cuatro veces con bolígrafo. En el escrito, le recuerdan lo orgullosos que llegaron a sentirse de él, pero sostienen que ahora se ha vuelto en contra de los principios cristianos y se ha conchabado con las fuerzas del mal que encarnan “los demócratas y los medios de comunicación mentirosos”. “Has avergonzado el nombre de la familia Kinzinger”, afirman también. Y siguen con un rosario de lindezas, como “nos asqueas profundamente” o “hemos pedido que te destituyan”, para acabar despidiéndose de este modo: “No te estamos juzgando. Esta carta es nuestra opinión sobre ti”.
La autora del manuscrito es Karen Otto, una prima del congresista que decidió enviar el sobre por correo certificado al padre de Kinzinger para asegurarse de que el congresista la viera, pero además también tuvo a bien remitir copias a republicanos de todo Illinois. En una entrevista con el Times, lo explicó con estas palabras: “Quiero que Adam se quede apartado”.
Adam Kinzinger, de 42 años, es un veterano de las Fuerzas Armadas que, aunque ahora resulte sorprendente, llegó al Congreso en 2011 como una de las jóvenes promesas del Tea Party, el grupo de republicanos antiestablishment que puede considerarse la génesis del populismo trumpista y sus devaneos con las teorías conspirativas. Sin embargo, una vez incorporado a la maquinaria de Washington, el congresista, representante de un distrito en los suburbios de Chicago, se fraguó un perfil político más tradicional y, con el tiempo, crítico de Trump.
Este otoño fue uno de los primeros en desmarcarse de los bulos sobre el fraude electoral que empezó a agitar el expresidente republicano antes incluso de perder las elecciones. Cuando el demócrata Joe Biden fue declarado vencedor por los medios, tampoco se demoró un solo día en reconocerle y felicitarle. Y al producirse el asalto de los ultras al Capitolio el 6 de enero, fue el único republicano que llamó a destituir a Trump. Como era de esperar, es también uno de los 10 miembros de la Cámara de Representantes que votó someter a su jefe a un procedimiento de impeachment para que fuera después juzgado en el Senado.
Kinzinger cree que el Grand Old Party (Viejo Gran Partido), como se conoce a la formación republicana, debe divorciarse de la figura de Trump y reformarse para recuperar sus esencias conservadoras. Lo defiende sin miedo a las represalias, con el altavoz a todo volumen. A principios de febrero anunció su intención de liderar una campaña “que ponga al país primero”: “Es el momento de desconectar la máquina de la ira, rechazar la política de la personalidad y dejar a un lado las teorías conspirativas y el odio”, resumió en el vídeo publicitario.
Su caso retrata el dilema de los republicanos ante la figura de Trump y el desgarrador final de su Administración. 10 congresistas y siete senadores del partido han votado para condenarle por incitación a la insurrección, lo que ha supuesto el procedimiento de impeachment con más apoyo bipartidista de la historia, pese a no sumar la mayoría de dos tercios en la Cámara alta necesaria para condenarle. Esos políticos que se han desmarcado del grueso, como Richard Burr o Bill Cassidy, ha empezado sufrir las represalias con votos de censura en sus Estados.
Una encuesta de Politico y Morning Consult publicada este martes refleja que, si las primarias republicanas se celebrasen hoy, Trump ganaría con el 59% de los votos frente a otros nombres que suenan como probables aspirantes paras las presidenciales de 2024, como Mike Pence o Nikki Haley. Pero esas primarias no son hoy, sino dentro de tres años. Los republicanos tienen tres años para resolver sus dilemas. La familia de Adam Kinzinger, en cambio, parece difícil que vuelva a cenar junta.
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