En esta atípica rentrée, con síndrome de la cabaña y sin feria del libro, a uno le da por pensar en el famoso aserto de Adorno y preguntarse si aún tiene sentido escribir (sobre) poesía en tiempos de coronavirus. La respuesta es que a las musas no se las puede confinar por barrios ni discriminar por género lírico. No obstante, si la pandemia solo ha cambiado el fondo de pantalla de los poetas, que ahora recitan su dulce lamentar vía streaming, no puede decirse lo mismo de las mesas de novedades, donde los éxitos precovid que echaron a andar al comienzo de la desescalada se mezclan con los lanzamientos aplazados y las urgencias de la temporada de premios. Así las cosas, nos proponemos repescar algunos títulos que fueron arrastrados por la marea negra del virus y sacar a relucir otros que exhiben el rutilante brillo de lo novedoso. Ojalá que este otoño solo dure lo que tarda en llegar el invierno. Y que el invierno nos coja confesados y con la curva en caída libre.
De poesías reunidas
Uno de los mejores diarios de pandemia que he tenido la oportunidad de leer ―con permiso de La vida en suspenso (Fórcola, 2020), de Jordi Doce― es el que Tomás Sánchez Santiago ha ido publicando por entregas en el blog Los cuadernos pálidos, alojado en la revista digital El Cuaderno. A Tomás Sánchez Santiago le debemos la aparición de Este otro orden. Poesía reunida (1979-2016) (Dilema, 2019), en la que el autor zamorano registra una trayectoria que se inicia con Amenaza en la fiesta y finaliza provisionalmente con Pérdida del ahí. Entre uno y otro hallamos la evocación trascendente de En familia (1994), que demuestra que lo más cercano también puede sublimarse, o la descoyuntada pesquisa verbal de El que desordena (2006). De textura rugosa y mirada inquieta, esta escritura da fe de un mundo transitorio y persistente, como el zumbido “de las moscas de octubre / pudriendo los membrillos, azulándolos / de una desesperada resina”. Si Sánchez Santiago goza del prestigio clandestino de los poetas secretos, la obra de Luciano Feria apenas había asomado la cabeza en ediciones limitadas y no siempre de fácil acceso. Por ello, la publicación de Sentido y melancolía (RIL, 2020), que recoge sus tres poemarios publicados entre 1989 y 2004, tiene más de descubrimiento que de consagración. De hecho, basta con sumergirse en los versículos de Feria para admirar la construcción de un universo simbólico de precisa geometría, a medio camino entre el fuego ritual de la visión y un alumbramiento mitológico que remite a la memoria de los orígenes y a la intemperie de la historia colectiva: “La vida iba sembrando palabras definitivas / como un poema”.
Hogueras encendidas
Al margen de su apuesta por la narrativa, Candaya ha sido y es una editorial de poesía. A la colección dedicada al verso se suman ahora dos libros de estilo dispar, pero de notable interés: Las hogueras azules, de Juan F. Rivero, e Historia de la leche, de Mónica Ojeda. El primero entabla un diálogo activo con ciertas formas de la poesía japonesa (en concreto, el tanka y el haiku) para ofrecer un conjunto de aguafuertes estacionales donde convergen la representación quintaesenciada del paisaje, la plasticidad contemplativa y una sabiduría proverbial destilada en la tradición oriental. Con todo, el dominio de los moldes compositivos asiáticos no reduce los méritos de su autor a los del aplicado amanuense, sino que hay aquí una “semilla de verdad” que se proyecta sobre lo humilde e inmediato, como advierte Ana Gorría en el prólogo. Para muestra, un botón: “Cierro el portátil. / Todavía no ha llegado / hasta el umbral. / Viene a paso cansado. / La escalera me avisa”. La serenidad elocutiva de Rivero se transforma en un tsunami expresivo en Historia de la leche, donde la ecuatoriana Mónica Ojeda integra los logros narrativos de Nefando (2016) y Mandíbula (2018) en un lenguaje poético de resonancias veterotestamentarias e iconografía expresionista. Al tiempo reescritura del Génesis, parábola acerca del cainismo y tragedia clásica en miniatura, Historia de la leche subordina su leve trabazón narrativa a una estética tenebrista que no solo nos habla de una crueldad ceremonial y atávica, sino de una violencia cotidiana que cala hasta los huesos: “Llevarás la calavera de la poesía sobre el lomo retorcido de tu mente”.
Aquí y allá
Como cualquier hijo de vecino, el poeta recuerda cuando viajar no era un experimento, sino una experiencia. Con Grinda y Mórdomo (Abada, 2020), Julia Piera completa la trilogía emprendida con Puerto Rico digital y B de Boston. Entre una pequeña isla en Estocolmo (Grinda) y un pueblo de la Costa da Morte gallega (Mórdomo), la autora reconstruye un itinerario vital que es, sobre todo, un camino de iniciación. Lejos de las adherencias turísticas y de la mirada pintoresca, Grinda y Mórdomo se erige en un vaticino oracular, un jeroglífico encriptado o un trance iluminativo que lamenta el expolio ecológico y sueña con un hábitat sostenible, síntesis de “naturaleza viva” y “micronarrativas locales”. El viaje físico se convierte en trayecto mental en El aliento del klai (Huerga y Fierro, 2020), de Alejandro Céspedes. Escrito entre 2002 y 2005 e inspirado en un documental sobre los niños huérfanos en la antigua Europa del Este, el autor levanta una elegía que rehúye los clichés formularios de la pornomiseria y anticipa las estrategias de desautomatización ensayadas a partir de Topología de una página en blanco (2012) y Voces en off (2016). El pertinente rescate de este libro, hasta ahora inédito, constata la singularidad de una técnica que oscila entre el canto versicular y la densidad informativa de la prosa, que se apropia de discursos testimoniales e injertos conversacionales y que se expande, más allá de la página escrita, a través de enlaces web y códigos QR.
De la poesía como ‘sampler’
Bajo el título de Poesía fantástica. Resumen primero (2007-2019) (Pre-Textos, 2020), esta antología de Juan Andrés García Román deja constancia de una de las singladuras más personales de la reciente poesía española. Reordenación de materiales anteriores ―desde El fósforo astillado (2008) hasta Fruta para el pajarillo de la superstición (2017)―, recuperación de proyectos truncados y avance de inéditos, el volumen refleja el crecimiento de una producción orgánica que funde una imaginación de cuño neorromántico y un tono de farsa grotesca. Más allá de los diversos hallazgos de sus libros publicados, esta selección interesa por la serie que la abre (“Poeziyas”) y por la que la cierra (“Máquina del tiempo”). En ambas, la inmersión folclórica en la tradición andaluza (con la incrustación de jarchas originales y apócrifas) convive con un sampleado oral que remite a la transposición que ha llevado a cabo Rodrigo Cuevas sobre la base de la música popular asturiana en Manual de cortejo. De inagotable inventiva verbal y poderoso arrastre metafórico (“El morado ha salido / del blanco como un monje”), este Resumen primero cumple sobradamente su cometido y nos deja con ganas de más.
Lecturas
La vida en suspenso. Jordi Doce. Fórcola, 2020. 160 páginas. 15,50 euros.
Sentido y melancolía. Tomás Sánchez Santiago. RIL, 2020. 268 páginas. 18 euros.
Las hogueras azules. Juan F. Rivero. Candaya, 2020. 112 páginas. 12 euros.
Historia de la leche. Mónica Ojeda. Candaya, 2020. 128 páginas. 13 euros.
Grinda y Mórdomo. Julia Piera. Abada, 2020. 96 páginas. 13 euros.
El aliento del klai. Alejandro Céspedes. Huerga y Fierro, 2020. 102 páginas. 13 euros.
Poesía fantástica. Resumen primero (2007-2019). Juan Andrés García Román. Pre-Textos, 2020. 172 páginas. 22 euros.
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